Se supone que la razón de hacer esta película es la existencia de un corto presupuesto, tan corto que no fue suficiente para buscar un buen argumento y contratar guionistas, así que se optó por repetir una historia ya contada. Pero ojo, esto no quiere decir que el producto final sea algo deplorable o ruin. Mariano Ozores logra el mismo ambiente cómico que en cualquiera de sus películas, ni más ni menos. Y sin entrar en comparaciones puesto que aquí no están Esteso y Pajares, Antonio Ozores tiene un papel de imbécil a su medida, y a Ricardo Merino se le aprecia una interpretación de lo más lograda como compañero de fatigas. Ambos consiguen sacar unas buenas sonrisas y en parte, por curioso que resulte, se debe también a las acartonadas actuaciones de Zori y los hijos de la prestamista. Lo aparentemente cutre está consentido a propósito como si fueran marca de la casa, igual que lo son las apariciones de Loreto y La Bombi. Adelante con ella. No todo es exquisito en esta vida.

Un periodista a la caza de la noticia (Dennis O´Keefe) con la ayuda de un jefe de la policía (Jeff Chandler), hará más de policía que la propia policía para a ayudar a una mujer (Gale Storm) a buscar a su hermana. Con esto se mostrará la estrecha colaboración existente entre los profesionales de la información y la policía. Si además añadimos a los detectives privados (Raymond Burr) tendremos las tres profesiones que más casan para poner de protagonistas en las películas policíacas. Aquí, lo Noir cumple de sobra pues tenemos las tres figuras en acción más los muertos en extrañas circunstancias, las sombras en la noche, malvados torturadores, violencia no de género sino completa, chantajistas que hacen chantaje hasta a los suyos y corrupción solapada en un aceptable ambiente de tráfico de recién nacidos.

La película, bien narrada, sobrepasa en momentos el romance del periodista con la mujer al más lógico desasosiego de ella por la desaparición de su hermana, pero lo hace de forma aceptable y la película sigue aumentando la intriga según avanza. Con Mike Mazurki —el conocido sargento del 7º de Caballería— llega la violencia, la angustia y el colofón esperado. Un relato más que cumple con sus escuetos comentarios en off como tantas excelentes películas americanas del mismo estilo que se hicieron en aquella época del blanco y negro.

1ª La que se cogió Ernesto de Hannover el día antes de la boda de la infanta Elena. Fue tal que al día siguiente se libró de la boda y se pasó el día durmiendo.

2ª Quería regresar a casa sola y borracha y la hicieron ministra.

3ª John Huston y Bogart en África. Los únicos que no cayeron enfermos como los demás en el rodaje de La Reina de África. Gracias a que no dejaron de beber whisky a todas horas.

4ª Maurice Utrillo en los sanatorios restableciéndose de sus épicas cogorzas. Desde la ventana pintaba las calles que veía y fueron sus más bonitos cuadros.

5ª Ray Milland, borracho perdido incapaz de aguantar la música de fondo que le puso Billy Wilder. Y ganó un Oscar.

Moraleja: Empinar el codo es bueno.

Es mala por naturaleza. Mala de solemnidad. Mala con avaricia. ¿Por qué se ven estas películas? Porque de las cosas malas también se puede sacar provecho. Pero hay que diferenciar mala de maldad con mala de categoría. Steven Seagal hace películas malas y sobre la maldad más malvada. En este caso, el título de A Good Man incita a verla por saber de alguien que puede ser bueno en este mundo de malos.

A Good Man es una película de género, dentro del género de acción están las de Steven Seagal (un mundo aparte), y dentro de las suyas, está el género de A Good Man, la mayor maldad antes realizada.

A Good Man se puede ver para aprender que no hay un sólo hombre bueno, y el Good Man, tampoco lo es. Buena puede ser la niña, por inocente, pero supongo que según vaya creciendo será mala como la mayor de las pécoras. Para empezar diremos que El Hombre Bueno es un fantasma, se mueve por la película de forma onírica. Son pasajes como sueños. No hay más que ver que el final es irreal, no es lo que se ve, es lo que Seagal sueña, evidentemente.

Cuando la vecina pierde las llaves y aparece Seagal con su perro, es una secuencia que se queda en la memoria. La chica ha perdido las llaves y no puede entrar en su apartamento y Seagal, el Hombre Bueno, la quiere ayudar. "Voy a abrirte la puerta". Uno, que ya ha visto mucho cine, sabe que si fuera Chuck Norris pues la derribaría de una patada, Popeye de un soplido, McGiver la abriría con la hebilla de su cinturón y el Equipo A de un trabucazo. Pues Seagal la abre con la magia. Es que no se ve cuál ha sido el truco. Sencillamente lleva un metro de esos de carpintero y ya está. Abierta. Luego dice que le pondrá un cerrojo nuevo. Magia.

Seagal tiene otra característica onírica y es la de ser Intocable. A él NUNCA le llega un golpe del contrario. Agita sus brazos desnudos o armado con el sable y resuelve la situación sin más. Mucho tiene que ver su filosofía ZEN que siempre le acompaña y de la que es ferviente seguidor. Para la peleas se utiliza a un apuesto secundario muy versado en las técnicas marciales y hay que decir que están bien. Las suyas, en su línea onírica, nada destacable. La película es sangrienta, se la puede poner buena nota según la perspectiva en que la vea uno porque no aburre, pero hay cosas por las que no se pueden pasar.

Nada más añadir que Steven me ha encargado que desee Felices Fiestas a todos.

The Good Doctor.

Uno puede tratar muy bien a su perrito, pero también puede pegarle dos tiros al prójimo a la primera de cambio. Por expertas manos en la dirección se nos muestra con total visos de realidad la actuación de la policía metropolitana en su labor diaria. También, y de un modo muy señalado, la de un asesino en su día a día. Es curioso cómo pasa inadvertido en la sociedad tal sujeto y eso es debido a su metódico comportamiento. Son personas solitarias y frías, si albergan algún cariño, desde luego no es a sus semejantes.

El hecho que la película empiece relatando en off como un documental no es ningún hándicap, puede que lo sea para alguno pero es un acierto porque te pone en antecedentes sobre la labor policial y sobre el hecho que el film está basado en un hecho real. Esta característica es más corriente de lo que uno se piense en el cine negro americano. Personalmente, opino que con ello se acerca a esa serie de Crímenes Imperfectos que nos enseñan la paciente investigación oficial tras un crimen. El caso es que a los dos primeros minutos, la voz en off no vuelve a aparecer. En La ciudad desnuda, del mismo año, la voz en off se tira toda la película relatando.

Quien desdeñe el género policial realista de la época de oro del cine Noir americano no será amigo de estas películas, pero quien disfrute con ellas aquí tendrá un buen ejemplo de secuencias emocionantes, inquietantes momentos tras las cortinas con personajes escondidos, y las siempre bienvenidas persecuciones bajo el asfalto.