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España España · Madrid
Críticas de Naran
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Críticas 136
Críticas ordenadas por utilidad
9
2 de enero de 2011
45 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un grupo de forajidos se adentra en el desierto huyendo tras atracar un banco en una ciudad fronteriza. Cuando todo parece perdido, llegan a una fantasmagórica ciudad abandonada, donde encuentran a un viejo buscador de oro y a su joven y atractiva hija… y un montón de oro. Estamos apañados.

Dinero y mujeres. Las dos cosas que un hombre renegado, sumido en la miseria, desea con todo su ser.

Pero no olvidemos que una mujer con un buen par, que ha crecido sola y, sabiendo que no es nada fácil tumbarla -aunque Gregory Peck ya lo hubiera conseguido-, también desea a los hombres.

Y William A. Wellman lo vuelve a hacer. Otro western de viaje moral de unos personajes de vuelta de todo. Es difícil hacer un western atípico que contiene todos los elementos arquetípicos del género: forajidos, tiroteos, peleas a puñetazo limpio, duelos, indios y mucho whisky. Que cuando estás perdido en el desierto, no sirve de nada. Pasiones salvajes: codicia, venganza, afán de poder, odio, deseo. La ciudad fantasma, opresiva y asfixiante, no es más que el reflejo de los propios personajes, que acaban fundidos en la (auto)destrucción de sí mismos, enredados en una cruenta lucha fratricida. Sin idealismo ninguno. Sin retorno alguno.

El cuidado de cada detalle, la sutilidad en las reacciones de los personajes, la genialidad de cada encuadre, cada diálogo, es una constante en Cielo amarillo: la secuencia del comienzo en el bar, tan similar a la Incidente en Ox Bow, con los vasos pasando mientras todos mantienen fija la mirada en la muchacha del cuadro. El amago de violación, intensísimo. La pelea en el riachuelo, repleta de tensión. Y el primer beso de verdad, una maravilla de claroscuros. Y es que la fotografía de Joe MacDonald es sencillamente extraordinaria.

Y Anne Baxter. Destila sensualidad por los cuatro costados, rodeada de tanto hombre sudoroso y acuciante, para bien y para mal. Imposible ser un marimacho con ese rostro.

Cielo Amarillo es una ciudad seca, como los forajidos. Regada por un manantial de agua, como Mike.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Naran
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10
2 de diciembre de 2007
63 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
"¡Qué felices son los inocentes! Olvidando el mundo, y por éste olvidados. Brillo eterno de una mente inmaculada. Cada plegaria aceptada y con cada una, una renuncia".
(Alexander Pope).

¿Qué harías si un día encontraras una tarjeta en el buzón que dijera que has sido borrado de la memoria de alguien? ¿Serías capaz de borrar a alguien de tu mente? fueron las preguntas que mi compañero de butaca y yo nos hicimos tras ver ¡Olvídate de mí!. Joel se queda aturdido y desolado cuando se entera de que su novia Clementine ha borrado de su cerebro los recuerdos de su relación. Desesperado, Joel contacta con el inventor del proceso, el Dr. Howard Mierzwiak para eliminar cualquier recuerdo de Clementine de su propia memoria. Pero sucede que, mientras los recuerdos progresivamente desaparecen, Joel comienza a redescubrir su pasión inicial. Vuelve a enamorarse de ella en un laberinto de recuerdos que indican que, a pesar del triste final de su relación, ha sido la mujer de su vida. Y es que los recuerdos, por amargos que sean, son nuestros recuerdos.
Ese es el argumento de ¡Olvídate de mí!, película dirigida por el videoclipero Michael Gondry (y se nota), que lleva a cabo la retorcida historia concebida por la retorcida mente del guionista Kauffman, que le da al guión ese estilo suyo tan personal, una experimentación llena de giros, ingenio, sorpresas, pensamientos alterados por el tiempo… Comedia dramática o drama cómico, a ratos intenso melodrama, esta película marca. Qué no daríamos por poder quitarnos un mal rollo de la cabeza. O mejor aún, intentar arreglar en sueños lo que no hemos sido capaces de solucionar en la realidad.
Pero la grandeza de esta película no está en su originalidad de narración (que la tiene), sino en el querer contarnos una historia de amor verdadera, de mostrar la brevedad de los sentimientos que, con los recuerdos y la añoranza, cambian constantemente, confirmando que dentro del amor existe lo ilógico.
Desoladora. Creíble. Amarga. Bellísima. Aparte de involucrarnos plenamente en la historia de Joel (definitivamente Jim Carrey me hace creer que es un actor) y Clementine (Kate Winslet consigue darle dulzura y encanto a un papel bastante irritante), los secundarios (dulce Kirsten, magistral Tom Wilkinson, camaleónico Mark Ruffalo) merecen un párrafo aparte.
La mente de un ordenador es muy superior a la humana. Basta apretar un botón para que pueda olvidar. ¿Borrarías a alguien de tu mente tecleando SUPRIMIR? Dedicada a todos aquellos que saben que el amor es algo que no podemos evitar ni apartar de nosotros. Aunque no recordemos de quién estamos enamorados. Ni por qué.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Naran
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8
12 de julio de 2010
45 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
El culebrón más vil. Y lo peor es que es buena.

