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España España · Madrid
Críticas de Sinzz3r
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
9
19 de enero de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que tienen melodías muy buenas, propias, que surgen de ellas, y hay otras películas que son melodía en sí misma. La La Land (La ciudad de las estrellas) es de estas últimas. Películas que hacen y son magia, música y poesía.

Si Damien Chazelle, con tan solo 32 años –recién cumplidos– se hizo un hueco con Whiplash, con La La Land se ha coronado, ha clavado la bandera y declarado suyo el territorio. Ambas películas relatan lo costoso de luchar por tus sueños y el coste de estos mismos, pero aquí el director opera como un protagonista más, juega con los colores de tal manera que el resultado visual es atractivo y explosivo, realiza planos maravillosos y cuidados al máximo –aunque a veces peca de excesivo– y sabe lo que quiere contar y cómo contarlo, cualidad que no todos pueden presumir de tener.

Y es que La La Land no es un musical al uso, es más, ni tan siquiera es un musical. La característica de este género es la capacidad que tienen de narrar la historia a través de música, ritmos, bailes, es la espina dorsal de las películas de este tipo, y aquí funciona más como un complemento. Añadido que para qué engañarnos, es de lo más agradable y vistoso. La película de Chazelle es una historia de amor y, siguiendo con lo anterior, el camino de los sueños; es la expresión de elegir entre tu amor o tu anhelo.

La narración, y como anomalía de esta cinta, se divide en 5 partes que vienen a ser 5 estaciones distintas, cada una de ellas bien delimitadas, cohesionadas y desarrolladas, no sientes en ningún momento que falten cosas, que en algún instante se precipiten las cosas sin sentido o que esté todo pegado con cola a la fuerza. Introducción, seducción, amor, desenlace y epílogo se traducen en Invierno 1, Primavera, Verano, Otoño e Invierno 2.

Sin embargo, tanto dirección como narración no serían lo mismo sin el dúo protagonista, Mia (Emma Stone) y Sebastian (Ryan Gosling), actores que se cargan todo el peso de la película sobre sus hombros, hecho que se constata en la ausencia de secundarios –a excepción del siempre insuperable J.K. Simmons, que siempre te deja con ganas de más y más–. El romance es creíble, no impostado, y las interpretaciones tienen fuerza. ¿El problema? Que la estrella y la que se lleva toda la atención del mundo es Emma Stone. Mientras que Gosling cumple –seamos sinceros, no es un actor excelso– y se dedica a hacer buena presencia en la película, Stone reluce con luz propia. Es de las pocas actrices que dicen más con su rostro y con su mirada que con palabras; consigue transmitir –que no empatizar– sentimientos mediante planos silenciosos y mantenidos, y eso, amigos, es muy difícil. Junto con Amy Adams es de las que llevan llamando fuertemente a las puertas de los Oscars, y más tarde o temprano acabará entrando.

Si tengo que ponerle fallos diría que sus coreografías son buenas pero simples, nada del otro mundo, y su banda sonora, que a pesar de tener alguna que otra joya –City Of Stars, por ejemplo–, no es algo que se vaya a quedar impregnado en el imaginario y que trascienda a su tiempo, con canciones no demasiado diferenciadas unas de otras y un repertorio algo comedido.

Como Chazelle siga por este camino conseguirá que no solo él ame la música y contar buenas historias, logrará que también nosotros le amemos a él, porque a veces entre tantos efectos especiales, explosiones y héroes, conviene bailar, tatarear o recordar la sensación de rozar por primera vez las manos de esa persona especial en el cine. Amor por, para y desde la gran pantalla.
Sinzz3r
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6
29 de diciembre de 2017
10 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos una de las producciones más atípicas de la serie. Mundo postapocalíptico, en blanco y negro y con una narración que se compone por escasas 10 frases en su casi hora de duración. Aquí no hay redes sociales, realidades virtuales o chips inducidos, es pura y llana supervivencia más primitiva.

