Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de RockAction
<< 1 3 4 5 6 10 >>
Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
5
4 de marzo de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El árbol de la vida juega al despiste durante los primeros cuarenta minutos: partiendo de la catarsis destructiva que supone la pérdida de un hijo - justo en las antípodas de Anticristo de Von Trier-, durante este tramo se alza como un vídeo promocional de los Testigos de Jehová, una homilía sin parangón, un propagandismo proselitista que ejemplifica la "otra" violencia extrema que puede incluir el cine.

Es en esos momentos cuando uno piensa que quitando el volumen de la cinta, uno pueda disfrutar más del despliegue visual digno del mejor CD sueco de imágenes para una agencia de publicidad y no necesite nada más. Malick parece que intentara jugar a ser Herzog sin saber ni por dónde le viene el aire.

Pero -ignorando el último cuarto de hora donde la fábula se ancla de nuevo en los parámetros descritos- el núcleo central del film pone los pies en el suelo y muestra un aterrador y sólido retrato acerca de la educación arcaica y reaccionaria, basada en los valores tradicionales, en la forma en que eso choca y cercena el desarrollo infantil y como surge abnegado el amor de las madres sufrientes de antaño. Esas a las que muchos jamás olvidaremos.
RockAction
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
29 de noviembre de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El género post-apocalíptico tiene una serie de referentes con un empaque indiscutible y que hace complicado aportar elementos o historias atractivas en toda categoría artística. Ahí tenemos los Mad Max del ínclito Mel Gibson, su réplica nipona en el manga-anime de El Puño de La Estrella del Norte o novelas de lectura obligada como Soy leyenda de Richard Matheson -por favor no rememoren el film cuando lean esto-.

The road (La carretera), la novela de Cormac McCarthy, se ha convertido en un “must” de estos últimos años para los amantes del género y era muy esperada su adaptación al mundo del celuloide. Y podemos respirar tranquilos, a pesar de los lugares comunes en los que todos podíamos pensar.
La historia, lejos de centrarse en los postulados y tics propios como la estética ciberpunk o los engendros mecánicos que pueblan un mundo desvastado, huye de lo superfluo para narrar un cuento que es existencialismo puro, de una humanidad palpable a toda vista, como si leyésemos a Camus en las postrimerías del fin del mundo.


El punto de partida, la supervivencia de un padre (Viggo Mortensen, tan inmenso como acostumbra) y su hijo (Kodi Smit-McPhee, gratísima sorpresa) a través de un viaje hacia la costa este norteamericana tras un inexplicable cataclismo, es la excusa para ahondar en una película que es mucho más. De hecho, inteligentemente, pasa de largo sobre los motivos que producen dicha catástrofe. Por el contrario muestra el dilema de cómo educar a alguien, de cómo poder transmitirle y mantener unos valores en un contexto social inexistente, cuando cualquier postulado o referente social previo ha sido erradicado del mapa en una situación límite en la que no cabe el juicio ético personal.

De un vitalismo atroz y descarnado, por mucho que pudiese parecer lo contrario, el film exuda esperanza. Una esperanza que, como toda aquella que se precie, sólo puede existir en una situación de desesperanza, en la que tiene hambre por perdurar, pese a estar al filo de la navaja, en el superviviente nato.

Unas interpretaciones que rayan a un nivel extraordinario, mención especial también para Charlize Theron en el papel de esposa del protagonista y la aparición atómica de Robert Duvall, ayudan a que la narración y su poesía crespuscular musicada extraordinariamente por Nick Cave y Warren Ellis, alcancen una lírica visual que conmociona como hacía tiempo no lo lograba una propuesta de estas características, y si me apuran como nunca se hubiera hecho.

El conflicto personal contado a través de certeros flashback en la relación afectiva Mortensen-Theron alcanza las cotas mayores de combustión emocional del metraje. El paralelismo que se construye a través de la supervivencia física y la supervivencia conyugal en una situación límite aporta un enfoque distinto y más profundo a los planteamientos previos del género, mucho más en la corteza de las cosas.