Mike Leigh nos cuenta un dramón familiar centrado en una extraña adopción, que a su vez desarrolla el tema de la búsqueda de las raíces, del autoconocimiento y del entendimiento de los otros. De la capacidad de amar de unos y la necesidad de paliar la soledad de otros. Del miedo y de la complejidad del ser humano. Su método es ir armando las situaciones y los diálogos de la película de la mano de los actores, que se adentran en terreno inseguro (ya que cada uno sólo conoce su parte del guión), lo que da a la película un halo de honestidad incuestionable.

La emoción de unas cuantas historias que se cruzan se refleja en unas actuaciones exageradas al máximo y chillonas, pero es que no podía de ser de otra manera; así son las discusiones más hondas. Y la película alcanza su más alto grado de excelencia en la explosión final, impresionante, con un grupo de actores maravillosos, ajados y desteñidos, que le dan sentido al método de la improvisación.

Lúgubre, escandalosa, testimonial, que hurga en las tripas y/o el corazón, depende de dónde tenga cada uno la sensibilidad. Puede hacer mucho daño. Porque hay dos opciones después de ver esta película: correr a abrazar a tu familia o mandarles a tomar viento.
Naran
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Padre e hija (C)
CortometrajeAnimación
Países Bajos (Holanda)2000
7,0
3.776
Animación
10
28 de marzo de 2010
51 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo es posible que cuatro trazos sobre el papel, levemente esbozados, expresen tanta humanidad? Sin palabras, sin apenas gestos. Personajes que parecen sombras.

Padre e hija es la historia de una despedida. Un padre que tiene que partir, tal vez para siempre, pero su hija no pierde la esperanza de volver a verlo, y por eso acude puntualmente a la cita, todos los meses, todos los años, mientras crece, forma su familia y mira con melancolía el horizonte. Envejece, pero el deseo de su corazón de niña nunca se desvanece.

Perfecto en su argumento, en la técnica de animación, en la música, en los colores, Dudok De Wit conjuga sensibilidad, cariño, sencillez, congoja, tibieza, nostalgia y melancolía en 8 minutos y 15 segundos. Infinidad de detalles que descubrir y observar.

Los ojos como platos, intentando contener un torrente de lágrimas de emoción que terminará brotando, por muchos esfuerzos que se hagan.

Quizás éste sea el mejor cortometraje animado de la historia. Redondo como la rueda de la vida.
Naran
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10
18 de enero de 2008
50 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
El sexto sentido (1999) es la primera obra conocida del director y guionista de origen indio M. Night Shyamalan, tras Praying with anger (1992) y Los primeros amigos (1998), estrenada en España unos meses antes que El sexto sentido, también con un protagonista infantil, y que no vio casi nadie. Sin embargo, en 1999 todos fuimos al cine en masa atraídos por el argumento y salimos fascinados. Y esto sólo era el principio de un genio.
Un hombre con un problema por resolver que ve en un niño su tabla de salvación. Un niño con un secreto y con miedo que ve en el hombre alguien en quien confiar. El roce entre ambos es mínimo. De hecho, literalmente inexistente. Pero se necesitan el uno al otro para sobrevivir. Un Bruce Willis fuera de sus papeles habituales. Tan serio y distante, excelente. Un niño, Haley Joel Osment, atemorizado, anonadante.
M. Night Shyamalan, ahora convertido en director de culto, asombró al mundo con este inquietante relato sobre los unos y los otros, que se ha convertido por méritos propios en una obra maestra. Su terror psicológico, compuesto con los sustos y efectos especiales justos, vuelve los ojos a aquellos directores como Jacques Torneur, que practicaban aquello de "sugerir en vez de mostrar" con grandes resultados. El director, además, escribió un estupendo guión que recupera un imaginario que, aunque vestido con prendas del género de terror, remite a lo religioso.
Desgraciadamente, muchos no supieron apreciar al talento del cineasta (con influencias de Hitchcock, Spielberg y otros tantos a las espaldas) hasta El protegido, obra más madura, pero menos redonda y eficaz. Y las obras maestras continuaron con Señales, El bosque y La joven del agua. Y las que quedan...
La música merece un párrafo aparte. Las películas de Shyamalan no serían igual de mágicas si no fuera por el trabajo de James Newton Howard. En este caso no hay un tema central contundente que sirva para conducir a la historia, pero la música se acopla de tal forma a las imágenes que el resultado es grandioso. Newton Howard, siempre correcto, con multitud de bandas sonoras que son obras menores, nos regala sonidos maravillosos.
El sexto sentido es una lección de cine permanente, de una profundidad pasmosa. Más allá de los momentos estremecedores, la escena del atasco, un prodigio de concisión que le permite a la madre, una estupenda Toni Collette, comprender por fin el drama de su hijo, resume las virtudes de un guión que soporta una y otra revisión, cuando la mayoría de las películas recientes se desmoronan a la primera. Verdadero revulsivo del género, su éxito tampoco radica en la sorpresa de un final ingenioso, sino en un saber hacer que queda patente en cada minuto de metraje. Dichosos los que todavía no la han visto. Disfruten del genio.
Naran
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