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España España · Marbella
Críticas de SUSTOVISION
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Críticas 53
Críticas ordenadas por utilidad
2
4 de septiembre de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno no le pide mucho a la vida, o por lo menos, que no le tomen el pelo más de lo suficiente. Ya sé que la vida está muy mala y hay que buscarse las lentejas de cualquier forma, pero perpetrar una película de esta catadura no tiene perdón de dios (expresión muy propia).
Ya sé que las pelis de exorcismos son "sota, caballo y rey", es decir, ya sabes lo que te vas a encontrar, pero uno al menos desea que la historia te la cuenten con un mínimo de originalidad, frescura, salero o perspectiva. Ya sabemos QUÉ nos van a contar, pero al menos esperamos que el CÓMO esté bien.
Nada de eso encontramos en "the Vatican Tapes". Aunque la idea original puede tener su interés (un departamento dentro del Vaticano dedicado a prevenir la aparición del anti-cristo) el desarrollo y la puesta en escena es lamentable, propio de un telefilm de sobremesa para coger a gusto la siesta.
Se salvan de la quema algunos momentos del film, como el del policía y las bombillas (donde sale mi adorado Michael Paré, héroe cutre-max de los años 80 y 90 de las películas de acción del videoclub, que repartía hostias como panes y se ponía pantalones vaqueros una talla menos para marcar huevera). Algún efecto especial está bien planteado y la traca final no está mal. También se plantea una mini-cuestión moral en menos de 30 segundos que está, supongo, para quedar bien ante la crítica "gafapastoide". Pero volvemos a lo mismo: esos pequeños detalles prometedores no justifican una película llena de tópicos, aburrimiento, estereotipos y momentos vistos un millón de veces.
Hemos picado y volveremos a picar, porque la palabra "exorcismo" vende. Pero que no me esperen para ver un "Exorcismo en el Vaticano II".
Por cierto, lo de los huevos es para partirse de risa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
SUSTOVISION
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8
27 de agosto de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dario Argento es sinónimo de arte. Nadie como él sabe conjugar la arquitectura, la pintura y la escultura con la trama de sus películas de terror, aportando a través de estas obras artísticas multitud de sentimientos contradictorios y muy intensos. En la memoria quedan momentos impresionantes como el asesinato del pianista ciego en la Plaza de los Tres Templos de Munich ("Suspiria") donde la diafanidad del espacio era el elemento más amenazante, o el intento de asesinato al comienzo de "El pájaro de las plumas de cristal" con la víctima retozando entre esculturas inmensas. El arte es un elemento fundamental en las películas de Argento y al ser el muchacho italiano solo tiene que asomarse a las calles de Roma o Florencia para situar las localizaciones de sus películas. Si este elemento falla (como ocurrió en su fallida aventura americana "Trauma") la película resulta coja, sin ese halo de misterio y magnificencia que caracteriza a sus films. Pues bien, siguiendo el hilo del argumento, era inevitable que Argento diera un protagonismo fundamental a esto de la cosa artística y en "El síndrome de Stendhal" podemos ver una impresionante simbiosis entre realidad y ficción a través de las obras de arte que pueblan el film. No obstante y para que no cunda el pánico, aquellos espectadores a los que el arte les importe un pimiento que no huyan despavoridos, porque esto es una película 100% Argento, o sea que la ración de asesinatos bestiales, casquería infinita y giros imprevistos del guión también hacen acto de presencia (y de una manera impresionante, apostillo).
La película posee un guión muy original que aporta mucha frescura e interés a la trama. Podríamos dividir el film en tres partes, siendo cada parte una película independiente en sí misma pero magistralmente enlazada por el buen hacer de Argento. En la primera parte tenemos a la detective Anna amnésica perdida, víctima de las agresiones del asesino, intentando reconstruir su pasado a través de una simbiosis total con las obras de arte que la fascinan y que la atormentan. Aquí podemos ver un soberbio trabajo de los efectos especiales, que según cuenta la wikipedia, fue la primera vez que una película italiana empleó imágenes generadas por computadora. Pues bien, para ser la primera vez le quedó el tema increíble, mezclando realidad, ficción, recuerdos y flashbacks de una manera impresionante (vamos, que los cuadros cobran vida literalmente y parece que van a saltar del marco para cogerte de tus partes nobles). Este primer segmento posee una atmósfera onírica muy poética pero también muy siniestra y horrible.
