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Críticas de The_End
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Críticas 225
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
2 de mayo de 2011
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kitano ha vuelto, gritan muchos. Nunca se fue del todo, responden otros.

Y yo, tras las noticias de su celebrado regreso, fui personalmente a verlo. Kitano, ese viejo amigo que tras un largo viaje, parece por fin descansar en sus orígenes. Pero algo ha cambiado. Me acerco a él y lo encuentro, como decían en ese libro de aventuras de piratas, islas y tesoros, más viejo, más cansado, y algo más sabio. Y mucho más cruel. No, este no es el Kitano que nos dejo hace 10 años. Ni él, ni sus Yakuzas, son ya los mismos.

No hay rastro de romanticismo, no queda nada de esos Yakuzas que podían identificarse como samuráis urbanos con pistolas que siguen un código. El código ha muerto. ¡Viva la Yakuza! Ya no hay fidelidad, ni amistad, ni amor, ni una muerte triste y dulce a la orilla del mar. Kitano ha vuelto, el de siempre, más cambiado que nunca.

En un momento de la cinta queda explicado verbalmente por si alguien no se ha enterado de que va la cosa; la vieja Yakuza ha muerto. Todo ha cambiado. Todo es más negro, más cruel y sin atisbo de cierto romanticismo al que nos tiene habituados Kitano. Los viejos códigos ahora son una pura formalidad. Recuerda y mucho a Brother, la anterior cinta de Yakuzas del director hace diez años, pero es (incluso) mucho más negra que esta. Kitano ha dejado algo aparcado el humor que le caracterizaba, por mucho que sale con cuenta gotas en determinados momentos de la cinta.

Todos se matan sin pestañear, formando parte de un juego del que no son más que peones. Muerte, muerte, muerte y más muerte...una pura formalidad.

Ya es oficial. Kitano ha vuelto.
The_End
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¿Por qué morir en Madrid?
Documental
España1966
3,2
72
Documental
2
5 de abril de 2011
47 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Franco no le hizo mucha gracia la proyección internacional de la cinta francesa "Mourir á Madrid" sobre la dramática contienda española que destrozó el país, por lo que impulsó una réplica para convencer al mundo entero de lo que había pasado realmente; una lucha a la desesperada por salvar a España del comunismo.

El documental es básicamente una réplica a la película gabacha, dando los argumentos que en aquel entonces imperaban en el régimen (pues recordemos que no siempre mantuvo la misma postura y que podemos encontrar un claro desplazamiento de ideas más fascistas y anti democráticas en las películas y documentales de los primeros años hacía un frente netamente anti-comunista con el paso del tiempo, si bien este último componente del franquismo siempre estuvo presente).

Las primeras imágenes son esclarecedoras de lo que vamos a ver; mientras observamos un mapa de España, una voz en off nos dice, textualmente, "que España no es el ombligo del mundo, pero es el puente entre Europa, América y África, en resumen; el centro de Occidente", al mismo tiempo que hasta 4 flechas señalan a Madrid (llega a ser en 3D y habría más flechitas), para luego concluir que "España es un país abierto y moderno" mientras vemos postales de una playa llena de gente y el Valle de los Caídos, entre otras.

En fin, la cosa avanza, se insulta a Frédéric Rossif (al que llaman "Don Federico", ignoro si por ironía o es que realmente creen que se llama así) todo lo que se puede por mentir en su documental y el comentarista, ese típico comentarista del NODO y los documentales de la época, suelta, como si nada, que lo de Guernica fue "un azar de la historia". Entre medio, lo ya comentado, La guerra civil fue una lucha necesaria para derrotar al comunismo de España.

Le pongo un dos por la musiquita de buen rollito que suena en buena parte del metraje que le da a todo el conjunto un aire de humor absurdo.

Injustamente olvidada en los Oscars del 66.
The_End
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9
27 de marzo de 2011
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de esas películas que me han llegado muy hondo, donde por encima de todo, se habla de la libertad y de la disyuntiva de los 70, donde mucha gente lucho contra los códigos establecidos por la sociedad (esa gente que 30 años después se convirtieron en Yuppies en el mejor de los casos). Una cinta, donde los polis, representando lo que representan, son peor que Satanás, acatan ordenes y jamás y de los jamases se preguntan por las motivaciones. Ellos sólo obedecen ordenes, nunca reflexionan o piensan. Borregos al fin y al cabo, como buen policía que se precie. Una policía racista y cruel; como la sociedad a la que representa.

La carretera es la vida y uno puede elegir seguir el camino recto y no molestar demasiado o pisar el acelerador y no detenerse ante nada. Pero la vida de cada persona está marcada por encuentros fortuitos de personas que nos cambian sin darnos siquiera cuenta.

La película no tiene ninguna motivación, Kowalski, totalmente puesto de speed decide no hacer caso a un policía montado en su moto y comienza una aparente absurda persecución por dominar al hombre que ha osado revelarse contra el sistema. Pero es que Kowalski, después de años sirviendo al sistema, por fin es libre. De eso va la cinta.

Un ciego guía a otro ciego mientras se suceden las canciones.

Al final no hay escapatoria, sólo queda arder rápidamente antes que consumirse lentamente.

