El comienzo es significativo. Una serie de frases rimbombantes e imágenes de pretendida poesía y trasfondo. Pura nada. Cháchara vacía que aburre a lo largo del metraje. Los actores hacen lo que pueden. Es significativa una escena con huevos que se rompen que produce risa y que sólo recupera la compostura gracias al esfuerzo de Verdú. Historias simples que te dan lo mismo y que incluso acabas aborreciendo debido a esos planos reiterativos de mujer lánguida en la 1ª historia o paisaje desértico en la 2ª.
Mala por pretenciosa. Y no lo disculpa aquello de cine de mujer para mujeres. El aburrimiento y la poesía barata no conocen de sexos.

Yo no sería muy crítico con ella. Pretende entretener y lo consigue. Si te gusta el cine de miedo, estás en verano y no tienes nada que hacer. Adelante con ella. Se te pasa el rato sin más. No te vas a dormir como viendo una de Dreyer o Kiarostami.

Ese es el tiempo que tardé en abandonar esta, por decir algo, película. La misma empieza con una escena que parece de humor pero que en realidad es algo trágico. Y es que los actores protagonistas son de chiste malo. La obra parece estar filmada por un adolescente al que le acaban de regalar una cámara y decide inventarse una historia enrevesada.

Admisible si se quiere observar cómo está el cine español o echarse unas risas viendo a los protagonistas.

No tiene méritos ni para decir que es mala. Es lo que pasa cuando una pelicula no cuenta con director ni con guionista ni con actores ni con...

Parecía algo, el monstruo, los trailers, ese inicio (que se deja esperar) original pero la cosa es algo soporífero sobre una relación obsesiva. No te interesa nada, deseas que llegue el final y los propios actores (el protagonista masculino es de lo más inane) dan la sensación de que también lo están deseando no sabiendo ya qué cara poner ante la repetición de la idea inicial. Tal vez otros actores, algún giro de guión ... pero al final todo es plano e intrascendente. Y sin una gota de humor porque se toma demasiado en serio a sí misma.

Muestra una situación inicial que podríamos decir excesiva, tirando de culebrón. Esto le obliga a presentar a unos personajes, su protagonista, lo suficientemente fuertes como para afrontar el vacío. Y todo resulta creíble, aunque haya algún exceso lacrimógeno (cojan muchos pañuelos) pero que no acaba de caer en lo facilón. El papel de su protagonista es enorme, qué manera de hacer naturales esas situaciones al límite. Radiografía de adolescentes en su variedad. Una serie con mayúsculas.