Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Críticas de Juankiblog
<< 1 4 5 6 10 13 >>
Críticas 61
Críticas ordenadas por utilidad
5
28 de marzo de 2018
26 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablemos de Ready Player One, la novela escrita por Ernest Cline —un pajillero de los 80 que rezuma narcisismo por cada poro de su piel— en la cual se dedica a canalizar sus fantasías más sexuales y ególatras, bombardeándonos con un sinfín de referencias a la cultura pop hiladas por un amago de historia más propia de un fanfic de tres al cuarto que del best-seller en el que finalmente se convirtió. Lo peor es que este señor no sólo se hizo de oro con su aberración literaria, sino que además llamó la atención de gente tan influyente como George R. R. Martin o Steven Spielberg. Este último, por supuesto, es el que ha dirigido la adaptación cinematográfica que hoy se estrena en salas españolas.

Siendo positivos, quedaba claro que con un titán como Spielberg detrás de las cámaras teníamos la garantía de que, como mínimo, no nos íbamos a encontrar con un completo desastre. Por desgracia, el guión de la película lo firmaba el propio Ernest Cline, así que ya podíamos ir descartando una hipotética mejoría con respecto al material original. Como os podéis imaginar, mis expectativas estaban por los suelos. Esto ha jugado a su favor, claro, porque me esperaba un truño tan grande que a poco que no me ofendiera demasiado iba a salir satisfecho. Y así ha sido. Con matices.

Con un inicio que no puede describirse de otra forma que no sea como un vómito de explicaciones, el guionista consigue que nos perdamos en la trama casi antes de empezar. Acompañado, cómo no, de un derroche de CGI que nos recuerda que no estamos viendo una película sino el tutorial de un videojuego. Tanto es así que llega un punto en el que al menos yo preferiría que me dieran un casco de realidad virtual y ponerme a jugar yo mismo a OASIS en lugar de ver a otro capullo haciéndolo durante dos horas. Pero hay que tener muy en cuenta una cosa: Ready Player One está enfocada a la generación que disfruta consumiendo gameplays narrados por adolescentes con sinusitis.

Lo cierto es que la historia no es demasiado complicada, lo que pasa es que Ernest Cline se empeña en contárnosla con la punta de su polla. La trama consiste, a grandes rasgos, en un chaval que quiere follarse al avatar de una pelirroja que ha conocido dentro de un mundo virtual lleno de referencias ochenteras. Para que os hagáis una idea, es es como si San Junipero lo hubieran escrito los instigadores del Gamergate. Pero la trama es lo de menos, porque lo que verdaderamente le interesa al escritor y guionista es mostrar en pantalla un festival de guiños cómplices al espectador que haya consumido las mismas películas y jugado a los mismos videojuegos que él. Sí, algunas pueden esbozarnos una tímida sonrisa en el rostro durante unos segundos, pero la mayoría no funcionan porque están integradas tan a machete y suceden a una velocidad tan frenética que nos perdemos la mitad al pestañear o simplemente nos morimos de saturación.

Ready Player One está ambientada en una sociedad distópica donde OASIS —un videojuego de realidad virtual—, consiste no sólo en el mayor entretenimiento evasivo de una población jodidísima por la pobreza que les rodea, sino que además es una enorme potencia económica en sí mismo. Su creador, un señor más forrado que Steve Jobs, escondió un huevo de pascua en el juego antes de morir para que quien lo encontrara tuviera todo el control sobre el mismo. Heredando también toda su fortuna en el proceso, por supuesto. ¿Y cómo pueden los jugadores encontrar ese huevo de pascua? En esencia, memorizando toda la cultura pop con la que su creador estaba obsesionado. Es un problema cuando el supuesto mundo distópico que te presenta una película parece más bien el sueño erótico de su guionista. Y si resulta que la clave para disfrutar del film consiste en haber consumido los mismos productos que Ernest Cline, ¿significa que estamos viviendo ya en esa distopía?

Reflexiones apocalípticas a un lado, hay que decir que no todo es malo. La selección musical está bastante bien, aunque dé un poco de rabia que tanto temazo haya sido malgastado en una producción que no se los merece. Lo que viene a ser el efecto Escuadrón Suicida, vaya. Y no sólo pasa con la música. La presencia de Simon Pegg y Mark Rylance delante de las cámaras, al igual que la de Spielberg detrás de ellas, también parece absolutamente desaprovechada. Aunque consigan elevar unas décimas la calidad del producto final, no sé hasta qué punto salía a cuenta. La cosa se crece cuando Spielberg quita el piloto automático y se acuerda de que es el puto Steven Spielberg marcándose alguna secuencia genuinamente molona para el recuerdo.

