No he visto la primera que por lo visto debe ser maravillosa, sin embargo las expectativas que tenía con la secuela se han visto defraudadas. Es quizá la más floja cinta de animación de los últimos años, al menos de las que yo he visto que han sido varias. La historia de un pez amnésico que busca a sus padres me parece bastante triste para una película infantil. La comicidad no abunda y cuando hace acto de presencia no resulta muy divertida. Tampoco hay números musicales que amenicen el asunto aunque la banda sonora de Thomas Newman no está mal. Vale que el personaje principal se busca la vida por sí mismo para localizar a sus padres y ese es un comportamiento loable, pero la forma en que está contado todo en general me pareció aburrida.

La posesión es una película que no deja indiferente a nadie. La mayoría opinará y con razón que es infame, yo también lo creo. Es tan exagerada, tan excesiva, tan enloquecida que al final termina por parecerme curiosa. El hilo argumental se mantiene a duras penas y es una excusa para un film atípico, una rareza sin sentido, extravagante hasta el límite y con unos actores forzados a interpretar a unos personajes trastornados y paranoicos. Su efectismo y sus brutales explosiones de violencia hacen que mantengas la atención, aunque al final te das cuenta de que el director es un demente, te está tomando el pelo y su película es una puta locura.

Isabelle Adjani y Sam Neill encarnan a un matrimonio de desquiciados en el que él es un celoso patológico y ella una alocada profesora de ballet que engaña a su marido con otro. Un playboy vividor y mujeriego que vive en Berlín con su anciana madre religiosa. El marido engañado decide contratar a un detective para que investigue la infidelidad de su esposa y lo que descubre es una alucinante y peligrosa verdad.

Isabelle Adjani está pletórica como la mujer infiel con una actuación impactante debido a su exigencia física y mental. Son sus caras, su mirada, su expresión y sus gritos lo que mejor define la tormentosa relación que mantiene con su lunático marido, un genial Sam Neill que por aquellas fechas también interpretó al hijo del demonio en El final de Damien, un año intenso para él sin duda. Quisiera aprovechar la ocasión para felicitar a los actores que les doblan por su formidable trabajo porque no tiene que ser fácil doblar a unos personajes que se pasan toda la película gritando.

Y por último destacaría los efectos especiales de Carlo Rambaldi cuya criatura está francamente bien hecha, así como la pegadiza banda sonora de Andrzej Korzynski.

Obra maestra del cine español, ni El discurso del rey ni La red social ni su puta madre. Torrente IV es la mejor película del cine español por delante de mariconadas como El espíritu de la colmena o Los santos inocentes, no hay nada que pueda superarla. Y a los que no les ha gustado es porque son antipatriotas comunistas y gente de izquierda miserable. Torrente es el Quijote del siglo XXI, un hombre que encarna a la perfección el ideal de español. Un tío con dos cojones, con arrojo y valentía, sin complejos y orgulloso de su patria coño! Una vez más vuelve a demostrar su valía enfrentándose a un grupo de facinerosos que pretenden jugársela, pero no saben con quien están tratando....

Mejora las secuelas y está en la línea de la primera. Muchos cameos, muchos chistes y Torrente en estado puro. Todo gira en torno a él, es un filme hecho para lucimiento de Santiago Segura y aunque Paquirrín no lo hace mal del todo, se echa en falta un mayor desarrollo del personaje del villano principal interpretado por Francisco. La peli empieza muy fuerte y poco a poco se va apagando, aunque a veces recobra el pulso con algún chiste gracioso, pero en general va de más a menos. La película cumple sobradamente con la función de entretener aunque lo del 3D se lo podían haber ahorrado.

Infame versión del hombre lobo producida por la Hammer en los sesenta. Se trata de un film cutre hasta decir basta ambientado en una España cañí que cuenta la historia sobre el origen del hombre lobo. La protagoniza un jovencísimo Oliver Reed que interpreta al licántropo que se dedica a atemorizar a sus vecinos y atacarles cuando hay luna llena.

En general las películas de la famosa productora británica, máxima exponente del cine de terror de serie b, están mitificadas. Sus versiones sobre los clásicos de la Universal como la momia, Drácula, Frankenstein o el hombre lobo son muy mediocres. La escasez de medios con los que se han hecho es alarmante y su tosquedad no ha soportado nada bien el paso del tiempo. Yo estoy muy desencantado con ellas y tan sólo salvaría El perro de los Baskerville y Drácula príncipe de las tinieblas, el resto deja bastante que desear. Pudieron tener cierto encanto en su momento pero hoy en día da pena verlas.

Lo único que destaco es la exuberante belleza de Yvonne Romain y la presencia de secundarios como Desmond Llewelyn, el mítico Q de la serie James Bond.

Con año y medio de retraso por culpa de la pandemia dichosa, se estrena por fin la última aventura bondiana protagonizada por Daniel Craig. El resultado me ha parecido agridulce. Se deja ver pero no me entusiasma. Más allá de un final emocionante aunque previsible, el resto es lo de siempre.

Escenas de acción discretas con concesiones al feminismo rancio reinante que muestra a mujeres con tacones de escándalo pegando palizas imposibles a villanos tres veces más grandes que ellas. Lashana Lynch se erige como la sustituta de Bond y aunque es una buena actriz y es atractiva, se la presenta con un aspecto demasiado hombruno y lesbianesco.

La historia continúa donde quedó la anterior pero esta vez el protagonismo del villano recae en Rami Malek, que luce un aspecto similar al de Freddie Mercury con sida. Léa Seydoux repite en su papel con la misma inexpresividad, mientras que Ana de Armas aporta el toque sensual y simpático de una chica Bond aunque está desaprovechada.

La trama tampoco me engancha y se me hace excesivamente larga. Un James Bond retirado en su refugio en Jamaica acepta volver al servicio activo para detener a un peligroso criminal que está desarrollando un arma mortífera con la que pretende exterminar a la humanidad. 007 además tiene motivos personales para volver a la acción.

El tema musical cantado por Billie Eilish tampoco pasará a la historia de la franquicia como uno de los más logrados.

Resumiendo, la etapa Craig como James Bond me ha parecido bastante desigual. Con películas brillantes como Casino Royale y sobre todo Skyfall, y otras decepcionantes, como ésta que nos ocupa, cuando no prescindibles como Quantum of solace o Spectre. En general Craig es un buen actor y se toma en serio su trabajo, pero su encarnación de Bond me resulta demasiado fría, le falta pasión y sentido del humor. Demasiado políticamente correcto para mi gusto.