Me ha sorprendido muy gratamente está película semi desconocida, donde brillan con luz propia dos de los mejores actores que ha dado la industria cinematográfica, el rey y la reina Hollywood durante los últimos 50 años. Ambos, nos brindan una interpretación muy por encima de la media, destacando su enorme gestualidad.
Con una sola mirada nos dicen todo, y consiguen enamorarse y enamorarnos. Sorprende mucho De Niro, el cual se ha prodigado muy poco en este tipo de papeles, pero no desentona para nada, haciendo alarde de su inmensa versatilidad.
Y que decir de la maravillosa Meryl Streep, esplendida en su papel e insultantemente convincente. Cuyo registro suele ser mucho más común en su filmografía, pero no por ello de una menor calidad.
La historia podría resultar un poco inverosímil, pero el amor, el verdadero amor, ese que dicen se siente alguna vez a lo largo de nuestras vidas, surge de una manera irremediable. Por mucho que intenten evitarlo, no pueden ir en contra de sus sentimientos. Aunque eso implique destruir la vida que tenían antes de conocerse. Pero a veces, sucede y hay que aprovecharlo. Ese tren solo pasa una vez en la vida y, si estamos atentos, podremos cogerlo a tiempo y nunca bajarnos de el.
Resaltar también la breve aparición de Harvey Keitel como el fiel amigo de Robert De Niro. La verdad es que no aporta mucho al desarrollo de la trama, pero su sola presencia siempre es digna de ser mencionada.

Conmovedora película que te estremece y, a la vez, te enternece por su realidad abrumadora.
No puedo imaginarme la angustia y sufrimiento que debió de padecer está persona, que desgraciadamente y, debido a su enfermedad, fallecería irremediablemente.
Y el hecho de no poder comunicarse con los demás (sólo a través de uno de sus ojos), debió ser un infierno.
Aparentemente el protagonista de esta historia, gozaba de una envidiable salud, pero repentinamente sufrió un infarto y, en consecuencia, quedo en coma.
Pero ese despertar del coma, imagino, sería el mayor sufrimiento consciente que haya podido soportar alguien. La impotencia de verse así y no poder hablar, ni ejecutar movimientos faciales ni comunicarse por sí mismo, tiene que ser algo horripilante y nadie debería pasar por ello.
Mientras tanto, la mente consciente de este ser humano, es testigo de ese horror.
Esta enfermedad la denominan como: "El síndrome del cautiverio" y, es algo, que debe provocar un sufrimiento insoportable y, aun así y con todo, nuestro protagonista lucha por seguir viviendo.
En cuanto a la película, cabe destacar la soberbia y muy creíble interpretación del actor protagonista: Mathieu Amalric.
El film, provoca una profundo desasosiego en el espectador, originando una profunda reflexión sobre los insignificantes y nimios problemas que padecemos los demás.

No me ha gustado nada, me parece aburrida, larga y muy lenta. Me he dormido unas cuantas veces, no podía soportar lo que veían mis ojos. He perecido ante el tedio. La película está repleta de silencios interminables, de miradas perdidas y diálogos tediosos. La trama no me engancha, aunque a priori parece interesante.
No empatizo con los personajes. No me transmiten nada. La historia se alarga en exceso, no era necesario llegar tan lejos para contar lo que nos cuentan. Totalmente innecesario.
El director recurre a muchas elipsis y fundidos a negro durante toda la película, sobre todo al final de la misma, que no aportan nada y cansan bastante. Solo sirven para que la película dure tres horas, en vez de cinco. Película pesada y lenta en su desarrollo, no he conectado en ningún momento con la historia ni con los personajes que aparecen en ella.
Manolo solo (soso), no me dice nada, José Coronado (el breve por su poca aportación), menos todavía y, los secundarios, no merece la pena ni mencionarlos. Josep Maria Pou (interpreta a un judío sefardí que lleva un gorro ridículo), Petra Martínez (es un monja muy risueña que trabaja en una residencia de ancianos), María León (es una trabajadora alegre de la residencia, pero sin hábito), Mario Pardo (demacrado e inclasificable) y, Ana Torrent, que vuelve a la pantalla grande tras muchos años de ausencia, más como un regalo del director que por otra cosa.
El director del film llevaba casi cuarenta años sin realizar un largometraje (lo cual entiendo perfectamente al visionar la película...), y su vuelta al ruedo deja mucho que desear. Tampoco es que su filmografía me apasione en exceso, pero algo debe de tener para que los "expertos" le alaben tanto.
Manolo Solo, José Coronado y Ana Torrent están nominados a los Goya por sus interpretaciones, lo cual me parece una broma de mal gusto. Sus interpretaciones, si se las puede llamar así, son cuanto menos insulsas, por no decir mediocres para el nivel actoral que se les presupone.
Dudo mucho que se lleven los galardones, pero ya se sabe lo que pasa en estos casos, se premia más el nombre y la trayectoria que el trabajo realizado.
En fin, poco más que decir. No quería verla y me han obligado a aguantar casi tres horas de tedio insoportable. Tendría que haber hecho caso a mis instintos cinéfilos, pero no siempre se puede acertar. A veces me fallan.
Pero no volverá a pasarme, os lo aseguro. No me volverán a engañar. No lo permitiré...