En la segunda parte del film vemos como Anna ha recuperado la memoria e intenta seguir adelante con su vida, una vida hecha pedazos por las agresiones que sufrió de manos del asesino. Aquí Anna sufre la primera metamorfosis, adquiriendo aspectos masculinos y aumentando su agresividad (es impresionante la escena en la que la propia Anna intenta violar a su ex-novio). Asustada por este cambio, decide regresar a su pueblo con su familia, buscando refugio en los paraísos de la infancia, pero el intento tampoco funciona. No obstante, será aquí donde Anna resolverá (aparentemente) todos sus traumas con una catarsis final y bestial que te dejará con la boca abierta. Esta segunda parte tiene momentos muy tranquilos, aparentemente intrascendentes pero que sirven para crear una atmósfera familiar de la que Anna es dolorosamente ajena, por más que intente volver a su antigua vida.
Y en la última parte del film, vemos a una Anna recuperada, sana, que ha abandonado su carácter andrógino y abraza de nuevo su femineidad. La muchacha desea vivir feliz y en paz e incluso se echará un novio guapetón y francés. No obstante, la sombra del asesino todavía acosa a Anna, impidiéndole ser completamente feliz y generando más muerte e destrucción.
Todo este argumento no hubiera sido tan genial sin la impresionante interpretación de Asia Argento, que la muchacha hace un papel de Oscar mayer. Asia sabe darle a su papel todos los matices y contradicciones que posee un rol tan difícil como el suyo, a veces frágil e indefensa, a veces fuerte y cañera, otorgando verosimilitud a un personaje tan complejo y fascinante.
Tampoco podemos olvidar el gran trabajo en el apartado musical de Ennio Morricone, con unas melodías hipnóticas y acojonantes.
Resumiendo, la película es una maravilla, digna de los mejores tiempos de Argento. Entre los muchos momentos gloriosos del film, destaca su final, muy atípico y anti-climático que resume a la perfección la trama del largometraje: los hombres son capaces de una terrible maldad o de una maravillosa bondad.
SUSTOVISION
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7
28 de agosto de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La noche de Walpurgis” es el paradigma de las pelis de hombres-lobos, de la cual se pueden obtener valiosas enseñanzas que paso a enumerar:
1º. Para ser un buen hombre lobo, tienes que ser español, bajito, fornido y con alopecia incipiente. Más o menos como Paul Naschy. Además, tienes que ir vestido como Raphael: con camisa y pantalones negros (lo cual es un inconveniente, porque si tienes que luchar contra una vampira en una catacumba, te pones el traje perdido de polvo y arena).
2º. Mentalízate: aunque nominalmente seas un hombre-lobo, te parecerás más a un perro.
3º. En las noches de luna llena te transformarás en monstruo, aunque no hay mal que por bien no venga, porque seguramente habrá cerca una bruja cometiendo maldades o un científico loco dispuesto a dominar el mundo o una vampiresa lasciva con ganas de juerga.
4º. Te transformarás como la vuelta ciclista: por etapas. Primero, la cara sin un pelo, después pones el efecto “atenuar” en la transición de vídeo y apareces con más pelos. Después otra vez “atenuar” y tienes más pelos y al final, otra atenuación y ya tienes cara de perro.
5º. Cuando te transformes, es imprescindible desordenar la habitación: tiras los libros de la mesa, descuelgas los cuadros, rompes la vajilla, etc. Y si la transformación se produce en una catacumba, pues igual: rompes las lápidas, tiras al suelo los esqueletos, quitas las telarañas del techo, etc. Y no te preocupes, tómate tu tiempo, porque tus víctimas, en vez de salir corriendo, se te quedan mirando embobados.
6º. Tarde o temprano te ligarás a una rubia cañón. No importa tu condición sexual ni tu estado civil. La muchacha potente se enamorará de ti ipso-facto (con ese cuerpazo castizo que se gasta Paul Naschy no me extraña), te jurará lealtad hasta los restos.
8º. Te comprarás unas cadenas para atarte en las noches de luna llena. No obstante, cómpratelas en un Bazar Oriental o en un Todo a 100, porque las cadenas se tienen que romper convenientemente en el momento oportuno, que si no ni tenemos película ni tenemos nada.
9º. El destete es obligatorio. Si vas a comerte a una campesina, primero rómpele la blusa así como el que no quiere la cosa. Esto no se aplica para las víctimas masculinas: con un arañazo en la cara basta y sobra, que como le pegues un bocado en el cuello la gente va a pensar otra cosa y de eso nada.
10º. Eres inmune a todo excepto a la plata. Y cuando digo inmune, digo inmune. O sea, si te van a hincar un cuchillo, cuando la hoja entre en contacto con tu camisa de Raphael, el cuchillo se transformará en un cuchillo de plástico ante el estupor del acuchillador.
11º. Aunque en el fondo eres español, en tu dni constará que eres polaco y te llamarás Waldemar Daninski. Vivirás aventuras en países exóticos como el Norte de Francia, pero no te preocupes si tienes morriña de tu tierra: en las paredes de los bares franceses hay anuncios de bebidas en castellano.
