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Críticas de SEÑOR SPINALZO
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
6
3 de agosto de 2012
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realmente, hablar de Batman es casi hacerlo del mayor de los superhéroes. Tras ver el episodio final de la nueva trilogía del enmascarado nocturno, consigue dignificar un subgénero tan estereotipado como es el de los superhéroes. Y no deja de ser difícil saber donde radica su fuerza y carisma, ya que no es únicamente patrimonio de sus últimas adaptaciones fílmicas, sino que también es extrapolable a las propias historietas de origen.

Con todo, debemos decir de antemano que “The Dark Knight Rises” no es redonda, ni mucho menos. En primer lugar, existe ese precedente llamado “The Dark Knight”, esa suerte de thriller con toques de cine negro que se situaría como un logro casi insuperable. Además, esta última aventura tampoco es ajena al uso de ciertos tópicos o giros narrativos más que trillados. A pesar de todo, estamos ante una producción épica, tanto en duración como en espectacularidad, que sabe dosificar ciertos estereotipos (casi obligados para el público más comercial), con otros logros propios de una concepción más autoral, situación a la que nos tiene acostumbrados Christopher Nolan.

A día de hoy, la nueva trilogía de Batman es fruto de la necesaria revaloración del subgénero, ya vivido en el mundo de cómic en el último lustro de los 80. Logros solamente posibles gracias a figuras de la talla de Alan Moore o Frank Miller, vividas en publicaciones como “Watchmen” o el mismísimo Batman de papel, en cierto modo influyentes en estas últimas películas. Así pues, el primer título de la serie -Batman Begins- tenía cierta relación con la mítica “Batman: Año Uno” (1987), el nuevo Dark Knight mostraba sus concomitancias con “Batman: The Killing Joke” (1988), hasta llegar a este último título que hace lo propio con “Batman: The Dark Knight Returns” (1986), otro hito que marca otro listón importante a la hora de valorar el film. En esencia, una trilogía que marca un antes y un después, que sitúa los ejemplos precedentes como ridículos, al mismo tiempo que hace cuestionarnos la grandeza de los productos marvelianos.

Al margen de los obligados símiles editoriales, este caballero oscuro no deja de ser un producto fruto de nuestro tiempo. Una era gobernada por la crisis, tanto económica como social, en la que los villanos actúan bajo una moral necesaria en busca de su propia revolución, no distinta de la francesa, para juzgar y erradicar esa lacra de la sociedad que son los poderosos. Todo un trasfondo crítico que no deja de proponer ciertos puntos de reflexión, ya sea sobre economistas, políticos o grandes empresarios, todos ellos puestos en tela de juicio para dejar una pregunta en el aire: ¿Será la revolución la solución?

A modo de resumen, Nolan sigue sin defraudar. Consigue ofrecer productos totalmente comerciales, pero sin renunciar a unos parámetros de calidad poco habituales en este mundo consumista. ¿Volveremos a ver al Señor de la Noche? Puede que “Arkham Asylum” (1989) sea el punto de partida de una nueva aventura de nuestro superhéroe.
SEÑOR SPINALZO
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5
7 de enero de 2012
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se hace extraño ver una película italiana sobre extraterrestres. No es ningún secreto que estamos ante un subgénero casi patrimonio del gigante americano. Pero, ahí está la ópera prima de Gian Alfonso Pacinotti para aportar su particular visión del tema, propuesta que en última instancia no pretende otra cosa que ser una película de cine social o de denuncia, algo que ya hacía a la perfección la novela gráfica en la que se inspira: “Nessuno mi farà del Male” de Giacomo Monti. Con esta premisa, la cinta ya merece un ápice de interés, ya que se sale fuera de lo habitual.

