Cart Theodor Dreyer dirigió en 1954 la película "Ordet", basada en la obra teatral homónima escrita en los convulsos años treinta del Siglo XX por el pastor protestante Kaj Munk, que fue asesinado por los nazis en la II Guerra Mundial.

La película causó una gran conmoción en toda Europa. Trataba desde un punto de vista crítico un tema casi intocable entonces: la religión. Siembra interrogantes sobre la intransigencia religiosa, las disputas sobre cuestiones como el perdón o la importancia de la culpa en el cristianismo. Hace referencia a las relaciones entre religiones, entre religión y ciencia o entre religión y fe. Incluso la muerte inesperada de una de las protagonistas consigue hacernos reflexionar sobre un tema no menos controvertido: la existencia o no de milagros.

Adam Price, creador de "Borgen" y admirador confeso de Dreyer, se atreve a profundizar en el tema de la religión en la serie de TV "Herrens veje (Ride upon the storm)", serie de gran espiritualidad, con personajes fuertes y confrontados a situaciones cotidianas o sumamente dramáticas de las que salen con sus cicatrices correspondientes que, tarde o temprano, les pasarán factura.

Todo me gusta de esta serie, pero el personaje de Christian, uno de los hijos del pastor protagonista, me sobrepasa. Christian se mueve entre el budismo, el ateísmo y el cristianismo y, paradójicamente, esa confusión le lleva a tener una energía, una profundidad de pensamiento o una capacidad para sacar conclusiones catárticas que pocas veces he visto.

Pasen y vean...

El arbitraje no te hace millonario, lo que te hace ganar mucho dinero es venderte al mejor postor, y eso hizo el árbitro egipcio Al Ghandour (y sus dos jueces de línea, uno de Trinidad-Tobago y otro de Uganda) en los Cuartos de Final del Mundial de Corea del Sur, en el partido del anfitrión contra España y en lo que fue el robo más descarado de la historia del fútbol, no sólo por el delito en sí, sino por la importancia del partido, retransmitido a todo el Mundo.

Las causas no se conocen, aunque se acabarán sabiendo con el tiempo, yo sospecho que debía haber un tema de apuestas, porque sólo el "caserismo" del fútbol no explica semejante expolio. El árbitro y sus jueces de línea que se jugaban hacerse ricos si Corea del Sur eliminaba a España consiguieron, anulando dos goles legales a los españoles y cortando por fuera de juego opciones claras españolas lo que parecía imposible, que un conjunto como Corea del Sur, incapaz de hacerle una jugada de peligro a España y que recibió dos goles legales, eliminara a España.

Patético el intento de echarse la culpa entre ellos de semejante robo entre el árbitro egipcio y el línea de Trinidad-Tobago (el ugandés no quiso participar del reportaje). Lo más crudo del tema es que España quedó fuera del Mundial, y estos dos sinvergüenzas son ricos. El único consuelo es que muchos de los dirigentes de la FIFA de aquel Mundial están en la cárcel, incluido el mafioso Ángel María Villar.

El 6 de julio de 2008 se escribió una de las más bellas páginas del mundo del tenis, una final de Wimbledon entre Rafa Nadal y Roger Federer, dos de los tenistas más laureados de la historia -42 torneos del Grand Slam entre los dos, 20 Roger y 22 Rafa- y que está considerada, junto a la también mítica final de Wimbledon en 1980 entre Borg y McEnroe, como uno de los mejores partidos en la historia del tenis.

Roger parecía destinado a dominar el tenis mundial como nunca antes lo había hecho nadie. Juntaba la elegancia de Borg, la eficacia en el saque de Sampras y algunos toques de clase de Rod Laver. Hasta 2008 había ganado 5 torneos de Wimbledon consecutivos pero...los dioses pusieron en el circuito ATP a un joven español con aspecto de gran jefe apache llamado Nadal.

El juego de Nadal tampoco había conocido precedentes en tierra batida. Juntaba la fuerza mental de Connors, la capacidad de devolver bolas imposibles de Vilas y la sabiduría para encontrar soluciones a situaciones adversas de McEnroe. En 2008 había vencido a Federer en la final de Roland Garros por 6-1; 6-3 y 6-0 en lo que era su 60ª victoria consecutiva en tierra batida.

Y así llegaron los dos a Wimbledon, la meca del tenis. La ventaja teórica estaba del lado de Federer, con un juego en hierba que parecía imbatible. Nadal intentaba imponer su estilo de juego desde el fondo de la pista que le hacía invencible en tierra, pero pocos creían que con ese tipo de juego pudiera evitar el sexto triunfo consecutivo del genio suizo en la hierba londinense.

Y llegó la final. Rafa empezó jugando a un nivel excelso y se apuntó los dos primeros sets por 6-4. Cualquiera que no fuera Federer se hubiera dejado llevar, pero el helvético decidió que si perdía esa final sería escribiendo una oda al tenis...y el resto forma parte de las grandes leyendas del mundo del deporte.