“La noche de Walpurgis” (Leon Klimovski, 1970, con guión de Jacinto Molina), es una obra maestra del frikismo español (de ahí su elevada nota). Aunque la película manifiesta una evidente falta de medios y posee un argumento plano y poco original, su puesta en escena estrambótica y casi surrealista y sus interpretaciones tópicas, engoladas y pedantes pero con una chispa entrañable, consiguen crear una obra única y peculiar, recordada con cariño por los aficionados. De ahí la venerada figura de Paul Naschy (Jacinto Molina), un hombre con un talento limitado pero con un tesón, una fuerza de voluntad, una profesionalidad y un carisma innegables y que cuenta con la admiración y el respeto de los aficionados al género, ya que para él, el hombre-lobo/Waldemar Daninski (o cualquier otro personaje monstruoso que interpretó, guionizó o dirigió) no era un mero papel. Su amor por el cine de terror es tan genuino como el nuestro.
SUSTOVISION
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9
27 de agosto de 2016
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La tetralogía del terror fantasmal mejicano compuesta por el gran director Carlos Enrique Taboada (México D.F. 1929-1997) que incluye "El libro de piedra", "Más negro que la noche" y "Veneno para las hadas" comienza con este film, "Hasta el viento tiene miedo", una gran película de fantasmas en la onda de la literatura anglosajona de terror gótico del siglo XIX. ¿Te gustan los relatos de miedo de Henry James, Robert Louis Stevenson, Mary Shelley o M.R. James? Pues ponte contento, porque Carlos Enrique Taboada consigue plasmar en sus películas la esencia de estos cuentos de susto clásicos donde priman las atmósferas tétricas y siniestras, pero también los momentos poéticos, melancólicos y románticos, todo ello expuesto con una refrescante sencillez argumental pero con una compleja puesta en escena al servicio de la historia y de los personajes. Pero sobre todo destaca la honradez del director, que en ningún momento quiere inventar la rueda ni marearnos con sorpresas inesperadas o piruetas argumentales. La historia que cuenta "Hasta el viento tiene miedo" es sobria, pausada e incluso fácilmente predecible. Es un relato clásico de almas en pena que quieren vengarse de los vivos sí o sí por haberlos fastidiado en vida, imparables en su deseo de venganza hasta haber conseguido sus propósitos de muerte y escarnio. No hay sorpresas ni trucos fáciles o baratos. La trama es sólida, la puesta en escena es interesante y el espectador disfruta de los momentos que tanto le asustaban de pequeño (y de mayor también): una puerta que chirría en la oscuridad, una inesperada luz en la ventana de una torre vieja y abandonada, un susurro desesperado que te llama en mitad de la noche...elementos clásicos y comunes del género de fantasmas que en manos de un buen director siguen siendo eficaces. Y Carlos Enrique Taboada era un buen director.
En cuanto a los personajes de la peli, destacan Marga López (en su papel de inflexible directora más mala que un dolor) y Maricruz Olivier (en su papel de maternal profesora más buena que el pan). En el apartado estudiantil, tenemos a un grupo de muchachas potentes y requetechulas, pero quizás un poco mayores para la edad que se supone que tienen sus personajes (en teoría son estudiantes adolescentes pero aquí la media de las chicas no baja de los 20 años) (dejando a un lado a Norma Lazareno, que está muy feo hablar de las edades de las señoritas, pero cuando hizo la película tenía 28 años más o menos). La protagonista del film (y vehículo del espíritu atormentado de Andrea) es Alicia Bonet, una monería de muchacha más guapa que un San Luis pero con un pequeño defecto. Cuando Luis Buñuel empezó a rodar en México, no le gustaba que los actores movieran las cejas continuamente y de manera exagerada, porque restaba seriedad a su personaje. Pues bien, Alicia Bonet no es que mueva las cejas, no, ¡es que sus cejas están vivas y tienen autonomía propia! Gloria bendita, mueve tanto las cejas que te quedas hipnotizado: arriba, abajo, arriba, abajo...bueno, dejando a un lado este pequeño detalle, la muchacha hace una buena interpretación, entre asustada y ausente (según la proximidad del fantasma de Andrea). Pero mi personaje favorito es, sin lugar a dudas, Kitty, la estudiante rebelde, dicharachera y un poco casquivana, el alma del internado y sexualmente activa, pero la pobre mía tiene un peinado horroroso que no le hace ningún favor ya que le hace parecer más vieja ¡Rupert, te necesito!
