Considerada la apoteosis de la cinematografía nazi, cuenta cómo el pueblo prusiano de Kolberg resiste el asedio de las tropas napoleónicas. Estrenada en 1945 (el 30 de enero, aniversario de la subida de los nazis al poder), fue escrita en 1942, rodándose entre 1943 y 1944, lo que requirió la retirada de tropas del frente para que actuasen como extras. Se reestrenó fugazmente en 1966 con la adición de escenas de noticiarios para destacar la propaganda, aunque hoy queda claro que el único mensaje que la película podía aportar a la sazón era algo tan evidente como que rendirse conllevaba la destrucción del Tercer Reich. Tan pesada como vulgar, parece lógico que lo que Goebbels consideró su más grande epopeya (situándola al mismo nivel nada menos que de Lo que el viento se llevó, con la que pretendió que se equiparara), no solo sea algo tan vacío, sino que haya sido vista por tan poca gente.

A la atención del sr. Rosales:

Después de haber visto sus dos últimas películas (no he visto la primera), me he convencido de que usted es el director adecuado al cual dirigirme con la siguiente propuesta.

Verá. Se me ha ocurrido una idea genial a la par que originalísima para una película. Es sobre una historia enteramente filmada con cámara subjetiva, es decir, en la que ésta muestra en todo momento el punto de vista del protagonista. Sí, ya sé, me dirá (citando a Robert Montgomery y su "Dama del lago") que eso ya se ha hecho anteriormente, pero en mi historia, y aquí viene la originalidad, el protagonista es... ciego. Genial, ¿no cree?

Si le seduce la propuesta, no dude en ponerse en contacto conmigo (mi número de teléfono es el 555-1234) para profundizar sobre el proyecto.

Atentamente,

Adaptación de la novela de John Fowles, realizada con el habitual rigor y buen hacer de su director, William Wyler. Con uno de los finales más absurdamente cuestionados (el cual no es original de los guionistas, pues la novela acaba exactamente igual), la película cuenta básicamente la historia de un error. El protagonista, un "cazador", se embarca en una sui generis (por unilateral) aventura amorosa. Pero comete un lamentable error: apunta demasiado alto. Con sentido autocrítico y modestia, acepta su equivocación y, dispuesto a aprender del error, decide no cejar en su empeño de atrapar una mariposilla que comparta su nido de amor, pero, eso sí, bajando esta vez, sabiamente, el punto de mira.

Strike Force es una "peliculita" realizada para televisión que sigue a todas luces la estela del peliculón French Connection. Dirigida de forma tosca pero con buen pulso por Barry Shear, su final hace pensar en el episodio piloto de una serie (no sé si finalmente frustrada), que hubiese sido una especie de Ángeles de Charlie en versión masculina y sin glamour, sin pizca de glamour; baste decir que la película empieza (con un asesinato) y termina (a hostias) en un basurero. Entremedio, un policía blanco (y estrábico), otro negro y un Richard Gere antes de su encumbramiento en el estrellato hollywodiense, investigan la desaparición de droga decomisada de una comisaría. Un telefilm sin mayor relevancia pero que, gracias principalmente a la pericia de su realizador, se deja ver.

Hay que reconocer que el lugar donde se rodó esta película parece, a priori, el mejor de los sitios imaginables para rodar una película de terror. Lástima que los guionistas eligiesen una chorrada que anonada hasta el hastío como historia y que el director la dirigiese como lo hubiese hecho un epiléptico en pleno ataque. No da miedo, da pena.