La nostalgia también aflora en muchas escenas, si bien es cierto que en algunas que parten del desastre presente para evocar el pasado, como la del encuentro del piano o la del puente, pecan de remarcarla y reiterarla más de la cuenta evitando una sutilidad que quizá se reclame más puntualmente.
Si bien existe un viaje real con un supuesto destino, la metáfora de ese camino va mucho más allá, es el camino hacia la esencia del ser, de lo que queda de la persona en su plano más animal, más instintivo, muy en la forma de Hacia Rutas Salvajes, si bien en un contexto radicalmente distinto.

Los puntuales encuentros entre personas, demuestran a las claras la máxima de cómo el hombre es un lobo para el hombre ante un escenario fatídico, en una dualidad moral entre el bien y el mal igualmente certera, sin maniqueísmo alguno. Supurantes de humanidad pese a todo, rememoran el rico intercambio metafísico de Una Historia Verdadera.
A estas alturas y haciendo balance en mi maltrecho transitar, no me cabe más que mutar de género al film y hablar de road movie trascendentalista. Y bueno, aconsejar que los cuatro frikis cejijuntos de decodificación fílmica más cercana al monstruo que al ser humano huyan de ella y dejen paso, como diría nuestro héroe, a los que llevan el fuego.

(escrita originariamente como Travis para Laparadadelosmonstruos).
RockAction
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
5 de septiembre de 2017
11 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como fan a muerte de David Lynch, uno siempre espera lo máximo de sus virtudes fílmicas. El regreso de Twin Peaks se concibe como todo un regalo para aquellos que hace veinticinco años amamos la serie original. Había miedo, pero también muchas ganas por saber cómo sería este regreso.

Y pese al notable que he dado a la tercera temporada, no puedo negar cierta sensación de decepción. Y de rabia porque Lynch cuenta con los mimbres para elaborar una gran obra, tiene todo aquello que le hace falta para volver a hacer algo memorable: los actores -la mayoría-, el incomparable entorno, las fabulosas colaboraciones musicales, los cameos, la atmósfera, los medios...todo y, sin embargo, el resultado no alcanza la genialidad de antaño.

La irregularidad, los continuos picos altos y bajos, son casi una constante dentro de su obra, pero esta vez da la sensación de que son pocas las constantes que quedan intactas de su arte. Las principales que sí lo hacen son la transgresión, la valentía y el rodaje instintivo; sin embargo, y por desgracia, en el camino se han quedado otras muchas: su sensibilidad, su originalidad, su sutilidad vaporosa, su creatividad desbordante y su elegancia misteriosa.

Es un hecho: su inspiración no atraviesa un buen momento, y eso que recoge los apuntes del último Lynch más extremo y desbordante, el que se inicia con Lost Highway y culmina con ese exceso maravilloso que es Inland Empire, dejando en su mitad la imprescindible Mullholland Drive. Es verdad que haber apelado al espíritu original de Twin Peaks, a esa nostalgia ensoñadora frágil, seductora, trémula y difuminada hubiera supuesto un fracaso mayor por el mero hecho comparativo; lejos de esto, Lynch da una pirueta mortal muy válida para desmarcarse y desbarrar en sus delirios como nunca, pero al final queda la sensación de una serie de ideas mal hilvanada, nada que ver con que se entienda o no, cosa que es del todo prescindible para nosotros su acólitos, sino el temor fundamentado de no saber muy bien a dónde ir, resultando en ocasiones profundamente críptico -o torpe si se quiere ser puntilloso- y en otras -y esto es de lo que más me irrita- insultantemente burdo, simple y subrayado, algo inédito en su dirección hasta ahora.

Al final nos queda el regusto agridulce de que nos encontramos ante una especie de homenaje o guiño cómplice a sus fans de toda la vida, una sucesión de cameos y de personajes subidos a un carrusel de escenas y de capítulos mal construido y sin ningún objetivo claro. Aún y con eso, el magnetismo absorbente gana la partida y nos deleitaremos de nuevo al perdernos lejos, muy lejos del gris mundo diario que, por desgracia, resulta humano, demasiado humano que diría Nietzsche.
RockAction
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
29 de enero de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Castaway on the moon es un revisión contemporánea de Robinson Crusoe que tiene como finalidad básica retratar las enfermedades modernas más extendidas: el aislamiento, la incomunicación y la soledad.

