Parece difícil volver a construir y encauzar una vida después de haber pasado por la cárcel en Estados Unidos, al menos por lo que se deja entrever de los ya varios films sobre exconvictos que buscan esa segunda oportunidad que la sociedad les niega. Sobre todo en un contexto conservador como este en el que se desarrolla la película. Aunque Palmer parezca uno más de esos films, en realidad no lo es, ya que no solo se centra en esa trama ya varias veces vista, sino también en algo más.

Tras cumplir con una condena que parece algo turbia, Palmer –un gran Justin Timberlake- decide volver al pueblo donde se crió y vivió para recomenzar su vida junto a su abuela. Allí deberá lidiar con los obstáculos propios de una sociedad moralista y conservadora que mira a la reinserción con recelo, pero también con algo inesperado que vendrá a complicar la ecuación. Un niño, vecino de su abuela al que a veces ésta cuida por la dejadez de su madre, se cruzará en su vida.

Con personajes bien construidos y a pesar de tratarse de una historia contada una y mil veces, la trama funciona y hasta emociona. Porque ese personaje duro y curtido en prisión, se ve conmovido y reflejado en aquel niño que se cruza en su vida por casualidad para trastocarla y de algún modo darle sentido. Una película en la que la esperanza, la superación personal y el respeto a la diversidad de género entre los niños, elementos en principio difíciles de conciliar, se mezclan dando como resultado una historia que entretiene y conmueve.


Lo mejor: La actuación de Justin Timberlake, que cada vez se supera más a si mismo y la de Juno Temple en el papel de madre atormentada, actriz a la que habrá que seguir bien de cerca.

Lo peor: Que por momentos parece simple y con demasiados clichés, aunque luego de alguna forma todo encaja.

Crítica originalmente publicada en Cinezin.com

Las historias de personas con talento que por una u otra razón caen en desgracia, son de las favoritas de Hollywood. Hacen que nos preguntemos y nos interesemos por lo que le pasó al personaje, planteando una incógnita interesante desde el inicio. Si a eso le sumamos una serie de asesinatos de chicas jóvenes por resolver, la premisa está servida. En esto consiste, más o memos, el argumento de pequeños detalles, una película con una buena factura estética y visual y un elenco de lujo en la que tenemos siempre la sensación de que se va a dar un giro sensacional que nunca ocurre.

Con una estética noir muy lograda, nos trasladamos a los años 90 en un Estados Unidos en los que aún circulan las míticas patrullas de policía Crown victoria de Ford para conocer a Joe Deacon, exdetective devenido en ayudante de sheriff que por casualidad se reencuentra con su anterior trabajo en la gran ciudad. Allí conocerá a Jim Baxter, joven promesa de detective que tiene el reto de resolver una serie de asesinatos que tienen en vilo a la sociedad. Juntos intentarán descifrar a un asesino sádico y que no para de acumular cadáveres en su haber.

No esperemos una película al uso, porque pequeños detalles no lo es. En cierta manera parece una película experimental, que busca sorprender al espectador con una resolución alternativa a la esperada, pero que se queda en el intento.

Lo mejor: Ver juntos Denzel Washington, Jared Leto y Rami Malek.

Lo peor: Ese amargo sabor de lo inconcluso

Calificación 5/10

Crítica originalmente publicada en cinezin.com

Una historia entrañable y entretenida que trata fundamentalmente sobre la amistad. Indirectamente nos deja una crítica satírica de lo ridículo que se volvió el arte tal y como se lo entiende en la actualidad, en que las obras de arte ya no son para admirar y valorar, sino para guardar bajo llave y esperar a que se revaloricen para volver a venderlas y convertirse en un negocio interminable. En ese sentido, resulta un retrato bastante preciso aunque en tono jocoso de la situación actual. La historia está repleta de giros interesantes y sencillos de comprender, que hacen que la sigamos la película con atención y nos adentremos en esta bonita historia. Con dos actores con mayúsculas, que representan -aparte de Darín y Luppi, este último ya fallecido- la élite de los actores argentinos actuales. Recomendada para reírse y pasar un buen rato, no defrauda.

Una chispa. Es lo único que se necesita para desatar a una turba enardecida por un conflicto no resuelto. Es lo que sucedió y sigue sucediendo a día de hoy en Estados Unidos. Spike Lee, con una clarividencia que asusta, nos lo avisó hace ya tres décadas atrás.

No hay nada que represente mejor la diversidad étnica y cultural como el barrio de Brooklyn a finales de los ochenta. Así lo entendió Spike Lee y lo retrató en este film excepcional que se puede ver en Filmin. La forma de abordar el conflicto racial en la película sigue hoy más vigente que nunca, al calor de las manifestaciones que se originaron tras la muerte de George Floyd. Las similitudes son asombrosas y dejan mucho que pensar.

La película nos cuenta la historia de Mookie, un chico negro que trabaja en una pizzería regentada por Sal y sus hijos, de ascendencia italiana. Todo transcurre con normalidad en un barrio donde conviven en armonía diversas etnias, cada una de ellas orgullosas de sus propios principios y costumbres. Pero no debemos dejarnos engañar por la supuesta sencillez de este argumento, ya que un incidente menor va a desvelar una serie de prejuicios e injusticias no resueltas, que derivarán en el dilema histórico acerca de cómo alcanzar las conquistas sociales: a través de la paz o mediante el uso de la violencia.

Es sorprendente la relevancia que adquiere este film en los momentos actuales de crispación y protestas raciales en Estados Unidos y en el mundo. Nos ayuda a poner en perspectiva los hechos y a constatar que treinta años después, todo sigue igual.

Lo bueno: Lo bien que se llevan las casi dos horas de metraje, la actuación de Danny Aiello (recientemente fallecido) y encontrarse con actores jóvenes hoy devenidos en estrellas.

Lo malo: Constatar que la historia se repite una y otra vez.

No es fácil realizar una caricaturización tan precisa de las relaciones laborales en España como la que firma Fernando León de Aranoa en su última película. Es, quizás, a día de hoy, el director que mejor le tiene tomado el pulso a la sociedad española y lo demuestra en cada nueva propuesta que tenemos la suerte de disfrutar. El buen patrón es una película sólida y redonda, que nos mantendrá enganchados y entretenidos de inicio a fin.

Javier Bardem es Blanco, el amo y señor de una empresa de balanzas que está obsesionado con ganar un premio regional a la excelencia empresarial. Cuando el premio parece casi ganado, las cosas se empiezan a torcer y para enderezarlas el patrón no dudará en hacer absolutamente todo lo que esté a su alcance, sin importarle que sus actos se adentren en la ilicitud o la inmoralidad más extrema. Todo ello derivará en situaciones hilarantes con un tragicómico trasfondo social.

Con elevadas dosis de humor y sarcasmo, esta película nos sumergirá de lleno en esa cultura empresarial paternalista y casposa, propia del siglo pasado, que tristemente a día de hoy perdura en muchas empresas de ámbito nacional. Han pasado casi 20 años de la aclamada Los lunes al sol con la que León de Aranoa ganó la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián. Es triste comprobar que poco ha cambiado de aquella realidad laboral y social que tan magistralmente describía.

Lo bueno: El elenco con Bardem a la cabeza y los mensajes irónicos que se esconden tras los supuestamente inofensivos diálogos.

Lo malo: Que en ocasiones el importante mensaje social se sacrifique en pro de un humor excesivo.

Nota: 9/10

Crítica publicada originalmente en cinezin.com