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Argentina Argentina · Tucumán
Críticas de Cioran
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
Supongamos que Nueva York es una ciudad (Miniserie de TV)
MiniserieDocumental
Estados Unidos2021
7,1
2.297
Documental, Intervenciones de: Fran Lebowitz, Martin Scorsese, Alec Baldwin, Spike Lee, Olivia Wilde ...
4
7 de marzo de 2021
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si debo disculparme por mi absoluta ignorancia acerca de esta mujer. Me costó digerir el primer episodio, desde el formato excesivamente yanqui, hasta la risa sobreactuada de Scorsese. Pero me armé de paciencia y vi el segundo, empecé a interesarme cuando ella no pretende ser graciosa, y habla de Charles Mingus o de Duke Ellington; o en el cuarto capítulo, cuando cuenta su pésima experiencia en el negocio inmobiliario, comprando un departamento tres veces más caro de lo que podía permitirse, y apenas había cerrado trato, los precios inmobiliarios empezaron a bajar.

Pero hay algo que no termino de entender: ¿por qué nosotros, los hispanoamericanos, deberíamos conocerla? ¿Porque Netflix marca tendencias? ¿Porque Scorsese la patrocina?

Cualquier joven más o menos ocurrente, malhumorado y antisocial, podría escribir una columna semanal llamada “Supongamos que Pehuajó es una ciudad”. Y tendría material de sobra para practicar golpes de ingenio, pero claro, no sería Nueva York ni estaría canonizado por Scorsese.

Trato de ignorar a mi duende sudamericano que me dice: “Resulta que ellos no tienen idea de quién es Roberto Arlt y qué son las ´Aguas fuertes porteñas´, pero nosotros sí tenemos que conocer a esta mujer y festejar sus ocurrencias como si de un fenómeno mundial se tratara”. Allí donde ella arranca carcajadas del público o de Scorsese, yo me quedaba entre indiferente y culposo, como si me hubiera perdido el chiste del siglo.
Alguien podrá decir que la respuesta hilarante del público es genuina y el documental no hace más que registrarla. Muy bien, pero esa risa fácil de Scorsese, como subrayando las partes donde todos deben hacerse eco, ¿era necesaria?

Alguna vez Spielberg creyó que podía con todos los géneros, y probó suerte en la comedia con “1941”, de 1979, el público respondió mal en la taquilla, y dudo que el director recuerde aquella película con orgullo. En este proyecto de Scorsese, lejos de ser catastrófico como aquel, no obstante, algo no encaja con el tono. Machaca una y otra vez la faceta humorística de Lebowitz, en plan de Stand up, cuando son más interesantes aquellos paréntesis de seriedad, donde cuenta sus comienzos difíciles, su relación con el dinero, etc. Me genera empatía como laburante que debió rebuscárselas trabajando hasta de taxista, y en Nueva York, nada menos. Conoce el underground, y supongo que Scorsese pensó que una perspectiva lesbiana aportaría un plus todavía más interesante y exótico a esta ciudad (ya de por sí legendaria). El problema es que, en este sentido, ella tampoco rememora nada escandaloso, ni siquiera una viñeta modesta al estilo “Walk on the Wild Side”, de Lou Reed, ni nada que se parezca.

Para colmo, cuando trato de investigar un poco sobre ella, Wikipedia tampoco realza su imagen de escritora: “Desde entonces [1994], Lebowitz ha trabajado en varios proyectos para libros que no fueron finalmente terminados. Durante más de dos décadas ha anunciado la escritura de Exterior Signs of Wealth, una postergada novela sobre millonarios […]. Vanity Fair publicó un primer extracto de su obra Progress in 2004, pero todavía sigue siendo un trabajo en curso. Al hablar sobre su bloqueo como escritora, ha manifestado: ´Mi editor […] dice que la parálisis que tengo respecto a la escritura está causada por excesiva reverencia hacia la palabra escrita, y probablemente tiene razón´ ”.

Tampoco sería justo decir que en las tres horas y media de documental no haya una sola intervención graciosa o profunda. Graciosa, al conductor de un programa televisivo le resultó sospechoso que Lebowitz no asista a espectáculos deportivos, ni se identifique con equipo alguno; y no le interesan sencillamente porque son empresas, explica, no entiende que una hinchada festeje el triunfo de una empresa, nunca vio a nadie festejar en las calles el triunfo de Coca-Cola o de McDonald´s. Profundo, aquel pasaje triste y bonito donde nos recuerda que solo tenemos una sola vida, y los libros la hacen mucho más rica, porque a través de ellos es como si accediéramos a cientos, a miles vidas.

Trato de ordenar este itinerario de impresiones. Primero, ¿realmente Fran Lebowitz levanta tanta polvareda entre los angloamericanos? ¿O será puro marketing? Después, el problema no es Lebowitz sino Scorsese. Aunque pasemos por alto su risa fácil, los seguidores hubiéramos agradecido que las bondades del montaje compensaran la festividad casi ubicua, y que la atmósfera del conjunto se tiña con la típica crudeza Scorsese. Frente a toda esa luminaria de teatros colmados, un contrapunto de tabernas sombrías, la mujer de las deudas frente al hombre de la risa, como quien susurra una confesión inútil de monja resentida. Él, como quien ejercita su frustrada vocación de cura. Los dos sacándose de encima toda esa pompa ruidosa.

¿Habrán jugado alguna especie de apuesta?, aventuro para terminar. La periodista no parece muy a gusto con la exposición pública. Mal gestada, su torpe andar por calles reales se vuelve sigiloso entre maquetas de Nueva York cuando juega a Gotzilla. Va y viene por la vereda a las órdenes del director, desfila como una freak en la pasarela. ¿Y él?, él hace lo que puede para ayudar a su amiga, o acaso entregó esta serie documental a Netflix para saldar la deuda de una apuesta perdida.
Cioran
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