Un corto que expresa todo el calor, el dolce far niente, la clandestinidad y el protagonismo de los sentidos de unos principiantes (o no tanto) en un verano cualquiera. La escena en la que uno de los protagonistas intenta seducirnos bailando Bang Bang, me parece espléndida. Realmente seduce. Es una escena encantadora, que recuerda a las esculturas griegas de mármol blanco y cuerpos masculinos y atléticos de formas suaves. Y el chico que baila resulta commovedor con su interés por recibir aprobación. Parece como si el joven con cesto de frutas de Caravaggio hubiera cobrado vida.

Los actores me han parecido agradables. Los ramos de flores con los que adornan las habitaciones son preciosos. La película me ha resultado aburrida, muy aburrida y a la vez sorprendente. Lo que me ha sorprendido muchísimo es que no se oiga una sola tos en todo el metraje, teniendo en cuenta que en todas las escenas hay un cigarro encendido. Eso es todo.
Le he puesto un 2 por la actriz, por lo agradable que resulta verla.

No voy a desvelar nada del argumento porque o bien no tiene o (lo más probable) yo no me he enterado. La música es muy buena, y las imágenes, que los entendidos llaman fotografía, son muy agradables y de la época. La ropa y los actores muy monos. Y como en el 90% de las películas actuales, la gente fuma sin parar en lugares públicos. Y beben alcohol con la misma frecuencia con la que respiran. Todo esto podría considerarse propio de la época, pero ¿Donde están las toses, los mocos, los dientes y dedos amarillos, las uñas negras, los vómitos y los granos inherentes a ese estilo de vida? ¿Desde cuando los borrachos son gente guapa? No sé, a lo mejor, a pesar de mi edad, resulta que yo no he vivido esa época.

La película está bien, se deja ver. Creo que está rodada en el mismo barrio donde empezaron la lucha contra el sida. Sin demasiada sangre ni asesinatos ni escenas escatológicas ni de maltrato animal. Con la presencia de James Franco, que para mí es más que suficiente. Y una forma bastante realista, creo, de mostrar la prostitución.

No se la recomiendo a nadie. A pesar de que el guion de vez en cuando nos deja bien claro que es ficción, que es un juego, la película vuelve a atraparte con su maldad y no te deja. Durante su visionado echas de menos los tranquilizadores charcos de sangre. No, no y no. No la veas. Si la vida no te ha echo bajar al infierno, ¿Para qué vas a buscarlo?
Lo que quizás resulte tan perturbador, es que, a pesar del rechazo que provoca, la entiendes. Entiendes que todo lo que te horroriza y escandaliza está dentro de ti. Lo que ocurre es que no lo dejamos salir. Menos mal.
Totalmente prohibida para adolescentes descontentos sin obligaciones ni problemas prácticos y reales.