Muy de agradecer también que se hayan rebajado considerablemente los segmentos más problemáticos —y, por qué no decirlo, más machistas— de la novela. Por momentos, hasta parece que el director quiere reírse un poco de lo puto friki que llega a ser Ernest Cline. Son pequeños matices, ínfimos, microscópicos, muy sutiles, pero que me hacen inmensamente feliz. Lástima que no hayamos conseguido librarnos también de una trama amorosa de lo más plana y con tramos ridículos para enmarcar (la escena de la marca de nacimiento es, os lo juro, de traca).

Estoy seguro de que la experiencia se haría mucho más llevadera si su insufrible tercer acto no se alargase tanto como lo hace. Y todo para que, al final, la moraleja de Ready Player One sea que tenemos que apartarnos de la consola, abrir la ventana para que se airee un poco la cuadra, salir a la calle y dejar de ser unos gordacos sebosos. Que ya vamos teniendo una edad para dejar de masturbarnos pensando en avatares.

Una cosa le concedo: es fundamentalmente inofensiva.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/ready-player-one/
Juankiblog
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
27 de febrero de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes que nada, teniendo en cuenta cierta polémica absurda que ha surgido a raíz del estreno de esta película y con la esperanza de que alguien me lea antes de cometer un error del que se pueda arrepentir: Deadpool no es una película para niños.

Pero son los niños quienes más la van a gozar, eso sí.

Aclarado este punto, vayamos al meollo de la cuestión. No creo que sean necesarias las presentaciones. Deadpool se estrenó hace sólo una semana pero ya la ha visto todo el mundo, ha batido récords en taquilla, su secuela está en proceso y la FOX luce una erección de caballo ante la nueva gallina de los huevos de oro que tiene entre manos.

Como siempre en estos casos, la cinta ya se ha ganado una oleada de defensores y detractores. Los primeros dicen que ésta es la película más revolucionaria que se ha visto jamás en el cine de superhéroes, los segundos la machacan diciendo que no es más que lo mismo de siempre pero maquillado con unos cuantos chistes estúpidos para niños rata. ¿Quiénes tienen razón?

Los segundos. Pero ahora os cuento.

Uno de los mayores aciertos de Deadpool es, sin duda, lo bien estructurada que está mediante unos flashbacks que nos ahorran lo que podría haber sido una aburrida historia de orígenes hasta que viéramos por fin a Ryan Reynolds embutido en el traje rojo. Gracias a ello, la película puede permitirse el lujo de empezar por todo lo alto mientras el espectador va dejándose llevar, juntando una por una las piezas del rompecabezas que forma la trama.

No es hasta el segundo acto donde la película pega un pequeño bajón al tomarse algo más en serio de normal, rompiendo un poco el tono establecido hasta el momento, pero bien es verdad que es un bache pasajero que no dura más de veinte minutos. Superado el dramatismo, la traca final de Deadpool vuelve a ser un festival de carcajadas, violencia y destrucción. Una auténtica gozada, vaya.

Como dije antes, mucha gente considera que esta película no sólo no ha conseguido romper los moldes del género, sino que además su historia es simple como el mecanismo de un botijo y que lo único que la diferencia un poco del resto son la extravagancia de su personaje principal y su marcado tono humorístico.

Pues, digo yo... Precisamente, ¿no?

Deadpool no es una película de superhéroes con toques de comedia, es una comedia con toques de película de superhéroes. De hecho, no creo que podamos considerar a su protagonista como un héroe al uso. Ya que estamos, ni siquiera me atrevería a catalogarlo como un antihéroe. Deadpool es un puto loco, un pedazo de borrico que va completamente a la suya y que no duda en cepillarse a todo el que se le ponga por delante a la hora de conseguir sus objetivos.

El eje principal sobre el que se sustenta todo el humor de la cinta consiste en situar a un personaje tan profundamente disruptivo a todos los niveles en una historia sobadísima hasta la náusea como es la de los orígenes supeheróicos. Si nos ponemos exquisitos, la trama es exactamente la misma —salvando muy pocas distancias— que la de X-Men Orígenes: Lobezno (vade retro). Pero, como en toda buena parodia, la gracia está en ceñirse al modelo original lo máximo posible para luego sorprender con salidas de tono en el momento más oportuno.

