Interesante ópera prima la realizada por Klaus Härö, con una secuencia inicial con mucha tensión emotiva y mucho dinamismo que hace que prestemos atención rápidamente, una estructura narrativa lineal después de un flashback inicial, correcta técnicamente, quizás haya un gran número de primeros planos para mi gusto personal, con una cuidada fotografía fundamentalmente paisajista resaltando los verdes del campo y los azules del mar lo que acrecienta la sensación al espectador de tristeza y soledad del personaje y unos decorados y ambientación sencillos que es lo que la película exige.

El film hay que verlo desde el punto de vista emocional, porque trata de tocar la fibra sentimental del espectador, cosa que consigue, pero si unes una guerra, muerte, pobreza, desarraigo, NIÑO, y en este caso madres y lo agitas bien es fácil que te salga un buen cocktail.

Como aspectos negativos, algunos momentos grandilocuentes en exceso y quizás se debería de haber desarrollado con algunas escenas más, el cambio de actitud de la madre de acogida con ella misma y hacia el niño, que no enturbian para nada el buen sabor que te deja esta buena película.

Anoche volví durante una hora al cine de la seducción, el de la magia que hace que los 5 sentidos estén a flor de piel, al que hace que los parpados se peguen a las cejas y no puedas ni siquiera parpadear un momento, ese momento que muy pocas películas consiguen que suceda.

En primer lugar voy a reconocer que no se trata de una película redonda, ya que ese momento mágico solo sucede durante la 1ª hora donde el misterio se eleva y alcanza un nivel que lo impregna todo, la segunda parte de la película no alcanza ese estado de magia sin que llegue a aburrir en ningún momento, pero se hace más previsible.

Geoffrey Rush está inconmensurable, es de esos actores que sólo con su presencia llenan la pantalla y solo se tienen ojos para mirarlo a él, el momento en que está en su mundo deleitándose con la visión de "sus mujeres" y con la música de Don Ennio Morricone conpone una escena inolvidable que hace que éste humilde espectador profane su santuario y casi pueda sentir ese deleite que expresa su cara. Ese plano permanecerá siempre en mi recuerdo de los momentos inolvidables de cine, donde por cierto ya están un giro de cámara para proyectar una película en una plaza y la secuencia de besos más emocionante de la historia del cine.

El talento es una cosa que se tiene o no se tiene y que raramente aparece por casualidad y G. Tornatore lo ha conseguido por segunda vez, ha hecho una buena película con una puesta en escena muy notable y unos moviendo de cámara con mucha suavidad (cosa que agradezco enormemente después de tanto mareo tan común en el cine actual), con la misma lentitud que es necesaria para poder apreciar un buen cuadro o un buen vino.

La mejor oferta, me parece una película sólida, bien construida, muy entretenida y un ejemplo de buen cine.

Mateo Gil, se ha atrevido con un western (el género más norteamericano de todos) y saca una nota bastante alta, una película que si la hubiera filmado C. Eastwood y en vez de Noriega hubiera cualquier actor norteamericano, la mayoría de nosotros no notaríamos la diferencia y la nota media subiría bastante pero ......

La película es sencilla, con la estética inconfundible de un western, donde las imágenes predominan sobre el guión ya que la verosimilitud y la autenticidad de la fotografía es un deleite contínuo. El ritmo de narración es lento pero constante y unos flashback en el momento justo que hacen que la película no aburra en ningún momento. S. Shepard en el papel de B. Cassidy está brillante y muy creíble, viejo, cansado y avasallado por los recuerdos y la nostalgia de un tiempo pasado y un Noriega que digamos que aprueba, vamos que no desentona mucho, para mí el problema de este actor es que siempre lo veo a él y en un western todavía me cuesta más creérmelo.

Quizás por influencia de mi niñez, un western siempre me apetece, y éste es de los mejores que se han hecho últimamente.

Se abre el telón y aparece el presentador y dice algo como: Damas y caballeros (obvio a los niños porque no leen esta página), pasen y disfruten, entrarán en el universo de la magia, serán transportados al mundo que perdieron, volverán a ser niños, den rienda suelta a su imaginación y no piensen, simplemente déjense llevar por la emoción.

Dicho esto, les pongo en antecedentes sobre el que escribe, desde que conozco esta página habré visto por 1ª vez unas 400 películas y sólo he logrado poner un 9, tengo más de 40 años y por tanto no he crecido con esta saga, no significa nada especial en mi vida, y además no soy un fans incondicional del cine de animación (es más en mi gusto personal el cine de animación es casi un subgénero), y digo esto porque no soy sospechoso de poner nueves y dieses compulsivamente por un criterio muy personal a la hora de puntuar.

El primer mandamiento del dios del cine debiera ser el de entretener y divertir (las primeras proyecciones de cine se hicieron en barracas de feria) y Toy Story 3, lo consigue plenamente, es divertida, emocionante, tierna, impecable, hay humor, su pequeña dosis de terror, está llena de infinidad de detalles imposibles de ver en un solo visionado, el guión derrocha imaginación y talento por todos lados, la galería de personajes es inolvidable, me apetece destacar a Lotso (por su giro inesperado por mí ante el botón por tratarse de dibujos animados), que desde ahora pasa a formar parte de mi galería de villanos más maravillosos del celuloide junto a Aníbal Lecter, Liberty Valance, Falconety, Margot Shanning etc. porque los malos de verdad no deben parecerlo, tienen que ser rencorosos, tienen que sentir envidia por lo que no tienen y sobre todo deben ser incapaces de perdonar, un gran personaje secundario y que gran final hubiera sido el del vertedero, impropio desde luego que sí, pero hubiera sido una vuelta de tuerca más en la historia del cine, nos hubiera resarcido a algunos de tantos finales ñoños e impropios que ha habido …….

Sigo en el spoiler, pero no desvelo nada.

La película desprende sencillez y ternura por todas partes, a medio camino entre la sonrisa y la tristeza, entre la dulzura (la experiencia y la sabiduría de las personas mayores) y la acidez (en la vejez casi todos los pensamientos viajan hacia atrás, los sueños son muy cortos y la esperanza se hace cada vez más pequeña), donde el director no quiere ahondar nunca en el drama y nos muestra la historia con naturalidad.

La puesta en escena no es nada brillante, pero creo que no es primordial en la película, ya que en ésta se impone claramente el guión sobre las imágenes y se fundamenta en la interpretación impecable, llena de matices y expresividad de 2 grandes actores como son China Zorrilla y Eduardo Blanco (el Benigni argentino), porque si uno se come la pantalla en un plano, el otro le da una brillante replica en el contraplano correspondiente lo que hace que exista una gran química entre la pareja, como si de verdad fueran madre e hijo en la realidad.

En resumen, no es una ninguna obra maestra, pero es una joyita de película para sentir y pensar, que se ve con el paladar y se degusta con el oído.