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Críticas de Néstor Juez
Críticas 880
Críticas ordenadas por utilidad
8
23 de diciembre de 2020
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es difícil decirlo revisando la cobertura que se ha hecho en esta web durante los últimos 8 años, pero servidor tiene un aprecio especial por el cine documental. Es siempre complicado y muy anómalo que grandes documentales se abran camino hacia las salas comerciales, y en no pocas ocasiones grandes obras del género pasan bajo el radar. Encontramos un panorama diferente, afortunadamente, con la no ficción patria, que en los últimos años se ha mostrado en plena forma dejando poderosos exponentes. A falta de que llegue el momento álgido de nuestra temporada de premios, no es descabellado afirmar que el aciago 2020 ha sido un año mucho mas jugoso en el audiovisual español en las coordenadas del documental que en las de la ficción. Y en cuanto a documentales, hay un título que ha acaparado todo tipo de loas y aplausos. Un trabajo ambicioso de grandes proporciones que se presentó en el pasado Festival de Rotterdam y también compitió en la Sección Oficial del pasado Festival de cine europeo de Sevilla, donde se hizo con el Gran Premio del Jurado. Una obra apoyada por la ECAM y distribuida por Begin again y que, aunque en pocas salas y en horarios muy reducidos, tenemos disponible en salas españolas: El año del descubrimiento, de Luis López Carrasco. Un filme que acudí a ver tan pronto como fue posible, y que no puedo sino recomendar con fuerza a todos mis lectores. Una obra catedralicia poderosa a nivel cinematográfico, humano, político y social, que superó ampliamente toda expectativa que pudiera tener. Un filme extraordinario.

España vivió un año de profundos cambios, progreso económico y expansión internacional en 1992. Punta de lanza de estas políticas aperturistas y ambiciosas del gobierno fueron la Expo de Sevilla y los JJOO de Barcelona. Mientras tanto, en Cartagena se cerraban fábricas e industrias y se dejaba a centenares de trabajadores en las calles. Una tensa situación que se tornó insostenible, que sólo captó la atención de los medios cuando el conflicto estalló en las calles. Una ambiciosa obra que parte de un hecho histórico de Cartagena para reflexionar en un tono crítico sobre el rumbo que ha tomado la sociedad española en los últimos treinta años y para diseccionar los polvos que han conducido a los presentes lodos de precariedad laboral y crisis en el tejido empresarial de nuestro país. Y lo hace a través de la palabra, dejando conversar a los ciudadanos. Durante tres horas, confinados en los límites de un bar de Cartagena y con el permanente recurso de la pantalla partida, asistimos a fragmentos de variadas conversaciones entre cartagineses de todas las edades, recordando los hechos sucedidos y reflexionando sobre la complejo situación que los sucedió. A través de este atractivo dispositivo, que en ocasiones ofrece interesantes conversaciones entre sendas imágenes paralelas, y del toque atemporal de utilizar una textura de imagen de archivo e imágenes de noticiarios de la época (lo cual nos mantiene confusos durante los primeras secuencias, haciéndonos dudar de si acaso estamos viendo secuencias grabadas en los 90), asistimos a un apasionante, completo y amargo retrato de la España del ayer y del hoy. Un viaje emocional que nos revuelve e indigna y que es un tanto una confesión sincera como un acto político, un grito al cielo alto y claro. Una sucesión de testimonios desnuda y profunda, que haciendo uso de los resortes del documental no sólo exhibe un músculo envidiable para construir un relato cinematográfico, sino para capturar con meridiana precisión la esencia española y la identidad inconfundible del trabajador humilde que seguirá luchando por sus derechos y por una vida digna. Un documental colosal.

Todo filme de metrajes que se extienden más allá de las tres horas se van a enfrentar siempre al desafío de mantener el interés durante muchos minutos y trazar un tempo homogéneo, sabedores de que será inevitable que se produzcan momentos de decaída. El tempo de esta excelente película es prodigioso, fluye de manera orgánica y como espectadores habríamos continuado con interés el visionado otras tres horas más. Sin embargo, es innegable que hay tramos menos logrados. Corresponden a un espacio de 15 o 20 minutos en el que un grupo de jóvenes reflexiona en tono derrotista de su situación actual, y un epílogo extendido con monólogo de un sindicalista. Instantes que resultan menos convincentes que el resto de la obra porque se alejan de la tesis, se detienen a recrearse en un discurso lastimero mas generalista de sobra conocido y mucho menos rico a nivel conceptual. Pese a ello, no me malinterpreten, se trata de buenas secuencias. Y allí donde la pantalla partida brinda una dialéctica jugosa en la primera hora, cuando entramos en el relato del cierre de fábricas se abandona, dejando habitualmente una de las dos mitades de la pantalla en negro. Apenas unas minucias que sirven como flaquezas menores de una obra magna.

