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Críticas de Wladimyr Valdivia
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Críticas 157
Críticas ordenadas por utilidad
4
2 de enero de 2015
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta oportunidad, es Platinum Dunes, la productora de Michael Bay, Brad Fuller y Andrew Form, los responsables detrás de “The Amityville Horror” (2005), “The Purge” (2013), entre otras; los encargados de presentar “Ouija”, un thriller de suspenso y terror sobrenatural basado en el famoso tablero para contactarse con los espíritus.

La cinta, ópera prima del director Stiles White, tiene un comienzo arrollador. Se nos presenta en los primeros quince minutos de rodaje el hecho que da sentido y razón a la historia, y notamos inmediatamente que, aparentemente, no estamos frente a una nueva y desechable película de terror, por el muy buen tratamiento del suspenso, la atmósfera y los cuidados planos y secuencias. Luego la situación incluso mejora, cuando empezamos a descubrir en Olivia Cooke (Laine, la protagonista), Ana Coto (Sarah, hermana de Laine) y Bianca Santos (Isabelle, amiga de Laine), tres actuaciones bastante creíbles y muy bien llevadas, a ratos incluso transmitiendo sensaciones reales, como si los sustos y expresiones fueran naturales e improvisados.

Sin embargo, poco a poco, y a medida que la cinta avanza, empezamos a darnos cuenta que, lamentablemente, nada era como lo habíamos pensado, y “Ouija” regresa para posicionarse en ese estante del cine de terror que repite y repite las fórmulas, los lugares comunes, la previsibilidad, la toma de malas decisiones por parte de los personajes y los elementos recurrentes dentro del género, sucumbiendo en un final esperado y un conjunto de escenas que hemos visto un sinfín de oportunidades.

En la última década, James Wan llegó, afortunadamente, para refrescar al género del terror norteamericano con “Insidious” el 2010 y “The Conjuring” el 2013. Ni siquiera se esforzó en plantearnos nuevas ideas (de hecho, ambas películas se sostienen sobre un argumento archi repetido y manoseado), pero sí un renovado y potente manejo del clímax, elemento clave en este tipo de producciones, si no el más importante. Y con eso fue suficiente para que, a partir de ello, poder exigirles a nuevas apuestas de horror un poco más de inventiva, mayor esfuerzo en el montaje, los decorados y el sonido, más calidad interpretativa y, principalmente, nuevos antagonistas espectrales y del más allá. Este párrafo vale para señalar la mínima vara que Stiles White y “Ouija” no fueron capaces de superar.

Que tras lo ocurrido a Debbie (no se alarmen, no es spoiler, aparece en el trailer y su sinopsis oficial), absolutamente nadie se cuestione el motivo y manera de su muerte, excepto su mejor amiga; o que un personaje, tras ver a una persona aparecerse en un ático abandonado, no manifieste mayor interés y se olvide del asunto, son dos claros ejemplos de por qué uno termina rechazando este tipo de trabajos: no se puede subestimar a ningún tipo de espectador, ni siquiera al poco exigente que sólo busca entretención. Los elementos que restan credibilidad a las motivaciones de los personajes, sólo contribuyen a perder el interés por el desenlace de la historia. El amateur manejo de una indispensable vuelta de tuerca y la escasa presencia protagónica de una banda sonora que complete los momentos y escenas, sólo suma a un resultado nefasto que tampoco alcanza a ser, siquiera, efectista. No es casualidad tampoco que la guionista detrás de “Ouija” sea Juliet Snowden, la libretista responsable de fracasos como “Knowing” (2009) y “Boogeyman” (2005).

Para destacar, en algún grado, son las interpretaciones, que sin ser soberbias, significarán sin duda un salto para tres figuras femeninas que sobresalen por su naturalidad y frescura: Olivia Cooke (“The Signal”) y dos bellezas con sangre latina, Ana Coto y Bianca Santos, la primera, de origen puertoriqueña, dando sus primeros pasos en el cine, y la segunda, de raíces brasileñas, conocida por su papel como Lexi Rivera en la serie “The Fosters”.

