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España España · Barcelona
Críticas de Sémele
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Críticas 223
Críticas ordenadas por utilidad
7
23 de mayo de 2009
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El nazismo es posiblemente uno de los temas más tocados (y, a veces, hundidos) del mundo del cine. Así que ante cada nueva aportación una se pregunta: ¿Qué hay de nuevo, viejo?

"Good" viene a ser una nueva propuesta al respecto: una película pequeña, meritoria en cuanto toca el tema desde una óptica algo distinta. Es el retrato individual de un personaje gris, un profesor universitario con una carrera como escritor que no acaba de despegar, un hombre vulnerable e indeciso que, sin quererlo ni pretenderlo, se ve metido en el flujo y reflujo del nazismo.

Es apreciable porque plantea una cuestión mínimamente interesante: ¿Por qué personas anónimas propiciaron con sus insignificantes aportaciones el encunbramiento de uno de los peores genocidas que ha conocido la humanidad? Sin embargo, la película obvia inteligentemente esta parte (¿Para qué mostrar lo que otros ya han mostrado antes?) y se dedica en cuerpo y alma a ese personaje, un hombre que odia los desfiles a favor del nazismo, pero que acabará atrapado en su telaraña. Parte de una premisa interesante y va en ascenso, mostrando los acontecimientos con pulso más o menos firme.

Se le puede reprochar que algunas escenas se suceden a otras algo atropelladamente, como si algunas partes se hubieran quedado en el tintero, y algunos personajes secundarios no se comprenden muy bien. Sin embargo, todo ello se suple con una buena puesta en escena, con diálogos espléndidamente trabajados y con el buen hacer de su protagonista, Viggo Mortensen, que soporta todo el peso de la película al interpretar a un personaje que está en las antípodas de lo que nos tiene acostumbrados. Igual de apreciable es el trabajo de Jason Isaacs y de Gemma Jones, el mejor amigo y la madre del protagonista, respectivamente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sémele
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4
13 de abril de 2009
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Andy García vivió su apogeo como actor entre finales de los 80 y principios de los 90. Películas como "Los intocables de Eliot Ness", "Black rain", "Asuntos sucios" o "El Padrino III" fueron la catapulta para su carrera como actor. Después de estos títulos, con más o menos acierto en sus elecciones, se reveló como un actor carismático, pero muy previsible.

Ahora, después de tantos años de carrera dilatada, más o menos errática (que ha tenido una notable recuperación tras "Ocean's eleven"), se atreve a ponerse tras la cámara para contar la historia de una familia bien de la Habana a las puertas de la Revolución castrista. Algo que "a priori" tenía suficientes alicientes para resultar como mínimo interesante. "A priori", claro.

"La ciudad perdida", el proyecto más personal de García, parece una síntesis de su carrera como actor: cuando está a punto de ponerse interesante, se diluye y se pierde en derroteros que no tienen el menor interés. De los tres hermanos de la familia, García pone hincapié en el que menos cosas tiene que decir. Fico Bellove (interpretado por él mismo) es el dueño de un cabaret que no se mete para nada en política mientras sus dos hermanos están sumergidos en ella hasta las trancas. Da la impresión de que lo interesante está sucediendo fuera, mientras el sufrido espectador tiene que tragarse interminables números de cabaret.

Y, después, está la historia de amor entre Fico y el personaje que interpreta Inés Sastre, una historia de amor insulsa, que García no deja de estirar y estirar, mientras lo que está sucediendo afuera se queda diluído. Y luego está la imagen que ofrece de Ernesto Che Guevara, un asesino sin escrúpulos (según García), utilizada de una forma tan parcial y maniquea... que resulta irritante. Suerte que Bill Murray, en plan bufón, y Dustin Hoffman, en plan mafioso, asoman de vez en cuando la cabeza por ahí y salvan casi lo insalvable.

Da la impresión de que lo más interesante de esta película se quedó en el tíntero (por cierto, de Cabrera Infante), porque se echa en falta muchos ingredientes que hubieran podido convertirla en algo realmente digno. La realidad cubana debe de ser muy distinta, muchísimo, y para nada tan simplista como nos hace creer esta película.
Sémele
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8
7 de octubre de 2018
19 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viendo las hostias como panes que le ha pegado mayoritariamente la crítica especializada, una se pregunta si ya no sé diferenciar un huevo de una castaña, si me tiene ciega ese hermoso especimen que es Tom Hardy o si directamente no tengo ni piiiii idea de cine. O las tres cosas a la vez. Da que pensar, la verdad, porque no entiendo nada. He leído bodrio, desastre... ¿Tengo que ponerme gafas? Yo he visto diversión, entretenimiento. Una cinta de antihéroes (me encantan) con pocas ínfulas, muy amena y divertida, sencilla en su argumento y dirigida a un público que busca distracción por encima de todo.