Y vaya si se sale de lo tópico. Si dijéramos que la película es una mezcla explosiva de típica comedia italiana (algunos momentos absurdos son dignos de Roberto Begnini o Nanni Moretti) en conjunción con Pedro Almodóvar y Steven Spielberg, no sería para nada descabellado por nuestra parte. Todo ello aderezado con extraterrestes salidos de la mejor de las producciones de César Velasco Brocca. Sin duda, un cóctel bastante complejo de digerir sin quedarse en el intento. Finalmente, una vez agitados todos los ingredientes, el resultado es una película que no acaba de lograr su objetivo totalmente, aunque tampoco carente de ciertos aciertos, sobre todo en la manera de llegar a la denuncia propiamente dicha, en algunos casos tan sutil que puede pasar desapercibida.

En una línea más profunda, la película es un claro fruto de nuestro tiempo, un mundo marcado por la crisis, pero no entendida tanto económicamente, sino desde un punto de vista moral, a pesar de que no toca a la clase política. El retrato nos hace ver que su protagonista, un hombre totalmente gris y misógino, es lo más cercano a la salvación dentro de la Humanidad. Un mundo gobernado por el juego, la prostitución, la violencia, el machismo y la mentira, elementos que aparecen reflejados en la cinta de una u otra manera, los cuales sirven a los visitantes para evaluar a la raza humana. Posiblemente, el resultado de la observación no va a ser para nada agradable.

Pese a todo lo dicho, falta algo a pesar de las buenas intenciones, ya que combina una narración inapetente con otros momentos buenos. Si vamos más allá, podemos decir que el cine italiano tiene un serio problema, no por la película en sí, sino porque es incapaz de sacar nuevos cineastas de renombre, mientras que los veteranos de la última generación importante no acaban de mantener un nivel digno de los grandes maestros. Ahí están el ya mencionado Moretti, Marco Tullio Giordana, Gianni Amelio, Giuseppe Tornatore o el más reciente Paolo Sorrentino, todos ellos autores con una filmografía más o menos irregular. Por el momento, nos quedamos con este filme estrenado en el pasado Festival de Venecia como lo mejor del año pasado. Los curiosos siempre pueden verla, ya que algo interesante pueden encontrar en ella. Los más escépticos con el cine diferente, mejor no pierdan el tiempo. Esperemos que la merecida resurrección del cine italiano llegue tarde o temprano.
SEÑOR SPINALZO
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7
29 de noviembre de 2011
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cómo describir esta película. Pues posiblemente un buen calificativo sería el de inusual, tanto por su planteamiento como por su desarrollo, lo cual es de agradecer en los tiempos que corren donde abundan tantos productos predecibles y estereotipados, en su mayor parte engendrados en Hollywood. Y es que la película se ambienta en la Guerra de Afganistán, cuyo protagonista es un talibán, pero rehuyendo de los arquetipos del cine bélico o el cine social, en principio las premisas más lógicas ante esta propuesta en cuestión.

Tal como nos tiene acostumbrados Skolimowski, su cine nos habla de personajes bastante normales, pero con unos problemas que los hacen especiales, rasgo que ya dejaba entrever en la pareja protagonista de su obra maestra “Deep End”. En este caso, la película gira toda ella en torno al afgano mencionado, aquí interpretado por un Vincent Gallo en estado de gracia, y que no en vano ya ha cosechado importantes premios por esta interpretación (entre ellos la codiciada Copa Volpi del Festival de Venecia). Se trata pues de una película de protagonista (variante opuesta al concepto de película coral), subgénero que puede llegar a ser tedioso por el constante seguimiento a un personaje. Sin embargo, el director consigue captar la empatía del espectador hacia ese personaje que debe hacer de todo con tal de sobrevivir, como robar, matar u otros actos condenables en nuestra tan civilizada sociedad occidental.

Ahí radicaría el secreto o el tema principal de la película: un drama sobre la supervivencia. En este sentido, y salvando todas las distancias, la película podría señalarse como un curioso cruce entre “First Blood” (1982) y “Dersu Uzala” (1975). Ésta última aportaría la relación directa con la naturaleza y su dureza, pero en este caso contando con un Rambo menos sofisticado en el sentido de máquina de guerra total, por tanto más realista y creíble. Decir que el cartel de la película lo comparte con Emmanuelle Seigner, quien aparece en los últimos minutos con una interpretación que pasa casi desapercibida, visto el anterior “tour de force” de gran parte del metraje.

