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Críticas de 3Torralbo3
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
4
24 de octubre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de gánster ha dejado algunas de las mejores películas de la historia del cine, desde Billy Wilder hasta Scorsese pasando por Coppola. Esa adicción por la violencia descarada que tanto gusta al espectador y que sirve para abarrotar las salas de cine de todo el mundo, su verdadero secreto del éxito es que nos es familiar. Todos tenemos en mente al macarra de instituto, ese ladrón de medio pelo que escaló puestos entre los chorizos del barrio y empezó con cosas más serias, ese del que tus padres decían que "no era trigo limpio" y que tu evitabas en el autobús. Una cierta admiración enfermiza por la "Cara b" del imperio de la ley. Deep encarna al personaje que ya grandes de la actuación como Brando, Nicolson, De Niro, o Day-Lewis han interpretado, parece que en Hollywood no te ponen una estrella si no le has volado los sesos a nadie.

Esta vez, y esperemos que sirva de precedente, el problema no es el actor de las mil caras, el problema es la historia a contar. Scott Popper no tiene claro que historia quiere narrar ni a qué conclusiones pretende llegar. Los personajes vagan por una bacanal de exceso y balas de poco calibre sin llegar a decir nada nuevo en un género que ha tenido más y mejores pistoleros. En lo que podríamos definir como una mezcla de Infiltrados, Mistic River y Gangster Squad pero en la que ni los soplones son tan retorcidos ni las infancias tan traumáticas. Sin un esquema fijo, el ritmo se hace monótono y lo que debería ser una escalada de traiciones psicológicas se convierte en dosis de violencia gratuita sin un sentido concreto. Ni siquiera el normalmente brillante Benedict Cumberbatch nos consigue enganchar con una actuación que será facilmente olvidable.

Lo que sí podemos salvar y merece un comentario aparte es Johnny Deep. Una cara de tipo duro, una buen base de maquillaje y algunas armas de mentira le han servido a Deep para realizar una de las mejores actuaciones de su carrera. Tras años abandonado al cine de baratillo, Deep vuelve con una calva primorosa, una mirada sórdida y mucha mala saña que repartir por los sucios callejones de Boston. Todo se eleva cuando sus corrosivos ojos azules se inyectan en pura malicia. El demasiado tiempo "pirata de Disney" vuelve a la primera línea de la interpretación demostrando que el joven de mirada pérdida de Ed Wood sigue existiendo y no ha perecido tras los kilos de maquillaje de Tim Burton. Deep merece una nominación a la estatuilla más apreciada del cine mundial de la que ha dicho no querer saber nada, cosas de gánsteres.
3Torralbo3
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8
31 de octubre de 2016
9 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine independiente estadounidense nos tiene acostumbrados a mostrarnos la inmensidad del territorio en comparación con lo minúsculo de nuestra existencia, lo que pasa es que esa existencia siempre suele ser masculina. En esta ocasión, Kelly Reichardt nos narra la historia de tres mujeres en que intentan abrirse camino en un pequeño pueblo de Montana sin lograr demasiado éxito. Por un lado una abogada (Laura Dern) defiende a un cliente que acaba de ser despedido y ha tomado a un hombre como rehén. Otra mujer ( Michelle Williams) acoge en su hogar a un anciano con demencia senil y finalmente una joven licenciada en derecho (Kristen Stewart) se enamora de una alumna (Lily Gradstone) a la que da clases de educación para adultos. , sufren los arrebatos cotidianos que suceden en una pequeña comunidad rural. La cotidianidad se presenta en este caso de manera sobria, no hay estridencias narrativas que diluyan el mensaje, la frialdad y la naturalidad protagonizan este alegato a favor de la resistencia femenina ante este mundo injusto.

Las tres actrices ofrecen una interpretación sentida pero modesta, sin artificios. Lo corriente se hace bello si se tiene talento detrás de la cámara. Y es que la narración pausada, con poco movimiento de cámara y escaso diálogo, acerca al espectador a las corrientes vidas de los tres personajes. La frustración diaria enaltece la figura de la mujer con un mensaje claro de feminismo digno.
Sin embargo, las conclusiones son agrias, el fracaso determina la vida de las tres protagonistas que, sin éxito, intentan sobreponerse a los actitudes de cliente patán, un marido soso o un sistema educativo incoherente. Es el fracaso el que normaliza las actitudes de los personajes, no se demora en contarnos los sentimientos que siguen a ese fracaso, sino que simplemente lo traslada de forma normal, lógica y serena.
Reichardt ha conseguido dar forma a una buena historia que es capaz, sin forzados giros de guion, de retratar la brillantez de lo cotidiano.
3Torralbo3
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6
26 de diciembre de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El "Bardo inmortal" ha sido llevado al cine de multitudes maneras y formas, desde el Hamlet del crepuscular Laurence Olivier, pasando por Romeo y Julieta de Passolini hasta la versión de "Macbeth" de Orson Welles o Kurosawa con Tronos de Sangre. En todas ellas primaba el verso libre del narrador universal, los actores se quebraban el seso para llevar a Shakespeare a la altura de los cielos del cine recitando con maestría en un inglés isabelino.