Imprescindible, maravillosa, auténtica. Dadle una oportunidad.
The_End
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7
13 de marzo de 2011
20 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Le debía una disculpa a la película de los hermanos Farrelly. Fui un mal amigo y peor espectador. No solo les traicioné a ellos sino que también a mi mismo.

El caso es que haciendo el idiota por FA, pasando de película en película, he topado con la ficha de Vaya par de Idiotas. Tengo muy buenos recuerdos de la cinta y la he visto en numerosas ocasiones. Pero cosas de la vida, le tenía un mísero 5. Y he recordado que no me atreví en su momento a darle una puntuación más alta porque se suponía que era una peli "tonta" para pasar el rato. Para entendernos, me condicionó la nota media de la cinta y también la de mis amigos.

Pero he recordado que la película, si bien con una primera parte algo irregular, consigue en su parte final tocar el cielo. El personaje de Woody Harrelson lo hemos visto muchas veces, pero es aquí donde mejor está desarrollado, donde realmente es un auténtico perdedor, de esos con los que inmediatamente te pones de su lado y le animas en todo momento. Y luego, bueno, que decir de Bill Murray, en uno, atentos señores, en uno de sus papeles más divertidos que un servidor recuerde. Simplemente maravilloso ese McCracken   suyo.

La secuencia del campeonato de bolos está muy lograda, realmente te preguntas como diablos va a terminar, dejándote el corazón en un puño. En serio, la he vuelto a visionar y es cojonuda. El duelo Harrison-Murray es de los que no se olvidan fácilmente.

Comedia de perdedores. Pero de perdedores de verdad. Tiene discursillos tontos de libros de auto-ayuda, hay partes que no funcionan del todo, pero es fresca, y teniendo en cuenta de que hay miles de filmes con la misma premisa o parecida, es un autentico logro. Randy Quaid acompaña a Harrelson, aunque queda eclipsado por aquél. La Vanessa tiene un buen personaje que no destroza. A mi en mi época de adolescente primerizo me encantaba esta chica. No sé que habrá sido de ella, aunque volviendo a ver la peli no me parece que fuera tan guapa como veían mis ojos adolescentes.

En fin, seguro que todos tenéis alguna cinta a la que pedir perdón. Ya estáis tardando.
The_End
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Hobby
MediometrajeDocumental
España2008
5,5
317
Documental
7
19 de febrero de 2011
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera vez iba andando por la calle. Llovía. Terrassa no es una ciudad bonita, pero al menos nunca lo ha intentado ocultar ni tampoco esconde de donde viene, de ahí sus altas chimeneas por buena parte de su paisaje, que le dan cierta personalidad sin esconder su fealdad. Aunque, para alguien acostumbrado a que "la lluvia sea una pura maravilla", gana enteros cuando las nubes descargan agua. De hecho, es en esos momentos cuando más me gusta pasear por sus calles, con pocos transeúntes y las aceras mojadas. A riesgo de quedar pedante o falso poeta, he de admitir que la lluvia me encanta, me pone contento y de buen humor, y sobre todo, por mucho que suene idiota, me hace sentir atractivo, por la misma regla de tres de que todas las chicas que van en bici son más guapas que las que van andando.

El caso es que yo volvía del trabajo. Un trabajo basura, temporal. Muy basura y muy temporal. En el Burguer King. Iba con mi primer sueldo de verdad en el bolsillo, pensando en que gastármelo cuando apareció él.

He de confesar que fue algo violento. Hacía muchos años que no sabía nada de quien había sido tan buen amigo en mi infancia. Seguía igual, salvo que se había puesto lentillas verdes y estaba menos pixelado. Estuvimos hablando, sobre los viejos tiempos y lo bien que nos lo pasábamos.
Al final, quedamos en volver a vernos próximamente. Fue la típica despedida entre dos personas que llevan mucho tiempo sin saber nada el uno del otro y que antaño estuvieron muy unidos. Pero algo paso. Hablar del pasado me había puesto nostálgico, así que, con mi primer sueldo, me compre una consola. La primera que yo, con mi dinero, me compraba.

He de admitir que desde entonces mi viejo amigo y yo nos volvimos a encontrar todas las noches, de regreso del trabajo, a partir de las dos de la mañana. Encontrarme con él tenía algo de masoquista, que podríamos resumir como comprar pequeños frascos donde se guardan las sensaciones del pasado; frascos de felicidad. Era como volver a leer "Opiniones de un payaso" (uno de mis libros favoritos) después de mucho tiempo y encontrar en cada página las sensaciones del aquél tiempo.

Básicamente en eso consiste el retro-amor a los videojuegos. Más que un juego en sí, compras, recuperas mejor dicho, los recuerdos del pasado con todas sus sensaciones.

Hubo una época en el que llegue a recuperar la Mega Drive para conseguir con más autenticidad esas sensaciones del pasado. Craso error. No se puede hacer eso. O no se debe. No sé. Lo que sé es que ahora, en un mismo día, veo pelis, leo algún libro, salgo a tomar una copa o quedo para ver al Barça ganar, pero me sigue encantando llegar a casa por la noche, y si puedo o no tengo nada que preparar para el día siguiente, me sigue encantando quedarme un ratito con el mando.

No mucho, para sufrir un poco y llegar la noche siguiente con más ganas.
Es mi hobby. Uno de tantos.
The_End
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