Y aun con todo, el guión de Rhett Reese y Paul Wernick hace todo lo posible para sortear sus propios topicazos. A veces no es tanto el qué, sino el cómo. Y ahí es donde saben lucirse especialmente. Además, ¡qué coño! He visto películas que yendo en serio tenían tramas mucho más chungas que ésta. No quiero mirar a nadie, pero Cuatro Fantásticos.

He llegado incluso a leer afirmaciones tan absurdas como: «es que si le quitases los chistes, la película sería una mierda». Nos ha jodido. Pues claro que sería una mierda. Es que es una comedia. Prueba a quitarle los chistes a Aterriza como puedas, a ver qué pasa.

Y hablando del humor y de los chistes en sí, lo primero que hay que agradecer es que no se hayan cortado ni un pelo a la hora de adaptar como es debido la esencia original de la creación de Rob Liefeld: Deadpool es un personaje singular, y por suerte no nos han ofrecido a una versión edulcorada o recortada del mismo.

Se respeta entonces su tendencia a romper la cuarta pared —hasta el punto de llegar a romper la cuarta pared mientras está rompiendo la cuarta pared, cual Miguel Noguera cruzado con Christopher Nolan—, lanzando dardos envenenados a Marvel, DC, Hugh Jackman e incluso a la propia FOX, hablándole directamente al espectador y haciéndole cómplice de sus múltiples fechorías. Los guiños a la cultura pop, las pullas a otras compañías y el enorme sentido de la autoparodia del que hace gala quedan patentes desde sus tremendos créditos iniciales hasta la ya obligada escena posterior a los finales.

Pero no sólo del friki vive Deadpool. También hay todo un recital de diálogos corrosivos y frases punzantes, una buena ración del slapstick más violentamente explícito con el que se pueda soñar y humor negro plagado de obscenidades para contentar a la platea adolescente. Bueno, y a mí también. ¿Para qué voy a intentar ir de digno a estas alturas?

Aquí hay que aplaudir, elogiar, felicitar y hacerle una mamada a siete lenguas a Ryan Reynolds. He perdido ya la cuenta de todos los intentos que llevaba, pero por fin ha conseguido interpretar a un personaje comiquero con éxito. Y eso que no es la primera vez que prueba con Deadpool, pero lo mejor será que dejemos de hacernos daño recordando aquello.

(Sigo en spoiler, sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Juankiblog
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
17 de noviembre de 2017
12 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que está pasando con el universo cinematográfico de Warner/DC empieza a parecerse sospechosamente a la trama de un culebrón venezolano. Después de la justita El Hombre de Acero, el horror de Batman v Superman, el horror hortera de Escuadrón Suicida y lo que parecía ser por fin un paso hacia el buen camino en Wonder Woman, llega a nuestras pantallas Liga de la Justicia. La buena noticia es que se parece más a Wonder Woman que a las otras tres. La mala noticia es que cada fotograma es un perfecto reflejo del proceso tortuoso que ha llevado a su creación.

Liga de la Justicia fue dirigida por Zack Snyder hasta que se vio obligado a abandonar el proyecto debido a una tragedia familiar. Le pasó el testigo a Joss Whedon (Los Vengadores), que se encargó de tomar las riendas en la post-producción y de efectuar los rodajes adicionales. No es poco habitual en una cinta de estas características tener que rodar algunas secuencias a posteriori, pero en este caso los rodajes adicionales han sido más extensos y han costado mucho más dinero del que estaba previsto. Se han centrado, además, en un único objetivo: aligerar el tono solemne de Snyder y acercarlo más al que podría verse en una propuesta de Marvel Studios.

Es inevitable entonces no darse cuenta de que estamos, una vez más, ante un monstruo de Frankenstein. No ayuda que Ben Affleck se haya puesto fanegas en estos últimos meses y que Henry Cavill tuviera que acudir a los reshoots con un bigotazo que daba gusto verlo—totalmente prohibido afeitarse por motivos contractuales con Paramount, ya que lo requería para su papel en la sexta entrega de Misión Imposible— y que tuvo que ser borrado digitalmente. El cinéfilo que tenga un ojo entrenado podrá distinguir sin ningún problema lo que ha dirigido Snyder de lo de Whedon simplemente comparando la calidad de sus composiciones, pero sin necesidad de ponernos pedantes sólo hay que fijarse en la CARAZA que echa Affleck de un plano a otro o en el abominable bigote fantasma de Cavill.

