Es sorprendente que una serie de acción sea tan empalagosa. Tan almibarada, tan "casa de la pradera". Con finales tan construidos para dejar al espectador "con lágrimas en los ojos".
Sus argumentos no dejan de ser originales en la anécdota del capítulo, pero están estirados hasta el hartazgo para llenar los cuarenta y tres minutos.
Los episodios se hacen muy largos.

Es como la mayoría de las series con capítulos independientes... un capítulo, dos capítulos, tres capítulos y los demás son iguales. Podrías dejar de ver diez y recuperar como si nada hubiera pasado.
Lo que le falta a la serie es que los capítulos no sean resueltos todos por el mentalista, si no que los secundarios también actúen. La serie es un vehículo para Simon Baker, de resto los demás simplemente aparecen. Gracias a que la relación con su jefa está marcada como un enfrentamiento casi cómico, ya que si no ni eso.