"Bedevilled" es la nueva sensación del cine coreano en un año (2010) en el que el thriller criminal y las propuestas viscerales han copado todos los elogios, a través de obras muy superiores a la presente como "I Saw the Devil" o "The Man from Nowhere". Estas últimas tampoco eran sensacionales, pero desde luego no tomaban al espectador como un imbécil. Jang Cheol-soo prefiere no dejar nada al azar y lo predispone todo para que nadie se pierda en una historia tan profunda. Es "Bedevilled" la respuesta coreana a "Precious", ni más ni menos. No se pueden sufrir tantas desgracias juntas.

La historia va así: una pija de Seúl presencia un asesinato y tras ser amenazada por un grupo de pandilleros decide tomarse unas vacaciones, desconectar e irse a una isla donde pasó su infancia. Al llegar allí descubre que todos los habitantes del lugar que han inyectado colorante, mostaza y azafrán en la piel, lo que les da un color amarillo-marrón justificado como "estar morenos". Dato sin importancia, como el hecho de que al vivir en una isla apartada de la sociedad estén más cerdos que los indigentes venecianos, con los dientes perfectamente blancos, eso sí. La clave es que la mejor amiga de la infancia de la pija de Seúl está siendo sometida a algo parecido a la esclavitud por su marido (que la maltrata) y por las mujeres mayores de la isla, que actúan como si fuesen Canteras, dirigiendo el cotarro de la forma más triste y pobre posible.

La amiga de la tía de Seúl tiene una hija pequeña. No podía faltar. El caso es que tanta opresión, porque todos son muy malos, desde el marido hasta su hermano que masca hojas y se baba, pasando por las mujeres mayores, lleva al desequilibrio y la amiga de la pija se vuelve tarumba y se pone a matar a todo cristo. Venganza divina. Todo es tan chorradas, los personajes son tan vergonzosos, las situaciones tan gratuitas y el giro final tan, tan, tan impostado* que "Bedevilled" se convierte pronto en una especie de broma salvaje que entretiene tanto como sorprende. Hay que tenerlos bien grandes para escribir tantas tonterías juntas. Total, otro clásico surcoreano a la lista de películas que se olvidarán en dos meses. Las hay peores, desde luego, esta al menos tiene la capacidad de entretener y tiene algún momento en el que no provoca sonoras carcajadas*.

Si alguien quiere ver películas en las que los personajes tienen un mínimo desarrollo y que involucran la locura, de forma coherente y perfectamente medida, o el cómo reaccionaría un ser humano ante situaciones límite, ahí van un par de cosas que merecen la pena: Perros de Paja (Sam Peckinpah, 1971), Deliverance (John Boorman, 1972), Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979), El Resplandor (Stanley Kubrick, 1980) y La gran fiesta de Pocoyó (Alfonso Rodríguez/Gui Camblor, 2009). De nada.

*El desarrollo de los asteriscos, al campo de spoilers. Y esta vez, vienen con spoiler.

Esta crítica va a ser corta: la película es una mierda. Mezcla de animación 2D digna de una serie de televisión de los años 60 y efectos 3D ampliamente superados desde la PlayStation. O qué diablos, diría que incluso TRON. Esta primera película de las que se harán basadas en Dragonlance deja la sensación de haber masticado un excremento seco sin nada de jugo.

Los personajes son un intento de El Señor de los Anillos, con un protagonista mezcla de Legolas y Aragorn, también hay un enano cascarrabias, una hechicera con poderes absurdos, un mago misterioso a lo Gandalf, el personaje graciosillo que nunca falla y mil tópicos más. ¿Los enemigos? Goblins. Es decir, la versión barata de los orcos. ¿Localizaciones? Un poblado lleno de elfos, unas minas custodiadas por una dragona terriblemente mal animada, y una batalla final en un fuerte lleno de goblins. Y por supuesto, una caída al abismo de cierto personaje que copia descaradamente la suerte de Gandald en La Comunidad del Anillo.

Todo esto es un pequeño resumen de lo que ofrece esta bazofia que, por tener, no tiene ni la suficiente calidad para compararse a series sesenteras de animación. Mala mezcla de 2D y 3D que no sólo es técnicamente asquerosa, sino un cúmulo de tópicos que, francamente, prefiero pensar que no estaban tan mal retratados en las novelas originales. Ni regalada.

Hoy me siento generoso y por tanto no me meteré demasiado con este puto engendro del diablo perpetrado por el señor Gómez Bolaños. Aún con todo, pese a que intente racionar mi ira o me proponga olvidar el buen gusto a favor de la sana diversión, "El Chavo del 8" es una de esas pocas cosas esperpénticas que me hacen recordar la hipocresía de mucha gente. Una serie de los 70 de una factura técnica pobrísima, con la gracia en el culo y donde la norma general era precisamente eso que hoy en día le echamos en cara a las producciones españoles: ver a adultos haciendo de niños.

Sí, sé que esa era la idea. Pero es repugnante. No recuerdo cómo se llamaban los personajes, ni sé quien era quien, sólo que la simple presencia de ese tal Chavo y de una amiga suya muy gilipollas con coletas me provocaban vómitos y un punzante dolor en la sien que me incitaba a coger una pistola y hacer "PUM!". Lástima que cuando veía esto, lo más parecido que tenía a un arma de fuego era una puta pistola de agua y, por tanto, nunca pudiese acabar con mi agonía.

Pese a que no la vi mucho, sus imágenes siguen atormentándome cada vez que me siento delante del televisor y procedo a observar una producción patria. Ya se llame "Un paso adelante", o "SMS", o "Mis Adorables Vecinos" o... no sé, casi cualquier cosa que haya hecho Daniel Écija, tengo esa extraña sensación de que mis neuronas se van de viaje a un mundo fantástico y luego vuelven con una resaca de la hostia al apagar la televisión. Y por ello, me duele la cabeza, mucho. Como ahora, que ya tengo una edad, puedo disponer de un arma de fuego o algún objeto punzante, procuro evitar el recuerdo de "El Chavo del 8", a sus personajes subnormales, su pobre factura, sus diálogos... todo. Lo llaman supervivencia.

De todas formas y en resumen, sólo aclarar una cosa: si las series españolas son una mierda, es por culpa del éxito de bodrios como "El Chavo del 8". Y el hecho de que haya durado más de 400 episodios, una barbaridad, sólo indica una cosa: nos gusta tragar mierda. Así que menos hipocresía: si a esta porquería se la valora con buena nota, no entiendo por qué SMS puede tener tres puntos menos. ¿Nos hemos vuelto locos, o es que nos hemos pasado al estado mental del señor Gómez Bolaños?. Digno de estudio…