De lo que no tenía ni pajorela idea era quién era ese Venom. Bueno, sabía que era uno de los enemigos de Spiderman. Y vi Spiderman3 de Sam Raimi, donde salía el tal Venom metido con calzador. Así que, soy casi neófita en este sentido. Ni cómics ni nada. Lo que sé de la Marvel se reduce a lo que he visto en el cine. Tal vez, eso ayuda a que no esté muy condicionada al ver la peli. No tengo un Venom en la cabeza y, por tanto, no voy predispuesta a ver algo que haya leído en los cómics.

El "Venom" de Ruben Fleischer, el de Tom Hardy, arranca en un claroscuro tenebroso como mandan los cánones de los apreciados antihéroes (o los pringados, como dicen en la peli), para acabar metiéndose hasta las trancas en la comedia de acción, con escenas de persecuciones muy trepidantes (muy realistas), con chistes facilones que te arrancan una sonrisa o una carcajada, con una relación de compadreo entre dos compinches pringados y una sensación muy sana de no tomarse las cosas muy serio, es decir, un entretenimiento sin demasiadas pretenciones. Al fin y al cabo, ¿qué es el cine sino entretenimiento? Y esta película, ¿no está hecha para disfrute del público en general? Pues sí. El que busque algo oscuro y adulto, a lo "Logan", no lo encontrará aquí. Está más cerca del encanto del "Spiderman" de Sam Raimi y un poco por debajo de las diabluras de "Deadpool".

Sin un ápice de pérdida de tiempo, desde la presentación de los personajes al meollo del asunto, se pasa un rato acojonantemente distraído. De la mano de Eddie Brock (extraordinario Tom Hardy), un periodista comprometido con la denuncia social, nos introducidos en la intrincada trama de un científico loco, Carlton Drake (Riz Ahmed), al que le gusta jugar a ser Dios.

El resto es como una montaña rusa, puro entretenimiento muy disfrutable y con un ritmo bien llevado, y con un humor de regusto adolescente que choca un poco, muchas veces hasta la risa, por tratarse de hombres y mujeres de más o de casi cuarenta tacos, comportándose como chavales. Pero, ¡Qué carajo! ¿Acaso todo tiene que ser tan sesudo y transcendente? Pues no. Te ries y mucho. Repartiendo ostias como panes por aquí y allá (el primer encuentro entre Brock y los secuaces de Drake, cuando el periodista se percata de sus nuevas "habilidades" es para partirse las costillas), Eddie con cara de estar flipando y Venom dando por saco cada vez que le sale del níspero.

Venom encuentra en Tom Hardy, o en Eddie Brock, un compañero genial, una extraña pareja desternillante, y no se me ocurre mejor tratamiento, rayando lo esquizofrénico, que el que recibe en esta cinta. Y acaba siendo lo mejor de la película, por supuesto. Sus continuas discusiones, para sorpresa de los transeúntes y de los amigos y conocidos, es surrealista. El sentido del humor, un poco zafio, es clave, como ocurría en "Deadpool".

Los actores están muy bien, sobre todo, Tom Hardy, que es el que mejor se lo pasa, dando rienda suelta a un histrionismo muy ajustado, aunque suene contradictorio (nada que ver con el Jim Carrey de "Mentiroso compulsivo", como se ha dicho, que te entraban ganas de pegarle una patada en el...); la interpretación de Hardy es verdaderamente precisa y divertida, muy arriesgada pero sin que se le escape de las manos en ningún momento, pues el tono mismo de la peli le permite que se le vaya la olla de vez en cuando. Puede andar en la cuerda floja, pero sin caer al vacío. Me gusta mucho este actor, creo que es uno de los mejores de su generación porque puede con lo que le echen. Y aquí está, sobresaliente. Le acompañan dos grandísimos talentos: Michelle Williams y Riz Ahmed, que cumplen en sus roles bastante definidos, la chica y el malo.

Mi consejo es ir a verla sin tener mucho en cuenta lo que se dice por ahí (ni siquiera esta humilde crítica), porque sus casi dos horas de puro entretenimiento son muy disfrutales, si se le perdona su levedad e intranscendencia. Por supuesto, cada uno es libre de pensar de ella lo que le dé la gana, faltaría más, pero me da la sensación de que algunos que la han críticado con tanto enseñamiento iban con una versión en su cabeza que no se ha correspondido con la realidad... Eso no quiere decir que sea mala, ni mucho menos que se merezca esos palos por cosas que no he visto. Simplemente es diferente a como uno la imaginaba. Eso no es necesariamente malo.

Id al cine y disfrutadla, de veras.
Sémele
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9
1 de marzo de 2018
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La forma del agua" viene a ser una rareza en el panorama cinematográfico actual. La historia de amor entre una limpiadora muda y un hombre amfibio, de no recaer en manos de un director con el talento visual de Guillermo Del Toro, habría sido un "pepino" de proporciones históricas.