El Macbeth de Kurzel no tiene nada de eso, la fuerza visual cobra magia deja al espectador en medio de los fríos páramos de la Escocia altomedieval. La ambición por el poder es acompañada por una excelente fotografía y una ambientación que acongoja las retinas del espectador. La sangre, el fuego y las pasiones se ponen al servicio de un Macbeth más carnal que teatral. Sin embargo la maestría de sus dos actores principales, Fassbender y Cotillard, ponen el contrapunto de brillantez a unos efectos desbordantes. Combinación acertada del director de Snowtown.

Como si de un capítulo de juego de tronos se tratara, las maquiavélicas conjuras toman partido en una trama marcada por la sed de poder regio. Magníficas y acertadas las representaciones de los augurios que atormentan a un Fassbender que va desde el modesto soldado fiel, pasando por el rey tirano, hasta llegar al monarca "neroniano" ahogado por la culpa y ebrio de inquina.

Las batallas a cámara lenta se alejan de las representaciones más románticas de las batallas medievales, lejos de caballero puro y cordial, encontramos a niños-guerrero llenos de barro, espadas oxidadas, y sangre, mucha sangre. Más sucia que 300 y más real que Braveheart, Kurzel nos pone ante una escena real, se nota el frío que llega hasta las butacas. Con telón de fuego, Mcbeth hará su entrada en la temporada de premios, Lady Macbeth ya maquina para desbancar a los nobles enemigos. Veremos si el telón se cierra o no.
3Torralbo3
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8
5 de febrero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se escucha hablar de humor alemán no puede imaginarse uno lo que está a punto de ver en pantalla. Quizás algún chiste inteligente sobre la sociedad actual, comentarios acertados y políticamente correctos sobre Willy Brandt y alguna escena reconciliadora que produzca en el espectador la sensación de tranquilidad controladora. Nada de los que podríamos llamar habitual ocurre en Toni Erdmann.

Comienza la acción con una llamada a la puerta, un momento rutinario en la vida de todos nosotros que sin embargo se torna esperpéntico: Un ser enorme, casi monstruoso, y casi desnudo entra en escena, el delirio se desata. La hija de tan curioso ser es Inès, una alta ejecutiva alemana que trabaja para una gran compañía, pero con un enorme vacío en su interior. Con esa premia ambos personajes comenzarán una larga travesía por el funcional mundo de los negocios alemanes. La acción se desarrollará en las discotecas de Rumanía, los parques, las fábricas y los despachos.

Es en ese ambiente gélidamente competitivo donde Winfred (el padre de la joven) aboca al caos. Las situaciones de anarquía destruyen el rematadamente falso "bienintencionalismo" alemán empresarial para poner de manifiesto la enorme hipocresía que ello encierra. Bromas infantiles, pelucas, dentaduras horrorosas, bailes y hasta disfraces valen a este padre para hacer llegar a su hija el sentido cotidiano de la existencia. Un sentido que no se le hace llegar de una forma rotunda ni mesiánica, sino en forma de sutil carcajada.

Decir que durante sus largos 162 minutos la risa no paran de ingresar en el espectador sería exagerar y si bien es cierto que existen algunas escenas innecesarias lo contrapone con lo valiente de su mensaje. Es esa valentía la que saca a la palestra temas tales como el enorme machismo que se respira en el mundo empresarial, un establishment rígidamente masculino que humilla a nuestra protagonista con su padre mirando y con la cocaína en la mesa.

Toni Erdmann es osada, necesaria y con un arresto inconfundiblemente irónico que hará al espectador preguntarse "¿Cómo ha podido suceder todo eso en una pantalla de cine?" Maren Ade arrasa sobre los tópicos de buena conducta a base de despintado maquillaje facial, firmando una obra importante que se resume en el cálido abrazo de un padre a su hija.
3Torralbo3
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8
10 de octubre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gritos de mujer sirven como prólogo de esta inquietante película sobre las emociones femeninas. El miedo, la duda, los trastornos familiares y el deseo se entrecruzan con el humor más bestia que una película sobre una violación puede soportar.

Michelle es una exitosa empresaria de videojuegos que vive una existencia marcada por sus traumas pasados mientras intenta lidiar con un hijo inútilmente enamorado y con un ex marido felizmente encaprichado. Pero la realidad de Michelle esconde gran cantidad de sombras que se empiezan a cernir sobre ella aguardando entre las cortinas.

Y es la neblina oscura de las calles de la contemporaneidad francesa la que es trasladada en una suerte de mentiras, sexo, perversiones y voyerismo. Como siempre, el director Paul Verhoeven encuentra belleza en la provocación más delirante que uno puede encontrar en el cine internacional. Convertir al espectador en un mirón de una serie de interminables de obscenidades genialmente filmadas está a la altura de pocas obras cinematográficas. Elle es un oscuro abismo de diversión al que nos vemos postergados sin rendición alguna.

Sin apenas tiempo para reflexionar, la cinta nos lleva por caminos irrisorios, cientos de historias de lo que podría haber pasado se forman en las cabezas de los espectadores para al final descubrir que ninguna de ellas encaja. La capacidad del director para hacernos imaginar respuestas para este enorme rompecabezas de la depravación va más allá de la moralidad frecuente del cine moderno.

Isabelle Huppert se niega a ser la víctima de un abuso atroz, eleva su venganza y la mezcla con deseo. La actriz consigue mezclar el más imprudente vicio con la ternura maternal sin caer en tópicos propios del cine del otro lado del atlántico. Verhoeven aprendió de los errores de otras cinematografías, el hombre que triunfó para volver ha sido elegido para representar a Francia en los Oscar. Su venganza puede ser terrible.
3Torralbo3
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