“Ouija” tenía todo para ser llamada a ser una de las grandes apuestas de terror del nuevo año, pero acabó por tirar por la borda un argumento que, si bien bebía de muchos clichés y estereotipos, resultaba una variante interesante a la clásica historia de la-casita-del-horror y la-muerte-nunca-resuelta. Con mucha predisposición y ganas de asustarte, es probable que consigas pasar un buen rato. Nada más.

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Wladimyr Valdivia
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9
31 de marzo de 2016
4 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las obras más aplaudidas en la última edición del prestigioso Festival de Cine Fantástico de Sitges y una de las películas más aclamadas en lo que va del 2015. “Goodnight Mommy” es la segunda cinta dirigida en conjunto por los austríacos Severin Fiala y Veronika Franz, ganadores del Cuervo de Plata en el último Festival de Cine de Bruselas. Hablo de uno de los mejores thrillers psicológicos de terror (ojo con lo que digo) de los últimos veinte años.

Nunca sabemos el nombre de la madre. Nunca importa. Sólo sabemos que tiene dos hijos gemelos, Lukas (Lukas Schwarz) y Elias (Elias Schwarz), que el padre no existe, y que acaba de regresar a su casa con el rostro completamente vendado, luego de someterse a una cirugía. Al pasar los días, los niños ven cómo su madre ya no es la misma. Su actitud dictatorial y un extraño comportamiento obliga a los dos pequeños a investigar qué fue lo que pasó y si ella es o no efectivamente su cariñosa madre que, aparentemente, desapareció. De aquí en más, se hace imposible hablar más de su trama sin caer en adelantos, por lo que me detengo justo aquí.

La pareja de directores apostaron por un guion, si bien no del todo original (algo nos recuerda a ‘The Other’ de Robert Mulligan de 1972), muy simple en su planteamiento. Con una producción minimalista y una estética muy independiente, la cinta se desarrolla en su mayoría al interior de la casa, una sofisticada casa de campo adornada por los cuadros más aterradores que puedan existir, donde se respira soledad y llenando los espacios de plena incomodidad. Esto define la atmósfera opresiva del film desde el primer minuto y, con ello, conocemos a Lukas y Elias, hermanos y únicos mejores amigos, que se ven sometidos a la opresión de una madre nueva, extraña, agresiva y distante. En su segunda mitad, la cinta gira en sentido contrario y nos adentramos en un mundo donde desconocemos todo lo experimentado y vivimos los minutos más intensos y aterradores que nos haya regalado el cine en los últimos años.

El dúo de directores no pierde el control de la cinta ni en un sólo minuto. Cada escena, movimiento y decisiones de los personajes en pantalla cumple su objetivo. Si bien todos sus aspectos técnicos son manejados con sutileza, desde la música hasta la fotografía, es la evolución de la historia y la capacidad interpretativa de los tres personajes en pantalla lo que sostienen la cinta, algo que nos evoca inevitablemente al cine del -también austríaco- Michael Haneke: nos sacan de nuestro estado de confort como espectador en base al suspense y la deconstrucción narrativa, desafiando la lógica y exponiendo a sus personajes a vivir situaciones extremas, en este caso, con momentos perturbadores e, incluso, escenas de violencia explícita.

El ser humano que alcanza su estado más primitivo, sea por causa de la falta de confianza (los niños con su madre) o el dolor de la vida (la madre en su soledad), rondando la locura y el comportamiento fuera de toda norma. Así, “Goodnight Mommy” se convierte en un interesante ejercicio y análisis sobre la psicología infantil, la depresión, la maldad adquirida y la paranoia. Un retrato, si bien ficticio, que resulta ejemplificador, representando estilos de vida presentes que conviven en la sociedad actual, de madres solteras y niños empoderados, pero en clave de thriller de terror.

Las actuaciones son brillantes. Tanto Susanne Wuest como los niños Lukas y Elias Schwarz -ambos sin mucha experiencia previa- le otorgan un realismo único y esencial a la cinta, poniéndonos los pelos de punta cada vez que los tres comparten escena, dotando a la cinta de una imprevisibilidad obligatoria, casi una exigencia para las películas de este género.

“Ich Seh, Ich Seh” es el título en alemán original de esta nueva obra del terror, una pesadilla que no requiere de fantasmas ni de cámaras en mano para hacernos pasar un muy mal rato y, con ello, disfrutar de uno de los mejores títulos del año.


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Wladimyr Valdivia
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