Carlos Enrique Taboada, además de buen director, tenía un buen ojo comercial y sabía que un internado femenino tenía mucho potencial a nivel erótico en su variante morbosa, por toda esa sexualidad reprimida y los socorridos conatos de lesbianismo latente. Por todo esto, el director muestra una serie de escenas sugerentes que sin mostrar nada lo dicen todo, y la elegancia y el buen gusto de las imágenes no le restan sensualidad al contenido. Tenemos un poco de todo: momentos en la ducha, celos e interés extra-curricular entre la directora y la profesora, tocamientos inocentes y, por supuesto, la genial escena del strip-tease, uno de los momentos más bizarros, surrealistas, divertidos y alucinantes del cine de fantasmas de todos los tiempos.
En fin, "Hasta el viento tiene miedo" es una gran película del culto del cine de terror mejicano y un ejemplo más de que la Hammer o cualquier otra productora inglesa o gringa no tenían la exclusiva en la realización de buenas películas de género. En su momento, la película de Carlos Enrique Taboada tuvo un éxito enorme y varias generaciones la recuerdan con cariño, por su sencillez, por su sinceridad y por su buen hacer (y por Kitty, no le quitemos mérito a la muchacha). Además, la peli conocerá remake en el 2007, de la mano del director Gustavo Moheno.
SUSTOVISION
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9
28 de agosto de 2016
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
1986. La movida se acaba. Da sus últimos coletazos y la frescura desquiciada del punk más despendolado, promiscuo y politoxicómano se va encauzando en formas culturales y sociales más políticamente correctas. El bello sueño en el que la libertad carecía de límites resultó no ser cierto. El santo vicio, el bendito desenfreno y el glorioso sexo pasaron de moda. La mierda sin etiquetas está “out” y la basura que no huele ni mancha está “in”. La larga marcha está a punto de llegar a su fin porque ya no puede continuar más. Sólo queda el desencanto mezclado con la angustia porque lo auténtico acaba y será sustituido por el vacío. “La Ley del deseo” es el punto y final fílmico y personal de un Almodóvar que sabe que una etapa de su vida ha llegado a su fin. Almodóvar debe abandonar poco a poco y sin que se note la provocación más rabiosa y vital para ponerse la lucrativa etiqueta de “enfant terrible”, porque todos le dicen (y él se lo cree) que esta etapa ya ha llegado a su fin, debe llegar a su fin. Pero no es el fin (nunca es el fin), porque 18 años después Almodóvar haría otra película sobre la movida (y sobre otras muchas cosas), “La Mala Educación”, una película estrechamente vinculada a ésta, complementándose ambas en una unión de realidades y recuerdos. “La ley del deseo” es la realidad de lo inmediato, del amante que está apunto de perder aquello que le hace sentir vivo. La infelicidad es el estado idóneo del escritor porque en esos momentos es cuando sus demonios internos afloran con más fuerza. Amamos lo que no tenemos y queremos lo que sabemos que vamos a perder. La química entre dos cuerpos es algo tan vulgar y biológico que parece casi un insulto que una función corporal tan trivial nos subyugue de semejante manera. Los mejores amores son los que no tienen ninguna razón de ser, son los que más rápidamente aparecen y los que se consumen (y te consumen) con más facilidad. En “La ley del deseo” el alter-ego de Almodóvar, Eusebio Poncela, es una persona perdida en lo personal cuyo única vía de escape es el trabajo continuo y cuyo único refugio es su familia: su hermana (Carmen Maura) y su sobrina (Manuela Velasco pre-REC). Las drogas y el sexo son pobres consuelos para la eterna insatisfacción del artista y la búsqueda de un alma gemela es una vana esperanza. El amante, el enemigo, el amor deseado, encontrado y perdido (Antonio Banderas) es el elemento caótico que enturbia y pone a flor de piel los sentimientos del director. El director cree querer a un muchacho (Miguel Molina) pero lo que no sabe (o no quiere saber) es que lo que realmente le atrae de esa relación es la imposibilidad del chico a quererle con la misma intensidad que él. Es el punto trágico que el director necesita para poder seguir trabajando, escribiendo, dirigiendo (que es lo que realmente le llena). La adoración del personaje de Antonio Banderas es conveniente y satisfactoria durante un tiempo, pero no tarda en volverse tediosa e insoportable para el director. Y yo me pregunto ¿era capaz el director de enamorarse de alguien? El hilo de la trama, el asesinato, las persecuciones, la amnesia son solo elementos circunstanciales que otorgan frescura y entretenimiento a la película. El fondo del film es esa ley no escrita de la que nadie escapa. Una dura, descarnada y cruel historia de amores correspondidos y no correspondidos que, como las buenas historias, trasciende una condición sexual determinada para reflejar sentimientos universales con los que te puedas identificar.
SUSTOVISION
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