El mundo se ha ido al garete, los aparentes pocos seres humanos vagan por la tierra en busca de víveres y los únicos enemigos son unas máquinas cuadrúpedas con una capacidad de rastreo increíble. En la historia los protagonistas (la protagonista) paran en un almacén olvidado donde se encuentran con uno de estos enemigos e inicia la persecución. Esto podría haber sido el resumen del primer acto de una película pero es el resumen de todos los 60 minutos del capítulo.

El desasosiego y la angustia están presentes desde el primer momento del 'film' intentando discernir constantemente si la protagonista consigue escaparse o no. Portagonista (Maxine Peake) que lleva a cabo una actuación espectacular (la escena final).

Como digo 'Metalhead' es el episodio más raro y probablemente que más indiferente puede dejar a las personas (me incluyo), pero esto no quita que sirva como alivio a tanta entrega 'Black-Mirroriana' que nos tiene acostumbrado Brooker. Se sale de los esquemas típicos y nos da un híbrido entre 'Depredator' y 'The Road'.

Quizá como pega, además de lo mencionado anteriormente, es que aquí la falta de información (algo característico de cada entrega de la serie) juega una gran mala jugada. Cada episodio nos presenta un mundo totalmente distinto y nuevo que vamos entendiendo conforme avanzamos en el visionado, sin embargo, en 'Metalhead' el mundo es más complejo y con menos detalles que nos ayuden y sobre los que reconstruir lo que ha sucedido, para entenderlo y en definitiva para empatizar minimamente con los protagonistas.

A pesar de ello, posee potentes elementos de terror (es David Slade, ya sabemos que en esto sabe lo que se hace) y nos alejamos de lo que nos tenía acostumbrados Charlie Brooker hasta ahora.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sinzz3r
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7
16 de diciembre de 2016
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gareth Edwards, después de habernos dado la maravilla de 'Monsters' y más tarde el blockbusters esquemático que fue 'Godzilla', vuelve con la que posiblemente sea la mayor carga de su vida: añadir material al imaginario de la galaxia más famosa del cine. Entrando de lleno creo que el mayor problema de esta película es que ha dado a entender al gran público que se titula 'Star Wars: Rogue One' y no 'Rogue One (Una Historia de Star Wars)', y me explico a continuación.

¿Tiene la esencia del universo de las estrellas impregnada en ella? Sí ¿Es una más del pack? No. Rogue One es una película sucia, oscura -de verdad, no únicamente en su apartado de tonos cromáticos- y bélica con una mirada real sobre los entresijos de lo que una verdadera guerra civil -galáctica en este caso- debe de ser. Aquí se aparta la mayor parte de los rasgos infantiles y de manual que caracterizaron a la trilogía principal y te muestra de lleno que ni los buenos son tan buenos, ni los malos tan malos. Los Rebeldes no son únicamente revolucionarios de moralidad intachable que luchan por devolver la paz y la democracia al universo, son personas de carne y hueso que como los del Imperio deben cumplir órdenes, les gusten o no, sean correctas o no; es su misión y están motivados por un ideal.

Y esto me ayuda a enlazar con una de las partes más criticadas: los personajes. Concuerdo totalmente en su falta de desarrollo, transiciones muy forzadas y con una carga emocional que a veces no te puedes creer, por mucho Star Wars que sea. Sí, son planos y están ahí leyendo un guión y no creyéndoselo, pero es que por una vez esto está más que justificado. La saga te cuenta en resumidas cuentas la vida problemática de la familia Skywalker (Anakin en las precuelas y Luke en las originales) y esta no. En Rogue One lo importante es el fin, el objeto de deseo que suponen los planos de la Estrella de la Muerte y lo que se sacrificó para que meses después un jóven granjero la destruyera; te muestra que para que unos ganen y se convierten en héroes con medallas en el pecho otros anónimos se dejan la piel y la vida.

