Estafa. ¿Crees que vas a ver un biopic sobre el celebérrimo narcotraficante icono de un tiempo y un país, Colombia? Pues estás muy equivocado/a.
Lo que vas a ver es un thriller baratito y descafeinado que usa la figura de Escobar como reclamo.

Una historia mil veces contada sin ningún gancho especial, con una estructura narrativa que recuerda poderosamente a la de otras películas más notables como por ejemplo “El último rey de Escocia”.
Es decir, la del pringado que acaba atrapado en el círculo de un sátrapa/ criminal sanguinario y carismático.

Aquí los únicos lujos son las breves intervenciones de Benicio del Toro y la belleza de Claudia Traisac.
El resto es pura mediocridad, especialmente la actuación de Josh Hutcherson que crea un protagonista tan aséptico y carente de matices que es difícil implicarse con él. Y claro, sin empatía este tipo de película está condenado al tedio.

De todas formas, el auténtico crimen, y la razón por la que soy tan duro puntuándola es el deficiente uso de la controvertida figura de Pablo Escobar.
Una película que desaprovecha de esta manera al rey del narcotráfico y a Benicio del Toro no se merece otra cosa.

Estas líneas van por ti Alfredo (Philippe Noiret).

Gracias a ti y al chicuelo de Toto siento cariño por un film que de otra forma se me hubiera hecho enervantemente empalagoso y complaciente.
Como si hubiera tenido durante toda la proyección al cursi de Giuseppe Tornatore dándome codazos para que reparara en sus bonitas metáforas de amor al cine.
Y por si no fuera suficiente a Ennio Morricone, al otro lado secuestrado, repitiendo una y otra vez el tema principal de la película por si no me había dado cuenta.

No te sientas culpable por ese Toto adolescente desustanciado inmerso en un romance de tres al cuarto. Tú hiciste lo que pudiste. Y además, ¿a quién le importa cómo hizo fortuna?

Al final solo hay nostalgia y besos. Y es que no hay censura que pueda con el amor. Amor al cine.

Un abrazo.

Como no podía ser de otro modo finalmente acabé visionando la última película sensación del cine español. Y tras hacerlo todavía me ha resultado más chocante su éxito.
Porque gracia, lo que se dice gracia, no me ha hecho mucha. De acuerdo que es una comedia romántica simpática y amable que se deja ver. Pero que un contraste de tópicos regionales tenga tanto gancho en taquilla... Habla un poco de lo provincianos que somos.

Las diferencias existen, cierto. Pero creo que si viajáramos un poco más no nos importarían tanto ni les daríamos tanta trascendencia. Nos resultaría más evidente que en esencia nos parecemos todos mucho, y no seríamos tan fácilmente manipulables por todos aquellos que viven a cuerpo de rey instalados en ellas explotando nuestros prejuicios y miedos.

No obstante, si hay algo por lo que me alegro del éxito de esta película menor, es que haya retratado la cara más positiva del País Vasco y sus buenas gentes.
Lo mejor para mí es la actuación de Karra Elejalde interpretando con tanta naturalidad, nobleza y humanidad ese caricaturesco vasco que es su personaje. Eso y las hermosas estampas de esa privilegiada tierra, bella e indómita donde las haya.
Fuera o dentro, pero siempre amigos, gora Euskadi y gora Euskal Herria.

El mágico cuentacuentos Wes ha vuelto a la ciudad.
Es hora de dejarse llevar a la imaginaria Europa de Zubrowka y visitar el hermoso y decadente Grand Hotel Budapest.
Hoy refugio de almas solitarias pero antaño uno de los hoteles más prestigiosos y refinados del continente.

Una estética preciosista e imposible, cromatismos salidos de la paleta de un pintor, planos medidos al milímetro, un reparto de lujo encarnando un ejército de personajes teatrales y carismáticos (quizá un tanto particulares, pero ya saben cómo es Wes, con él poco o nada es convencional), un florido lenguaje y ese halo nostálgico tan característico de las creaciones de su director, es lo que encontrarán.
Ya verán como disfrutan en la compañía de Gustav y su pupilo Zero. Seguro que se encariñan con ellos.

Además la película está llena de pequeñas travesuras que les harán mantener una sonrisa casi perenne durante su metraje. Atrezos estrambóticos, diálogos juguetones, slapsticks recurrentes, requiebros de guión y todo tipo de juegos con la cámara se encargarán de ello.
Ah! Y nuestro hilo musical... el maestro Desplat les encantará.

En definitiva, Anderson cinco estrellas. Vengan a visitarnos, no se arrepentirán.

Al club de los niños bordes se incorpora esta huérfana rusa con trampa (spoiler).

El argumento básicamente es el acostumbrado en este tipo de películas. Sospechosa niña de apariencia adorable que esconde en su interior un monstruito con muy malas ideas.

Lo mejor de esta comedia de suspense-terror, la disfrutable interpretación de la starlet protagonista Isabelle Fuhrman , alguna que otra “inocente” trastada y el giro argumental del final, que es de traca (por irrisorio, se entiende).

Todo lo demás es muy estándar, con las típicas incoherencias de guión para facilitar que la diabólica niña (con un aparente complejo de Electra de campeonato) pueda putear a placer a sus masoquistas tutores legales, hermanastros, compañeros de escuela y ciudadanía en general.

En resumidas cuentas, un sencillo y malsano entretenimiento. (Sesuda reflexión en spoiler)