Lo maravilloso es que la película aporta el único remedio posible a estos males infectos: los estímulos necesarios para crearse una realidad propia intransferible en la que sobrevivir a los sinsabores demoledores de una sociedad antropófaga.

El hecho de que el náufrago social, el excluido lo sea a tan sólo unos metros de su propio ecosistema -él- o fruto de un terror patológico extremo al mundo desde su interior -ella- dota a este cuento de una consistencia extrema y consigue transmitirnos una empatía limpia hacia los dos protagonistas, a la deriva tanto dentro como fuera del sistema.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
RockAction
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
4
28 de diciembre de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los detractores de Tim Burton que vayan afilando cuchillos: con Alicia en el País de las Maravillas se van a ensañar a gusto. Y por mucho que lo lamente, no puedo empezar su crítica de otra forma. Hasta yo, que era capaz de ver a este hombre más allá de una mera fábrica de marketing compulsivo para vestir niñas góticas, he tenido que claudicar esta vez.

Para mí Burton era más que el corrosivo humor de la entrañable Bitelchus o la perfección formal de esa maravilla inmortal que es Ed Wood. Yo era capaz, pese a patinazos estrepitosos como su visión de El Planeta de los Simios u otros menores como el histrionismo chillón de Mars Attacks!, de percibir aún emoción fidedigna en esa rara avis de su filmografía que es Big Fish o rendirme a la falta de concesiones y a la mala uva de Sweeney Todd en un momento donde todos le daban por asentado. Pero ahora, caballero lánguido de rictus espectral, la has cagado.

De entrada cabe decir, una vez más, que el aspecto visual es impecable, y que la disfrutarán mucho ustedes con la histeria colectiva desatada de las 3D. No es este un mérito que pille de sobresalto o a destacar: conociendo la imaginería del director, (es que si hasta en este punto yerra el tiro, apaga y vámonos) y teniendo en cuenta la naturaleza del ente a adaptar, me esperaba mucha más desmesura e hipérbole en las formas.
La película se encorseta a si misma y evita un tono lisérgico y de mayor extrañamiento que demanda el personaje principal y las situaciones rocambolescas que vive, cosa que conseguía sin ningún esfuerzo el clásico animado.

En cuanto al argumento y al desarrollo, patinazo de órdago. Una película sin dobleces, sin ningún atisbo de sutilidad, un ejercicio de estilo vacío donde las aportaciones son nulas y donde una concatenación sucesiva de escenas avanza predecible y sin matiz alguno.
Y es aquí donde llegamos al adjetivo que cabe sellarle a fuego: es una cinta fría, a las formas que gastaba Charlie y la Fábrica de Chocolate.
Resulta imposible coger cariño a los personajes, que asoman planos y sin fondo alguno, construyendo un mundo hueco. No es cuestión de pedir profundidad a un film de esta naturaleza, pero sí al menos empatía con el espectador: Wonderland es tan de plástico y distante como subir la calle Serrano adocenada de boutiques y abrigos de mutón para un peatón paria cualquiera.

Y si ya nos centramos en el plantel de actores, la cosa pinta aún más funesta. Una Mia Wasikowska en el papel de Alicia que no pierde ni por un segundo una cara de estreñimiento patológico, en una elección errada a toda vista y un Johnny Depp predecible y accesorio herido de muerte por el síndrome Piratas del Caribe autoparódico a más no poder, lastran aún más el metraje.
Menos mal que ahí está una vez más mi amada Helena Bonham Carter impecable e hilarante en el papel de Reina Roja junto a Anne Hathaway, como hermana de ésta, ejerciendo de grácil e irónico contrapunto. Dos de los pocos aciertos.

Tim Burton con su visión de Alicia en el País de las Maravillas, se cava aún más su propia tumba y hace abandonar el barco a las pocas ratas que seguíamos de su lado. A olvidar desde ya.

(Crítica elaborada originariamente como Travis para LaParadaDeLosMonstruos).
RockAction
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 3 4 5 6 10 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow