La trama y los personajes de Patrik 1.5 son puro estereotipo. Quizás esto sea lo más significativo de esta producción sueca: el etiquetado meticuloso al que responden sus tres protagonistas. El chico dulce y bonachón (de extremo parecido con Luis Merlo, por cierto), el marido varonil y aguerrido, el adolescente problemático con buen corazón... A pesar de que los giros del guión están perfectamente ensamblados y en alguna ocasión resultan un tanto artificiales y difícilmente creíbles, no deja de ser una película genuínamente entretenida.

No va a descubrirnos otra forma de ver el mundo, ni siquiera va a ofrecernos otro enfoque sobre el matrimonio y la adopción de parejas homosexuales, pero sí puede hacernos pasar un buen rato con una historia entretenida y, a pesar de los bajones, bien armada.