La película narra una gran historia de amistad, aventuras y pillería contada de una forma muy entretenida; donde Lawrence de Arabia fallaba, esta acierta: amenidad y sentido del ritmo.

La química entre Caine y Connery es muy buena, y la historia está salpicada de innumerables perlas de humor que la hacen muy fluida desde el punto de vista de la narración.

Son más que evidentes los homenajes al Quijote en determinados momentos de la cinta: el episodio del "gobierno de la ínsula", sin ir más lejos, está clavado al ciento por ciento.

Sin duda estamos ante otro gran título del maestro Huston, un director cuyo gran (y talentoso) legado a veces olvidamos.

No me tiembla la voz al afirmar que me aburrió. Se trata de un trabajo irregular que avanza a trompicones y que ni siquiera destaca en el plano interpretativo. Tan solo me llamaron la atención, visualmente, un par de planos en los que se juega magistralmente con las sombras proyectadas sobre una pared. Pero se me hizo larga, larguísima.

A juzgar por su nota en FilmAffinity, parece que el hecho de ser una de las pioneras en su género le hizo gran favor. A mí, sin embargo, me sigue pareciendo un poco tostón por más clásico que se precie. Las cosas como son: un par de planos no hacen buena a una película. Ni siquiera para un nostálgico confeso como el que suscribe.

En un primer visionado es una película que te deja un tanto frío, o si no frío, sí al menos con un cierto poso agridulce. En el apartado visual no le podemos poner ningún pero: Ridley Scott fue siempre un maestro en este aspecto. Es el guión el que parece carecer de una fluidez natural. Los duelos están excelentemente rodados, pero los sucesivos encuentros entre la pareja protagonista se me antojan demasiado fortuitos, demasiado casuales, y eso, a la postre, le resta mucho a la historia. Se echa en falta también una justificación inicial más sólida, sobre todo, en lo tocante al comportamiento del personaje interpretado por Harvey Keitel. Y es que esta peligrosa lucha por salvaguardar el honor irrumpe muy bruscamente en pantalla, de una forma un poco tonta si me apuran.

Los duelos a espada son magníficos y la escena final memorable. La fotografía del paraje en el que tiene lugar esa última lucha ya vale por sí sola media película.

He querido verla entera por cabezonería, pero la peli es mala de narices. Ni cuento de hadas, ni magia, ni ocho cuartos: no hay por donde cogerla. No entiendo cómo alguien se lanza a filmar una historia de éstas, con el pastón que cuestan estas cosas, con ese churro de guión que posee. Me siento realmente estafado. Menos mal que la vi en televisión y no tuve que pagar por ella...

No hay nada que se pueda salvar en "Quiéreme si te atreves". Ni tan siquiera es original. Si quieren ver una buena cinta con juegos peligrosos en su argumento, busquen "The Game" (David Fincher, 1997). Esta se rodó con la técnica del "todo vale, todo entra; ¡filmémoslo!". Así les quedó... Lo mejor, con diferencia, el tema de "La Vie en Rose" en su versión de Louis Armstrong.

Es la más larga de las tres pero al menos en el cine, y en un primer visionado, no acusa su demencial metraje (¡2 horas y 45 minutos!). Eso dice mucho a su favor. Ahora bien, el malo es más plano que el encefalograma de una estatua sin cabeza: su mayor atractivo, repartir hostias como panes y una máscara con megáfono incorporado... No me gusta su doblaje al español. Algunos secundarios lucen especialmente (Joseph Gordon-Levitt), mientras que otros, en principio más vistosos, no dan de sí demasiado (Anne Hathaway). La película, sin embargo, hace buena la máxima de que un buen final hace buena una peli no tan buena. Correcto "cierre" de trilogía. Sin más. Pero la leyenda es cosa del pasado. Ninguna como la primera: "Batman Begins".