En resumen, estamos ante un filme que destaca por la crudeza de lo mostrado en pantalla, pero sin abandonar la honestidad, un don bastante olvidado en el cine actual. Guste o no lo que nos cuenta, presenta méritos suficientes para tenerla en cuenta. Está claro que la película no deja indiferente a nadie, con lo que esperemos que su autor mantenga este mismo pulso narrativo. No se la pierdan.
SEÑOR SPINALZO
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6
23 de junio de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace tiempo, las aventuras del hombre de acero parecía una empresa casi tabú. El más grande de los superhéroes merecía una película a la altura de tan grandes poderes, y para ello se echó mano de Zack Snyder como intrépido artífice de este nuevo "reboot". La osadía de Snyder tampoco era nada nuevo, principalmente desde un punto de vista comiquero, tal como demostró en “300” y en la mismísima “Watchmen”, la biblia de los cómics de superhéroes. Y por si fuera poco, el proyecto también contó con la participación de Christopher Nolan y David S. Goyer, dos nombres igualmente curtidos en el campo, principalmente como director y guionista respectivamente de la trilogía “Batman: Dark Knight”.

Como punto de partida, la propuesta no podía pintar mejor. Y tal como era de esperar, la película adoptó el carácter oscuro que caracteriza a las adaptaciones de superhéroes de los últimos años, nada que ver con las más infantilizadas de los años 70, 80 y parte de los 90. Pero la oscuridad y el toque adulto no son elementos suficientes para lograr una obra única, y en este caso cierta parte del metraje adolece de un cierto abuso de fuegos artificiales, excesos en el uso de la estereoscopía, por no hablar de la constante obsesión por parte de los personajes en destruirlo todo. En definitiva, una extralimitación de lo grandioso que no debe confundirse con gran calidad.

Los defectos más grandes se relacionan directamente con la aparatosidad de la última hora de película, mas tampoco podemos obviar la sensación por la escasez de originalidad. En general, la película da una sensación de ya visto, de “déjà vu” en distintos elementos que se engarzan entre sí. Así pues, las referencias a Moebius (universo de Krypton) o a los fílmicos “Iron Man”, “Thor” y los “Avengers” de los últimos años son manifiestas, por no hablar incluso de propuestas de ciencia-ficción como “District 9”. Pese a todo, el film logra una cierta homogeneidad a pesar de los referentes que restan enteros en la originalidad general de la cinta.

La película tampoco carece de importantes aciertos, entre ellos las secuencias iniciales sitas en el planeta Krypton. Nada que ver con la concepción del Superman original de Richard Donner, la creación de este nuevo cosmos se muestra dotada de una originalidad impresionante, a veces tanta que se echan de menos más escenas por aquellos lares. En definitiva, un mundo con un interés digno de un “spin-off” que nos relate las aventuras de Jor-El, el progenitor del héroe. Y no menos interesantes son los diferentes y calculados flashbacks presentes durante la primera mitad de la película. Sin duda, estos momentos centrados en la infancia del protagonista son los más puramente Nolan-Goyer, instantes cargados de una lógica crisis existencial ante tan grandes poderes en un mundo tan hostil ante lo diferente y lo desconocido.

Al igual que ya ocurría “The Dark Knight Rises” (2012), la presente “Man of Steel” se postula como una película muy propia de nuestro tiempo desde un punto de vista crítico. Si bien aquella se refería a la crisis económica, política y social, el nuevo punto censurable que nos propone la epopeya del hombre de acero se centra en la sobreexplotación de los recursos naturales, causa de la destrucción del planeta de origen del protagonista. Mensaje subliminal o advertencia, es un tema que habría que tomar más en serio.