Concededme que siga hablando de ese bigote durante un párrafo más. Sin entrar mucho en detalles, es prácticamente con lo primero que nos encontraremos en pantalla nada más empezar. Al pobre Superman le han hecho una escabechina en la cara de muy mala manera y los sufridos espectadores transitaremos con mucha incomodidad por el valle inquietante cada vez que haga acto de presencia. A veces parece que le hayan borrado medio labio y en otras ocasiones parece que estemos volviendo a ver a la princesa Leia de Rogue One. No obstante, hay que rendirse ante la evidencia de que el parecido más razonable se encuentra en José María Aznar cuando se afeita. Uno se pregunta si no hubiera sido mejor decisión volver a rodar todas sus escenas previas por otras ya con el mostacho puesto y dejarlo tal cual. El resultado habría sido impagable y os juro que distraería menos.

Este bigote (os juro que ya paro) es una prueba más de que Warner/DC deben ponerse las pilas de cara al futuro y preparar mejor sus proyectos desde el principio para no tener que ir mutilándolas a posteriori. No, Liga de la Justicia no es el desastre tonal de Escuadrón Suicida ni el estropicio de lo que quiera que fuera Cuatro Fantásticos. Aun así, hay que empezar a pulir aristas ya antes de que sea demasiado tarde y empiecen a palmar en taquilla. Como resultado de tantos vaivenes, la narrativa resulta atropellada y el montaje vuelve a ser un chocho mareao. Por suerte, es algo más corta de lo habitual y eso ayuda a disimular sus carencias. El cabreo ya te lo llevas después, cuando caes en todos los agujeros de guión.

Pero Liga de la Justicia hace muchas cosas bien. Entre ellas, el buen tratamiento de todos los miembros del grupo superheróico que le da nombre. Todos molan. Los que ya lo hacían de antes y los que no también. Batman y Superman tienen un merecido renacimiento después del coñazo que nos dieron en el film anterior, Wonder Woman sigue demostrando que Gal Gadot ha nacido para interpretarla, Aquaman claramente ha venido aquí A MOLAR, Flash a ser el alivio cómico cuqui y Cyborg… Cyborg sospecho que no va a ser el favorito de nadie, porque no deja de ser un MacGuffin con patas y perpetua cara de estreñimiento (que algo hemos mejorado, porque hasta hace un par de años así es como eran todos). Cada uno tiene un arco argumental que funciona y demuestran una buena química como equipo en pantalla. Sospecho que Whedon ha tenido mucho que ver en esto, no es casualidad que muchos momentos nos recuerden a las reuniones en el cuartel de Los Vengadores.

Las escenas de acción rodadas por Snyder parece que han sido lo que menos tijeretazos se ha llevado, para regocijo de algunos y desgracia de otros. El que sea fan de su estilo no se verá defraudado, pero quien no pueda con sus hostias hiperbólicas, su festival de cámaras lentas y sus planos sacados directamente de las viñetas no gozará mucho de la experiencia. Además, es posible que los efectos especiales canten aquí un poco más de lo habitual. Intuyo que esto se debe al uso de una fotografía mucho más colorida de lo que nos tenían acostumbrados, pero afortunadamente no se llega nunca al nivel de terribles cromas de Wonder Woman.

(sigo en spoiler, sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Juankiblog
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
4
19 de noviembre de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mucho ha llovido desde el estreno de El Proyecto de la Bruja de Blair. Desde entonces no han parado de salir clones, secuelas poco inspiradas o cintas que de alguna forma u otra intentaban capitalizar el éxito de ésta. El género de metraje encontrado (o “found footage”, como dirían los anglosajones) tuvo su apogeo en cuanto a popularidad durante la primera década de los 2000, aunque sería justo admitir que muy poca cosa decente salió de ahí. Más allá de la primera entrega de [•REC] (saga que rápidamente abandonó ese género para no estancarse) o Monstruoso, prácticamente cualquier otra propuesta del estilo ha sido una turra muy gorda. Y con el género ya en horas bajas nos llega Phoenix Forgotten.

El debut como director de Justin Barber —producido nada más y nada menos que por Ridley Scott— parece nacer con la intención de darle una vuelta de tuerca al asunto experimentando con otros formatos. El resultado final es un batiburrillo moderadamente entretenido que no es tan desastroso como podría haber sido (hay que ver la última entrega de Paranormal Activity para saber lo que es el dolor), pero que tampoco es para echar cohetes.

Basada libremente en el famoso caso de avistamiento de OVNIs en Phoenix sucedido en 1997, el film empieza como lo que podría ser un episodio hipervitaminado de Cuarto Milenio. Imágenes de archivo, viejas cintas de vídeo y una voz en off explicando lo ocurrido forman una narración que por momentos se asemeja mucho a la de los documentales ‘true crime’ al estilo Making a Murderer que tan de moda están estos días.

