Anodina y olvidable película sesentera del subgénero robo perfecto con pretendidos toques sotisticados que desde el primer minuto consigue aburrir al espectador. Título de relleno en la filmografía de James Coburn y presencia de la bellísima Camila Sparv, que no contenta, la pobre, con su función habitual (hacer de florero para deleite del protagonista de turno), es maltratada especialmente por el guión.

Vale, es inferior, que sí. Pero a los remakes hay que buscarles las aportaciones (o pérdidas) novedosas, si las hubiere. En este caso, hay tres.

Primero, la desaparición de las vainas y los dobles, y la mutación mental de las víctimas sin desaprovechar el viejo cuerpo. Esto economiza el siniestro desatino alienígena, pero resta truculencia malsana a la trama (que es, precisamente, uno de los elementos más recordados de la peli de Kaufman). Salimos perdiendo.

No hay virtualmente ningún elemento de interés en esta película, que decepcionará a aquellos incautos que -como el que subscribe-, pensaron que las meras presencias en el reparto de Lee Marvin y Richard Burton serían una garantía de calidad. En absoluto. Desde el primer segundo, la horrible fotografía, plomiza y borrosa (por lo menos, así era en la copia que me tocó ver), trompetea el pésimo nivel de un producto donde naufragan el guión, las actuaciones, los diálogos, los encuadres y un montaje que se cae a trozos. Típico exceso de bajo presupuesto de los 70, la década de las crisis, el pesimismo y el mal humor, caro a los Terence Young, los Michael Winner y algún otro destajista del género. Producto trufado de violencia gratuita y cutre, donde las armas automáticas se pasean a sus anchas, aunque las tengan que manejar asilvestrados sin cerebro. Todo parece forzado y ridículo en esta película, que es menester comparar con la excelente y posterior Arde Mississipi, de Alan Parker.

Refrito donde echan una partidita de mus carpático el Drácula, el Van Helsing, el Mr. Hyde, el Frankenstein, el Hombre Lobo y, si se descuidan, Coto Matamoros. No deja de resultar curioso y exótico este mix. Delirante originalidad que impide que ponga a este bodrio un 1 o un 2.

Lo peor: Richard Roxburgh como Drácula, que más parece solista estiloso de grupo techno-pop de los 80. Daba más miedo Bela Lugosi, que ya es decir

Lo mejor: Kate Beckinsale, que está para hacerla un favor. O dos.

Aparte de dejar constancia de cuánto me pone esta nena, deseo enriquecer la crítica de esta absurda gilipollez con dos preguntas retóricas:

1. Bob Hoskins, ¿qué hace metido aquí?
2. Neil Marshall, ¿qué diablos has hecho?

Añadir que los 3 puntos a este filme son en consideración a Rhona y su hipnótico trasero.