Como resumen, estamos ante una creación aceptable con sus puntos positivos y negativos casi a partes iguales. La elección del general Zod, ya visto en la pretérita “Superman II”, como primer antagonista es posiblemente un acierto total, aunque sus razones malévolas eran más justificadas en aquella dado su odio hacia el hijo de su carcelero, principalmente en al más coherente, oscuro y menos chistoso montaje de Donner realizado en 2006. La versión de Zack Snyder se decanta por una mayor estereotipación del héroe como defensor de la Humanidad y el antihéroe Zod como defensor de lo kryptoniano, rozando en ambos casos el fanatismo. Con todo, el producto es digno y un nuevo comienzo de lo que se presupone una saga que esperemos vaya en “crescendo” y nos muestre a otras dignas némesis como Lex Luthor, Brainiac o su mismo ejecutor Doomsday. La meta de DC Entertainment debería ser clara: igualar el listón del murciélago.
SEÑOR SPINALZO
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7
5 de enero de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A estas alturas, nadie duda del potencial de los hermanos Dardenne, incondicionales del Festival de Cannes desde que estrenaron allí “Rosetta” (1999), flamante ganadora de la Palma de Oro. Sus siguientes propuestas volvieron a gozar de nuevos premios en el festival galo, repitiendo la codiciada Palma con la que posiblemente sea su película más redonda, “L'Enfant” (2005), un honor sólo al alcance de otros cinco cineastas: Sjöberg, Coppola, Imamura, Kusturica y el danés Bille August. Esta constante presencia no es para nada caprichosa, ya que el personalísimo estilo de los autores es siempre un valor digno de tener en cuenta.

Dicho estilo es fundamentalmente realista. Es un cine que se mueve entre el neorrealismo y el docudrama, ya que no se detiene en ornamentos o elementos superfluos que intenten captar la atención del espectador. “Le gamin au vélo” no va a ser la excepción, un cine veraz y honesto casi bressoniano. Esta nueva propuesta “marca de la casa” se centra en la vida de un niño díscolo, Cyril (Thomas Doret), un chaval de once años cuya rebeldía viene motivada por la falta de amor paternal, un nuevo personaje inadaptado propio de la trayectoria de los Dardenne. Como siempre, sus actos suelen ser cuestionables, pero existe cierta empatía hacia el chico, ya que suelen venir motivados por el instinto o la necesidad, contando como única válvula de escape con su inseparable bicicleta que lo hace libre y feliz, ajeno a sus propias miserias personales.

Como siempre, es típico el uso de la cámara en mano, a veces temblorosa, siguiendo a los protagonistas como si fuese otro personaje más de la historia, de ahí la escasez de cambios de plano. Esto deviene en el realismo propio de los directores, pero también es cierto que hay elementos que la apartan de sus creaciones anteriores. De entrada, el filme en sí mismo es el menos deprimente y punzante de cuantos han hecho, ofreciendo así un relato más contenido en desgracias. También novedoso, es la presencia de una actriz de primer orden para interpretar a la peluquera Samantha (Cécile de France), algo impropio en su filmografía. Pero más curioso aún, son los tres compases del segundo movimiento del beethoveniano concierto para piano “Emperador”, usados tres veces en toda la película, pero carentes de subrayado dramático alguno, sino más bien como un pequeño desahogo al drama vivido por el niño. Puede parecer banal, pero los Dardenne han rehusado de la música en sus películas, tanto original como prestada, con lo que estamos ante una novedad un tanto insólita.

Estamos pues ante una buena película, pero también es cierto que su estilo característico puede resultar un tanto repetitivo. Sin duda, reinventarse a uno mismo es difícil, y en esta línea deberían seguir buscando nuevas fórmulas. Con todo, son capaces de mantener un nivel de calidad alto, aunque su obra maestra parece ser algo que está aún por venir. Quien sabe, quizás llegue en forma de una nueva Palma de Oro.
SEÑOR SPINALZO
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