Lo que tiene Del Toro es una capacidad extraordinaria que hacer creíble relatos que son increíbles. Aunque "La Forma del agua" me parece una película inolvidable, en muchos sentidos, creo que lo que logró en "El laberinto de fauno" está todavía un paso por delante de ésta que nos ocupa. El complejo juego entre realidad y ficción fue uno de los mayores aciertos, puesto que la evasión que buscaba la pequeña Ofelia era en ocasiones tanto o más dura que la realidad de la que pretendía huir.

Elisa Expósito (Sally Hawkins) podría ser la hermana mayor de Ofelia, una chica muda que trabaja como limpiadora en un laboratorio donde, en plena guerra fría, se llevan a cabo todo tipo de experimentos. La ficción y la realidad se dan la mano en lugar de correr en paralelo como en El Fauno... y lo hacen con la irrupción de una criatura extraña, un hombre amfibio, que es víctima de los experimentos de un personaje cruel y despótico, al que da vida un repulsivo Michael Shannon, un grandísimo actor cuyo rostro viene que ni pintado.

El hombre amfibio es la puerta abierta hacia los sueños de Elisa, cuya vida transcurre monótona entre su hogar, los ratos que comparte con su singular vecino (fantástico Richard Jenkins) y su trabajo en el laboratorio. Se trata de una fábula para adultos sobre cómo la capacidad de amar (se ame a quien se ame) puede convertirse en el motor de nuestras vidas. La singular historia de amor es tierna y dulce, salpicada de gestos y música, sin diálogo pero con un entendimiento emocionante. Un amor extraño y puro. Un poco ingenuo e inocente, si se quiere. Pero extraordinariamente bello y mágico. Eso sí, nunca sentí que cayera en la cursilada, por ejemplo... básicamente por el uso de un humor muy bien colocado y de alguna que otra escena entre lo grotesco y lo macabro que aportan una mirada irrevente.

Con una estética muy apagada, muy años sesenta, en tonos verdes y negros, Del Toro construye una película romántica asentada en la ciencia ficción y el género fantástico. La transgresión de Elisa, auténtica heroína de esta historia, se ve cómo una rebelión necesaria, puesto que en esos tiempos poco o nada pintaban las chicas como ella. El verdadero monstruo no es áquel al que ama (y simboliza el deseo de libertad) sino áquel que trata de destruir con su absurda ambición el mundo que todavía es posible. Usando el trasfondo de la guerra fría, la película gana en interés, aunque a veces solo parezca una excusa para hacer más determinante la necesidad de escapar.

Del Toro, consciente del valioso material que tiene entre manos, construye una película sólida y sencilla, evocadora y mágica, que nos sumerge en una bella fantasía que habla del poder del amor. Se cae en la melancolía, puesto que se habla de una historia de amor (casi) imposible. Los secundarios (Jenkins, Shannon, Octavia Spencer...) están magníficos, como los principales (Hawkins, Doug Jones), excelentes. Los efectos especiales están a la altura, igual que la fotografía, la ambientación y la banda sonora, salpicada de momentos musicales.

Es una obra poderosa en su sencillez e inolvidable en su fondo, sin ser original. Lo único que puede echar para atrás es la imposibilidad de créersela, pero es tal la ternura y la delicadeza con la que Del Toro trata a sus personajes que se hace raro que no resulten creíbles. Para disfrutar de principio a fin. Una gozada cinematográfica.
Sémele
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7
11 de noviembre de 2009
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine social inglés parece un género en sí mismo, sobre todo, en los últimos tiempos, cuando directores de la talla de Ken Loach y Mike Leigh ponen la mirada en la cotidianidad de personas normales y corrientes, normalmente de los extrarradios.

En esta ocasión, con "Todo o nada", Mike Leigh se acerca a un vecindario de las afueras de Londres, en que distintos personajes tratan de tirar hacia adelante unas vidas rutinarias y monótonas en las que se ven atrapados. Leigh pone especial énfasis en la pareja formada por Phil (el bueno de Timothy Spall, como si le faltara sangre en las venas) y Penny (inspirada Lesley Manville), que llevan juntos muchos años y que parecen haber perdido algo más que el amor. Junto a ellos, los dos hijos, chica y chico. El hijo es un muchacho obeso, que literalmente no hace nada en todo el día poniendo a prueba la paciencia de su madre. Los demás personajes, porque se trata de una película coral, tienen unas vidas tanto o más complicadas o rutinarias.

El ritmo es pausado. La película parece contarse con los pequeños detalles del día a día, detalles que, sin embargo, son muy significantes y dan a entender el estancamiento en el que viven los personajes y, a veces, su fustración de no poder ir más allá, como si la realidad que los envuelve fuera una auténtica losa. Sin excepciones, todos los actores resultan creíbles. Y, como toda obra de estas características, hay pocas cosas agradables en ella. Una se sienta a ver la película y muchas veces se remueve en el asiento porque lo que ve es crudo y real, como la vida. A veces, duele el modo cruel en que se tratan los personajes, personas de la misma familia o personas que se quieren, como si la única forma de relacionarse fuera hiriendo a la otra persona de la forma más ruín o dolorosa. Una buena bofetada.
Sémele
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