Varios aspectos se pueden resaltar de esta película, a priori nada atractiva. En primer lugar, pertenece a esa clase de films cada vez más inexistentes en el cine nortamericano actual. Nos referimos a esas obras pequeñas en presupuesto y en pretensiones, razones por las cuales resultan simpáticas.

Actualmente el cine yanqui se cuida muy mucho de producir fracasos de taquilla como antaño. Por eso, es prácticamente imposible encontrar una producción que no cuente con una estrella (o si es posible una pareja estelar para agradar tanto al público masculino como al femenino) que asegure una buena taquilla. Aquí tenemos a la Paltrow (motivo por el cual han producido este film ha su padre, realizador fundamentalmente televisivo) que a pesar del Oscar no es una megaestrella que rompa a taquillas y a una serie de secundarios eficientes.

En segundo lugar, el guión lo firma nada más y nada menos que John Byrum, una de las promesas con peor fortuna del cine moderno. Director de la película favorita de Almodóvar (<<Inserts>>) y de alguna que otra rareza, (como una nada desdeñable versión de El filo de la navaja con un Murray serio mucho antes de Lost in traslation) también ha escrito varias historias para Hollywood.

Por último todos los personajes son perdedores y desgraciados, algo inusual en el cine actual, poblado por ejecutivos triunfadores, preferentemente de la rama de publicidad.

La película es una road-movie que desarrolla tres historias de amistad que tiene como eje central el mundo del karaoke. Practicando este anestésico del alma se conocen un vendedor asqueado y un presidiario fugado (el mejor relato), una atractiva muchacha y su padre natural y un taxista bienintencionado y una bella y desinhibida muchacha.

Todos se dirigen a Omaha al gran concurso de karaoke. Durante el trayecto ayudarán a su pareja y se convertirán en personas más completas, aunque alguna de ellas tendrá que pagar un alto precio. El film aprovecha mínimamente las posibilidades de la historia resultando epidérmica y fallida, presentando una alternancia entre momentos notables y otros bordeando el ridículo.

Estamos pues ante la típica película de transición semanal entre dos estrenos de mayor envergadura comercial, y que se puede recuperar perfectamente en video o en un pase televisivo, para llenar una lluviosa tarde de invierno o una de insufrible calor veraniego.

Destacar por último, la vibrante colección de canciones que salpican la película, interpretadas por los propios actores. Algunos, especialmente Andre Baugher y Paul Giamatti, demuestran que si la cosa de la interpretación les va mal, siempre podrán ganarse la vida cantando.

Si en su momento pudo tener cierta gracia recuperar para las nuevas generaciones el mito de Cyrano, con la notable versión francesa del 90 con Depardieu, ésta modesto film se revela todavía mucho más menor. Es paradigmática la primera escena que ya nos adelanta lo que nos vamos a encontrar: un duelo a raqueta de tenis.

Lo peor es la falta de química entre todos los actores, lo aburrida que se hace en segunda mitad y que a pesar de durar 100 minutos, parece sobrarle media hora. Lo mejor las 20 frases, cada una de una temática, que hace Martin sobre su nariz

Aunque uno no se arrepiente de dedicarle dos horas de su tiempo a este film con espíritu crítico con respecto a los manejos inmobiliarios (Los Angeles y mi ciudad tienen, desgraciadamente demasiado en común), la verdad es que el guión es innecesariamente confuso y contiene demasiados diálogos confusos del estilo "Peter engaño a John con las apuestas de Martin a la vez que Jennifer se la pegaba a John con Donovan" (¿un momento? ¿quién era Peter?).

El primer tercio es muy atractivo pero la parte de México no es del todo creíble a pesar de las estimulantes escenas sexuales. El desenlace es caótico innecesariamente, pero es redimido por un epílogo rebosante de cinismo, amargura y fatalismo.

Sin ser una de las mejores películas del director (El espantapájaros, Pánico en Needle Park, Sweet revenge -que por cierto no está en vuestra base de datos) si que conserva ese espíritu crítico de la década. Alda está magnífico como político que tendrá que renunciar a su idealismo si quiere medrar en su profesión. Como siempre, puntazos subversivos impensables en el cine actual. No perderse la primera escena. Parece prescindible, pero de manera tangencial y oblicua ejemplifica las tesis de la cinta.

La peli es malilla pero al llegar a casa cansado tras un día de trabajo me la pongo antes que cualquier film de culto, sin dudarlo.

El film tiene casi 20 años y es una prueba fehaciente de como ha cambiado el cine comercial yanqui en este tiempo, ya que en el encontramos la manera de hacer comedia más o menos familiar que se instauró en Hollywood desde finales de los 70, con otras films de Hawn del estilo La recluta Benjamin, Protocolo o Como en los viejos tiempos.

Como en todos los films de parejas opuestas pero que se atraen, sabes cómo va a acabar la cosa desde el principio. Por ello, lo que diferencia unos de otros se centra en si el proceso hacia el inevitable final es divertido, si emociona y si interesa. En mi opinión si consigue estos objetivos (a diferencia de films actuales como la ponzoñosa Cómo perder a un chico en 10 días) y me hace pasar un buen rato.

Si eres fan de la Hawn como es mi caso, está en su salsa, y si eres fan del cine comercial de los 80, la disfrutarás.

Si te gusta el cine serio y de festivales (de chinos o no) huye.

Esta peli la vi una tarde y por la noche ponían la tv "Ejecutivo agresivo". Para mí, no hay color. Me quedo con Hawn y Rusell.