En Phoenix Forgotten se nos contará la historia de un grupo de tres adolescentes que desaparecieron en los bosques mientras investigaban la aparición de unas misteriosas luces en el cielo. Durante sus dos primeros actos, la película alternará entre el falso documental producido en la actualidad por la hermana de uno de los chavales con las cintas encontradas a posteriori y que fueron grabadas por ellos la noche en que desaparecieron. Toda esta parte resulta entretenida e incluso, a ratos, bastante intrigante. Me cuesta muy poco imaginar la enorme erección que tendría Iker Jiménez si la viera. Pero eso me pasa porque tengo problemas graves. Este párrafo es una llamada de auxilio.

Todo se va un poco al garete en la recta final, donde ya nos enfrentaremos al metraje encontrado puro y sin cortar durante una última media hora repleta de todos y cada uno de los clichés del género. Si pensabais que la fórmula ya estaba agotadísima en Blair Witch (2016), aquí no vais a cambiar de opinión. La única diferencia que Phoenix Forgotten tiene que ofrecer es que sustituye al terror psicológico y paranormal por la paranoia extraterrestre con guiños a Expediente X. Todo esto sin ningún atisbo de tensión, claro, puesto que ya sabemos exactamente lo que va a ocurrir porque lo vimos hace dieciocho años en la cinta de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez.

Más cargante que innovadora, más rutinaria que divertida. Si hay algo muy positivo que le puedo sacar es lo cortita que es. Los créditos finales aparecerán en pantalla antes de que nos demos cuenta o nos dé tiempo a aburrirnos. ¿Ha sido una pérdida de tiempo? Posiblemente.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/terror-molins-phoenix-forgotten/
Juankiblog
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
12 de marzo de 2011
14 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todavía me pica la garganta del descojone que me acabo de pegar en el cine. Por lo tanto, no esperéis que sea imparcial en mi crítica. Y digo ‘crítica‘ por decir algo, porque es imposible hacer una crítica constructiva de estas películas, y de ésta en particular. O las pones a parir con una crítica totalmente destructiva o las pones en un pedestal. Por eso, al igual que con las películas de Saw, de las únicas críticas que te puedes fiar son de las de los fans de la saga. Ya sabemos que a los críticos no les va a hacer ni puta gracia (aunque, sorprendentemente, la crítica la está poniendo bastante bien), por lo que si te han gustado las anteriores lo mejor que puedes hacer es ir a verla.

Bastante alejada de la tercera parte (que por otra parte no me pareció mala en absoluto, aunque sí muy desordenada y con muchas escenas que eliminaría por mal gusto -sin gracia- y otras que cortan el ritmo) y muchísimo más divertida que la segunda, nos encontramos realmente con la mejor secuela de la saga. Casi todos coincidiremos con que la primera parte es la mejor de todas, bien por su frescura, bien por tratarse de la única de las cuatro que es realmente una película y no una mera sucesión de gags y cameos. La segunda parte carecía totalmente de argumento (esa es la impresión que siempre me ha dado) y la tercera desaprovecha por completo el que tiene. El argumento que nos encontraremos en Lethal Crisis vuelve a tener cierto sentido (dentro del absurdo) y muchísimas posibilidades (en este caso, aprovechadas) contándonos la historia de un Torrente en sus peores días (pasamos de tenerle asco a sentir pena por él).

El temido desfile de cameos al final no es ni tan excesivo como creía ni chirrían tanto dentro de la trama. A ver, sí, abusan muchísimo del plano/contraplano en las escenas con Belén Esteban y Cañita Brava, ¿pero qué esperábamos? Lleva pasando eso (en mayor o menor medida) desde la primera entrega. Menos algunos cameos bastante terroríficos, la mayoría resultan de lo más divertidos y no distraen demasiado la atención de una trama donde Torrente vuelve a ser el protagonista. De Kiko Rivera (Paquirrín) no quiero ni hablar, sólo os diré que hasta el pobre Cañita Brava actúa mil veces mejor que él. Afortunadamente, si contamos sus minutos en pantalla no creo que llegue ni a media hora. Sin problemas con él, no molesta demasiado aunque sufres en cada una de sus apariciones. El villano, un cagarro como una catedral, pero es el villano que menos minutos tiene en pantalla de toda la saga; vamos, que la caga como nadie pero no sale ni cinco minutos.

(Continúo en Spoiler por falta de espacio, sin spoiler alguno)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Juankiblog
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 4 5 6 10 13 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow