Comedia romántica de aventurillas enológicas al estilo irónico de "La Princesa Prometida" que no escatima en castillos y no querrán volver a ver ni jartos de vino (así de flojita es). El errolflynnesco Tim Daily y la siempre elegante Penelope Ann Miller armonizan bien y dignifican algunos buenos diálogos de William Goldman, pero su odisea en busca de la botella del año del cometa está lejos de ser excitante y divertida, por más que el film los suba a un helicóptero en Escocia o los monte en una moto en Niza o los lleve al Lago Ness y los tire de una barca en medio de una niebla más espesa que una sopa de guisantes (siempre quise escribir esto). Lo que podría haber sido un refresco con la chispa de la vida, se queda, básicamente, en aguachirle.

Película coral un tanto acartonada pero interesante que va alternando, con fluidez considerable y progresiva gravedad, un juicio sobre un suicidio asistido y el retrato de las vidas de los miembros del jurado mientras el proceso avanza. La idea es mostrar cómo las historias personales de estos siete individuos pueden llegar a afectar a la trascedente decisión final, y cómo a su vez pueden llegar a verse influenciadas por el caso que están examinando. El debate de "Mar adentro" ya se plantea aquí abiertamente, con una notable fuerza expresiva y una curiosa estructura que elude la reconstrucción de los sucesos para reflejar el sistema legal y sus implicaciones.

Drama familiar en la línea de "El aceite de la vida" o "Declaración de guerra", con niña atacada por el bacilo del tétanos y padres que sufren espantosamente. El film nos propone acompañarlos por el horror indecible de la experiencia, describiendo paso a paso la hospitalización, sin ahorrar detalles desagradables, es decir, sonda a sonda y convulsión a convulsión. La cinta puede resultar reiterativa y tediosa pero también desasosegante en la misma medida, según se entre o no en una propuesta que combina la música electrónica con Bach y el austero realismo con alguna que otra excursión onírica. Si quieren ver algo como ·"El exorcista" pero en una clínica y sin más demonio que una maldita toxina, esta es su película.

Comedia delirante del padre de Robert Downey (en los créditos "a prince" y no "Sr."), bastante desmañada y errática, pero fresca y zumbona, con un tono que recuerda un poco a las producciones del grupo ZAZ, y un protagonista que se diría el modelo de Kirk Lazarus en "Tropic Thunder". Desde su primera y larga escena, absolutamente memorable, el film desbarra sin darse un respiro, ni siquiera en las pausas publicitarias que revelan el trabajo de la agencia bajo el control del Black Power. No hay aquí buenas interpretaciones, ni un trabajo meditado tras la cámara, pero delante todo el mundo parece estar gozándoselo (especialmente el enano que hace de POTUS, una mezcla entre Galindo y Ronald Reagan), y ese cachondeo convierte el resultado en un producto bastante divertido.

Sólida cinta de venganza, rodada con pulso firme, que da un enfoque ecoló al clásico argumento del ojo por ojo ("herida por herida" más bien, pues una herida en la Madre Tierra es la tala indiscriminada del título) mientras coquetea con la comedia y el fantástico, incluso con el torture porn o el gore. La ley desampara en este caso a una comunidad de nativos injun, que, enfurecidos, llaman al hombre del saco (y de la bolsa deportiva) para que meta dentro al jefe de la empresa que está expoliando sus tierras. El film se eleva por encima de la media o del telefilm gracias a un potente despliegue narrativo y a la presencia apabullante de Graham Greene, quien se roba todas las escenas a punta de cuchillo. No está nada mal.