Avasalladora, poliédrica, comunitaria y extremadamente humana, El año del descubrimiento es un documento de nuestra historia reciente de valor incalculable, y una película imprescindible.
Néstor Juez
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5
6 de marzo de 2020
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal y cómo se va configurando el escenario, diríase que el mes de marzo va a ser el mes de las reivindicaciones sociales en el plano cinematográfico. No en vano, el 8 de marzo es el día de la igualdad de género, por lo que cabría esperar que este hecho se viese reflejado en la cartelera. En el caso del estreno de esta semana, me resulta inevitable pensar que esta línea de pensamiento haya sido determinante en su fecha de llegada a salas. Pero no me malinterpretéis, hablamos de una película que estaba llamada a ser estrenada más pronto que tarde. Es una de esas rezagadas del circuito festivalero cuyo desembarco aún estaba pendiente. Y además, una película que se vio en el primer día del Festival de Venecia, justo antes de que apareciese por allí. Un filme que vuelve a dar la voz a una nación donde muchos cambios son aún necesarios. Golem estrena este viernes La candidata perfecta, la tercera película de Haifaa Al-Mansour, primera directora de Arabia Saudí. Realizadora de una película que no me convenció como Mary Shelley, pero que merece seguir confiando en lo que tenga que decir tras la cámara. Ni la trama ni el recibimiento mediático invitaban al optimismo exacerbado, pero es siempre un placer cubrir los estrenos de Golem. Poca presencia de cine saudita hay en esta web, por lo que suponía la ocasión perfecta para remediarlo. Y aunque nos hallamos ante una película muy adecuada para unos fines específicos, es a su vez un largometraje dúctil. Una película armada con profesionalidad e importante en su mensaje, pero pobre en sus posibilidades expresivas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Néstor Juez
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5
23 de diciembre de 2017
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La distribuidora A contracorriente films, a la que tengo olvidada últimamente, fue la primera en confiar en este medio para que escribiera sobre sus estrenos. Por lo que nunca dudo en acudir al Verdi cada vez que realizan un pase de prensa. De la película que nos ocupa, oculta en el olvido mediático y popular, nada sabía, más allá de unas pocas opiniones, eso sí, entusiastas: el drama francés sobre la Segunda Guerra Mundial Una bolsa de canicas, basado en la novela autobiográfica homónima escrita por Joseph Joffo, un superviviente judío del Holocausto. Película que, aún sin presentar rasgos de estilo que me sedujesen, contaba con el beneplácito y el atractivo de una premisa que, aunque nada novedosa, siempre es atractiva aún tras décadas de cine sobre el holocausto. Por lo que acudí al visionado con optimismo y mente abierta, la mejor actitud para el disfrute de una obra cinematográfica. Y sin ser deslumbrado por una obra poderosa, sí disfruté y fui gratificado durante la grata proyección. La presente película es un que gustará a todo el mundo. No ofrece nada que no hayamos visto, es sensiblera, predecible, emocionalmente enfática y plana y carente de pretensiones de expresión artística más allá de la vistosa cobertura de la acción, pero es una gran producción cuyos medios lucen, cuya historia engancha y, en definitiva, un producto que funciona sin fisuras.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Néstor Juez
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7
20 de octubre de 2017
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
De unos pocos años a esta parte se viene constatando entre la crítica y el circuito de festivales un resurgir del cine iberoamericano. A nombres ya legendarios como los de Campanella, Salles, Meirelles, Cuarón, Iñárritu, Aristarain o Bielinsky, se han unido nombres como Martel o Reygadas, y en los últimos años realizadores como Amat Escalante. Pero si hay una cinematografía especialmente beneficiada por este resurgir es la chilena. Principalmente, por el éxito de Pablo Larraín, que con No, El club, Neruda y Jackie encadenó cuatro peliculones. Y el otro nombre del cine chileno a apuntar es el de Sebastián Lelio. Tras recibir halagos en 2013 con Gloria, y antes de estrenarse en Hollywood con Disobedience, ha tocado el olimpo de la crítica durante el año 2017 con el filme que nos ocupa: el drama transgénero Una mujer fantástica, integrante de la Sección Oficial del último Berlinale, dónde fue premiado con el galardón a Mejor Guión y con el Premio Teddy a Mejor Película. Pese a haber sido programada en la sección Horizontes Latinos del último Festival de San Sebastián, no pude asistir a ningún pase, por lo que conforme se estrenó en España me abalancé a las salas de los Renoir para saborear con atención uno de los platos fuertes del año, dispuesto a valorarlo no en base a su leyenda sino cómo film en sí mismo. Y una vez visto encomiendo, más allá de la calidad intrínseca del filme, a todo el mundo a verlo, pues se hacen pocas propuestas de este tipo y valentía, y es socialmente necesario, y es conveniente apoyar el cine de Latinoamérica, sobre todo si está filmado con este buen gusto. Si bien la película no aporta nada revolucionario en su guión, ni va más allá de lo que su premisa plantea, la ejecución del relato es tan preciosista y delicada que es imposible no seguirla con goce.
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Néstor Juez
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7
8 de octubre de 2017
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y a las 19:00 vi en el Principal la última del día, otro plato de cine patrio en Sección oficial, esta vez compitiendo: el drama social La vida y nada más, dirigida por el español residente y formado en Estados Unidos Antonio Méndez Esparza, que sitúa su relato en América, protagonizado por amateurs norteamericanos angloparlantes. Regina es una mujer afroamericana joven y madre soltera, que vaga de un trabajo precario a otro y luchando para salir adelante y cuidar con dignidad de sus dos hijos. El mayor, Andrew, de 14 años, es mozo callado y conflictivo, que amenaza con seguir la turbia senda de delincuencia del padre y cuya relación con su madre ni podría ser peor. Ingredientes para un cóctel que sólo puede desencadenar en tragedia.
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Néstor Juez
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