Esta justificación no quita que Jyn Erso se tire toda la película con la misma cara, que Bodhi Rook (Riz Ahmed) esté ahí porque sí, que hayan desaprovechado el enorme potencial de Mads Mikkelsen o Forest Whitaker, que tengan que meter sí o también en todas las películas un robot medio gracioso medio útil como es K2SO o el villano intepretado por Mads Mikkelsen, que cumple pero no destaca. Mención especial -mal que les pese a los haters- al personaje de Diego Luna (Cassian Andor) que encarna la figura del soldado atormentado por la guerra y todo lo que esta conlleva -aunque alguna que otra escena sea muy postiza-, y el dúo fe/nihilismo que suponen Chirrut Imwe (Donnie Yen) y Baze Malbus (Jiang Wen), que personifican el conflicto que todos tenemos al menos una vez en la vida.

El fan-service en esta película aparece en grandes dosis y por ello a veces da la impresión de querer quitarte los billetes del bolsillo y no contarte una buena historia. Algún CGI y aparición sobran, quiero que me cuenten una nueva historia, no que únicamente me hagan saltar de la butaca por la añoranza.
El 2º acto de la película es en ocasiones infumable, aburrido e incluso llega a ser tedioso, los problemas de rodaje que tuvieron y en los que Disney intervino deben de andar por ahí. Eso o los ya clásicos 'gags' de humor a los que son tan proclives, llueva, haga frío o sea un momento dramático.

Se nota que aquí Star Wars es mero 'lore', únicamente escenario o excusa para contarte una historia y se nota porque su referente no es esta saga sino películas como 'Apocalypse Now' o 'Salvar al Soldado Ryan'. No es la mejor película de las 8, ni la peor, cumple con su cometido y te regala unos efectos y un fan-service que a los veteranos de la saga nos obligarán a aplaudir con las orejas.

Problamente con perspectiva y con las re-visualizaciones la nota bajará, como ya me ocurrió con The Force Awakens, pero maldita sea, por Darth Vader y el tono bélico le casco un 7,5/8.

Lo mejor:
- Auténtica Guerra Civil Galáctica, represión, pobreza, suciedad, conflictos bien/mal.
- Darth (Fckin') Vader.
- La infinidad de planetas.
- 3er Acto

Lo peor:
- 2º Acto
- Una Felicity Jones que compite con Hayden Christensen en caras.
- Ya está bien de opresión robótica, ¡dejad a los 'C3PO' de turno en paz!
- Se os está yendo la mano con los CGI y las apariciones sin sentido.
Sinzz3r
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6
21 de abril de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La intimidad no existe desde el inicio de la historia. Fue creada cuando una de las historias de la Biblia (“Historia de Susana”) se convirtió en principio para una nueva mirada artística con Tintoretto o Rubens a la cabeza. Fue en ese momento cuando la intimidad empezó a pensarse como aquello fuera del espacio público, aquello apartado a la exclusividad de nuestros ojos y de nuestras pasiones con tintes eminentemente patriarcales. Lo que hace 4 siglos fue la irrupción de la mirada masculina en la esfera privada, es hoy la “salvamenización” de una vida política conducida por una hipócrita austeridad moral.

Jason Reitman aborda por primera vez en su filmografía una historia real apoyándose en la novela homónima de Matt Bai (“All the Truth Is Out”) pero con la misma sensibilidad antes vista en sus notables ‘Juno’ o ‘Tully’. Es probablemente gracias a esto último que el director consigue evitar los pozos de ambición recurrentes en el género y no da respuestas taxativas ni obliga a posicionarse al espectador; pintar en lugar de educar. Un trabajo de clasicismo que se hace notar en la realización sin artificios fílmicos con claras orientaciones al mejor cine de intrigas políticas del gran Pakula (“El informe Pelícano”, “Todos los hombres del presidente”).