Precioso reportaje para homenajear a ese duelo inolvidable.

Un punto de inflexión, en geometría, es aquel en el que una curva cambia el sentido de su curvatura. Cambiar, según el Diccionario, es convertir o mudar algo en otra cosa. Echávarri, director deportivo del modesto equipo navarro Reynolds, había corrido en equipos franceses y sabía que el ciclismo español tenía potencial para dominar algún día el Tour de Francia, pero tenía que reinventarse...y se reinventó.

Precioso reportaje sobre el comienzo de la edad de oro del ciclismo español, con una persona inconformista que no se limitó a ser sólo un gran escalador y ganar la Vuelta a España, quería ganar un Tour y lo ganó a lo grande. Pudo ganar tres, pero el Tour que ganó en 1988 valió por tres. Su nombre, Pedro Delgado.

Luego vendría Miguel Indurain, uno de los mejores ciclistas de la historia y que ganó cinco Tours consecutivos, algo que nadie ha conseguido en la historia del ciclismo, ni siquiera el gran Eddy Merckxx, que decidió no correr el Tour de 1973 viendo que su gran rival, Luis Ocaña, iba como una moto y le iba a arrasar...pero, como alguien dijo, eso ya es otro relato.

Llevo décadas en contacto con el baloncesto. Primero como jugador semiprofesional, cuando llegué a jugar en la Segunda División Nacional durante la primera Edad de Oro del baloncesto español, en los años ochenta, en la que ganamos la Medalla de Plata en la Olimpiada de 1984, venciendo con bastante solvencia a Yugoslavia en semifinales, en un partido inolvidable de "Jou" Llorente y del "matraco" Margall, dos secundarios de lujo en aquella selección de genios.

Durante esos años, y coincidiendo con un pequeño bajón de la antigua Yugoslavia, fuimos la tercera potencia mundial del basket en un país, España, que apenas ganaba cinco o seis medallas en las Olimpiadas. Ello lanzó al baloncesto español a las cotas en las que ahora nos movemos, la segunda potencia mundial en las categorías masculina y femenina y capaces de ganar medallas en ambas competicions en las Olimpiadas, algo sólo al alcance de USA o la antigua URSS.

Pero por aquellos años era muy difícil ver partidos de la NBA en la televisión española -los aficionados más interesados en el tema nos reuníamos en algún local como el mítico pub "Rebote" de Madrid a ver filmaciones de la NBA y la ABA traídas directamente de USA-. A veces ponían por TVE el partido de las estrellas (Este-Oeste), pero hubo que esperar a finales de los ochenta para ver en nuestra televisión de la mano del inolvidable Ramón Trecet uno de los fenómenos más increíbles de la historia del deporte, la coincidencia en una competición de los Bulls de Michael Jordan; de los "Bad Boys", los Detroit Pistons de Isiah Thomas, Laimbeer, Rodman... y de los crepusculares (aunque no menos brillantes) Lakers de Magic Johnson y los Celtics de Larry Bird.

Este sensacional reportaje se centra sobre todo en los años anteriores, sobre todo en la competición entre Celtics y Lakers entre 1980 y 1988 por la supremacía de la NBA, cuando los Lakers ganaron cinco "anillos" y los Celtics tres -sólo rompió esa racha el increíble equipo que juntó Filadelfia en 1983, con el "Doctor J" (Julius Erving), Moses Malone, Bobby Jones y Maurice Cheeks-. Durante esos años coincidieron en algunos momentos en la pista cuatro de los mejores jugadores que he visto, Karem Abdul-Jabbar, Larry Bird, Magic Johnson y un jovencísimo Michael Jordan, que junto a los Bryant, Lebron, Russell y Chamberlain conforman el Olimpo del baloncesto de la NBA.

Los Lakers eran en principio superiores al resto, pues consiguieron hacerse con dos de ellos, pero los Celtics, a veces a base de imaginación y atrevimiento, se lo pusieron muy difícil, e incluso llegaron a ser superiores en 1986 gracias al fichaje de Bill Walton, un jugador que venía de 8 años de lesiones y por el que nadie daba un dólar pero que se convirtió en el mejor colaborador que ha tenido nunca Bird. Lástima que sólo pudiera estar esa temporada sin lesionarse.

Esos años forjaron la leyenda de la NBA e hicieron de esa competición la más espectacular del mundo (con permiso de la Champions y de la NFL). Gran reportaje dividido en tres episodios que describe muy bien los aspectos deportivos, humanos y sociales (relacionados con el racismo, sobre todo) de aquella época dorada difícilmente repetible.

P. D.: Todo buen aficionado agradecerá ese rato que se dedica en el primer capítulo a la trayectoria universitaria de Bird y Magic, y que culminó con la final de 1979 entre Michigan St. e Indiana St., uno de los mejores partidos de la historia del baloncesto.