Haciendo un símil con el título de la película, James Cagney interpreta a un actor muy prolífico en sus caracterizaciones, como también lo fue Lon Chaney (al que llamaban "el hombre de las mil caras"). Actor que realizo papeles muy distintos a lo largo de su carrera.
James Cagney no solo interpretaba el eterno papel de gánster, sino también otro tipo de interpretaciones, donde mostraba su enorme talento y versatilidad.
Creo que la elección de James Cagney para hacer de Lon Chaney fue todo un acierto, porque de alguna manera ambos actores, eran muy metódicos en su trabajo y presentaban muchas similitudes a la hora de actuar. Eran excesivamente profesionales y eso se veía reflejado en la gran pantalla.
James Cagney fue algo más que un enano matón (papel que interpretaba francamente muy bien, como se puede apreciar en las esplendidas; "los violentos años veinte"(1939) o "Al rojo vivo" (1949), también fue un actor que hizo de otro actor en la película que nos ataña, "el hombre de las mil caras (1957), o un vengativo y rudo ranchero en "La ley de la horca" (1956) , o un alto ejecutivo de Coca-Cola en "Un ,dos, tres" (1961), o el líder carismático del grupo terrorista IRA, en la magnifica "Luces de rebeldía" (1959), sin olvidar al instructor de futuros agentes secretos norteamericanos en la esplendida; "calle Madeleine N.º 13" (1946). En definitiva, su versatilidad no tenia limites.
Por otra parte, cabe destacar la magnifica interpretación de las actrices coprotagonistas del film. Tanto Dorothy Malone como Jane Greer, realizan una fantástica y muy convincente interpretación.
Es un film biográfico, que se centra más en la vida personal de Lon Chaney, en la relación que tenía con su familia (sus padres eran sordo-mudos) y su único hijo, y sus variadas relaciones amorosas.
En cuanto a la filmografía de Lon Chaney, me he permitido hacer una mención especial a la famosa: "London After Midnight" (1927), segunda película donde aparece un vampiro en pantalla, después de la mítica "Nosferatu" (1922) de F. W. Murnau. Está mítica película, se supone desaparecida. Dicen que se quemo en un misterioso incendio y que no existen copias originales , solo pequeños fragmentos que hoy en día se pueden encontrar en YouTube.
La llaman la película maldita, por unos sucesos extraños que se produjeron al poco de su estreno, y también, cada vez que se visionaba la película ocurrían fenómenos extraordinarios. (Pero esa es otra historia).

La película relata un hecho real que se produjo en 1969, donde se experimento con pacientes catatónicos , a los cuales se les administro una especie de droga , generando unos efectos beneficiosos temporales en dichos pacientes. En la película uno de esos pacientes (Leonard Lowe) es interpretado por un espléndido Robert de Niro, resultando una de las mejores interpretaciones de su carrera (de todas las que tiene, que no son pocas), junto a uno de esos médicos que accedieron a administrar dicha droga a estos enfermos, el doctor Oliver Sacks, interpretado por un maravilloso y como siempre muy creíble en su papel Robin Williams, que también, huelga decirlo realiza una de las mejores interpretaciones de su carrera. De los dos, solo estuvo nominado al óscar ,de Niro , pero Williams también se hubiera merecido , cuanto menos una nominación. Pero ya se sabe , las cosas de Hollywood. Año donde un mediocre Jeremy Irons (entiéndase su interpretación en la película, ya que yo le considero un buen actor) se llevo el óscar por la también mediocre "El misterio Von Bülow" por delante de De Niro, Kevin Costner y Richard Harris, entre otros... En fin, las complejidades de Hollywood , pero esa es otra historia.
En cuanto a lo que trata la película y sobre todo, en como lo trata. Me parece de una ternura y delicadeza bastante notables. En la relación medico-paciente se vislumbra algo más que una simple relación cordial, existe un punto de amistad que lo hace maravilloso en su desarrollo y resolución final (por desgracia, inevitable).
Dicho doctor, gracias a su buena voluntad y determinación consigue aunque sea por un periodo breve de tiempo devolverles la vida a esas personas, porque son personas que tienen derecho a vivir sus vidas , pero sus mentes desgraciadamente no se lo permiten. Ese despertar que paso de verdad, les hizo volver a soñar con una vida diferente, donde ríen, lloran, disfrutan e incluso se enamoran . Este doctor les devolvió la vida que su mente les había arrebatado.
En fin, magnifica interpretación de los actores protagonistas, como ya hemos mencionado, gran dirección de la directora Penny Marshall y buena , aunque breve, aparición de la actriz Penélope Ann Miller, que siempre dota a sus personajes de una gran credibilidad y sensibilidad (actriz que siempre me ha gustado mucho, pero que desafortunadamente no ha tenido un gran éxito y reconocimiento en su más que interesante carrera cinematográfica)