El peso dramático lo carga un más que convincente Hugh Jackman en las botas del inocente senador a la presidencia de los Estados Unidos Gary Hart, pero el argumento centra su atención en las relaciones y contradicciones de dos mundos, político y periodístico, que ya veían difuminar sus fronteras y empezaban un baile de pisarse los pies que sigue hoy vigente. El tercer pivote de la historia, la familia, es el único en el que claramente Reitman toma partido y nos presenta a una cálida, tenaz y decidida Vera Farmiga (Oletha Hart en la película) que, junto con J.K. Simmons, tienen la capacidad de eclipsar las mas de las veces a Jackman.

'El Candidato’, obsequio envuelto en papel de regalo de los años 70, habla de la política americana en los estertores de un mundo que estaba a punto de cambiar radicalmente. Tras Reagan y la caída de la URSS  los temas cardinales iban a desplazarse de forma significativa de la economía y de la política al puritanismo hiperbólico de las sociedades del fin de la historia que canonizó Fukuyama. La política hoy sin la ética cae en saco roto, pues la intimidad nunca nos ha pertenecido realmente.
Sinzz3r
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8
18 de octubre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando le preguntaron a Paolo Sorrentino por qué buscaba siempre la belleza en todos sus trabajos, este contestó que no entendía cómo podía ganarse la confianza de alguien diciéndole que iba a ver algo feo; las películas, en última instancia, tenían que ser epicúreas y rendirse a lo bello. Entender como Albert Camus, que la belleza nos salvará. Noé hace suya esta tesis y la lleva al paroxismo. Un autor que vuelve a la retórica y a la sustancia del expresionismo abandonando la razón objetiva y abrazando la pasión. Una pista para el espectador: en las épocas donde se rompe con las verdades absolutas, todo esto sale a flote. Pasó en el entreguerras, en el mayo del 68 y está pasado ahora.

‘Climax’ parte de un continuum de la índole de Noé presente en todos sus trabajos, el pestañeo de cámara, la voz complementaria –aquí es la música y los colores que denotan emociones-, la estructura y narración desordenada pero no caótica, el movimiento de cámara que huye del maniqueísmo o los propios planos secuencias que aquí cobran mayor significación y protagonismo llegando a ser elemento constitutivo del film. Además, a los temas ya tratados –drogas, incesto, amor- se les une otros de radical actualidad que conforman el marco posmoderno en el que siempre inserta sus obras; véase la banalización del sexo y del fascismo, la violencia machista o el aborto, el inocente como chivo expiatorio o el papel sobre protector y nocivo sobre los niños.

Por otra parte, la ambición del director argentino de huir de las obras artísticamente monolíticas sigue estando presente, queriendo crear experiencias en movimiento netamente sensoriales. Allí donde lo moral o argumental se cuenta a través de un viaje, aquí se subvierte haciendo que el viaje se vea propiamente como lo moral (o inmoral) y argumental. Quizá su tercer acto sea el más experimental y donde se regodea en sí mismo, cuando la cámara y sus flip-over se convierten en un actor más y nos impiden que toquemos el suelo; nos pone en una posición incómoda y nos prohíbe escapar demostrando, una vez más, que es un genio de la manipulación en sus películas, siendo totalmente efectivo si tú, como espectador, te dejas embaucar.

Las interpretaciones de ‘Climax’ están abiertas más que nunca. Yo prefiero quedarme con la crítica posmoderna de la sociedad, donde los intercambios colectivos tienen sentido únicamente como algo cósico, externo, y como mero medio para afirmar nuestra individualidad que, en el final inevitable, acaba rompiendo todo lo social. A Noé se le podrá acusar de cínico, pero al final es de los pocos que son capaces de demostrar que el esteticismo no siempre choca con lo sustantivo. Cuando lo posmoderno es ley, viene a decirnos, lo contracultural (expresionista) se vuelve orden.
Sinzz3r
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