Me gustó muchísimo cuando la vi en su día, hace ya unos cuantos años (bastantes) y, recientemente que pude volver a verla, la volví a disfrutar como el primer día. Creo que ésta es una de esas películas que no envejecerán mal con el paso de los años.

Lo mejor es que además encierra un precioso e importante mensaje de fondo. Así que, aunque los trazos sean más bien sencillos, le veo más valor a esta película que a tantas que sacan hoy en día en 3D y con unos gráficos curradísimos. Por lo menos ésta no está vacía de significado, y aunque puede que los niños demasiado pequeños no sean capaces de entender del todo ese mensaje de fondo, sin duda algo les llegará.

Y es que esta película encierra dos valores muy importantes que, por desgracia, parece que en estos tiempos que corren se han perdido u olvidado. Tenemos, por un lado, el de la auténtica amistad, ésa que mira más allá de las diferencias exteriores; por otro lado, tenemos el de aprender a respetar y valorar el verdadero valor de una promesa.

A pesar de haber leído algunas malas críticas por ahí, la verdad es que a mí esta película me ha encantado.

Es de esas películas que te quedas pegada a la pantalla, sin parpadear siquiera, por no perderte ni un fotograma de la acción, la cual se desarrolla de modo trepidante, dosis de acción tras dosis de acción, persecuciones, disparos, carreras contrarreloj… buenísima.

Lo cierto es que se me ha hecho raro ver a Belushi en el papel de malo, maloso… de haber dirigido yo la película, ahí habría puesto a Jack Nicholson, que se le dan de lujo ese tipo de papeles.

Sigo en el spoiler...

No, definitivamente no lo es. No porque sea complicada, ni siquiera porque encierre un mensaje o valor oculto que haya que desentrañar.

No lo es, sencillamente porque es una película lenta que sobrepasa el límite del aburrimiento, haciéndola en ocasiones incluso soporífera.

Da la sensación de que sobran minutos, de que se alarga innecesariamente para mostrar algo que podría contarse con la mitad de tiempo. Más de la mitad de la película pasa sin relevancia alguna y casi parece de relleno.

Si esa misma idea la hubieran usado para un corto de unos 10 minutos, aún se podría ver.

La verdad es que no suelo ver demasiadas comedias... más que nada porque las comedias de hoy en día, para mí, la mayoría no me resultan graciosas y acabo pensando que he desperdiciado parte de mi tiempo en una película que no me aporta nada.

Pero con películas de esta guisa, sí que siento que estoy viendo una auténtica COMEDIA, y en mayúsculas. No había disfrutado tanto de una comedia desde Óscar quita las manos. Creía que ya no se hacían películas como ésa y por suerte estaba equivocada.

Me encantan este tipo de películas, de enredo, vamos. Ésas en las que están hablando dos personas de algo totalmente distinto y, del modo en que lo llevan, parece que están hablando de lo mismo, aunque tú sepas que no.

Tampoco es que haya visto mucha comedia italiana... pues nunca había caído ninguna en mis manos. Qué suerte que la primera fuera ésta.

Así que, como indica el título del post, no tengo más remedio que romper una vara a favor de la comedia italiana.

La conocía sólo de oídas, aunque nunca había tenido el gusto de verla. Hasta esta tarde.

Me ha parecido una película espectacular, apenas se hacen notar sus algo más de dos horas y media, que se pasan como un suspiro.

Una estupenda forma de ver los entresijos que se desarrollan tras los muros del Vaticano, cómo se elige un nuevo Papa y muchas cosas más.

En definitiva, preciosa y sublime película.