Hacer una peli absurda tiene unos riesgos enormes. Uno, concretamente, uno bien gordo: que todo vale. Y cuando todo vale, malo. Así le luce el pelo a más de uno, a día de hoy, por culpa de esa fórmula venenosa, la del "todo vale".

A mí me ha gustado. Hay momentos realmente graciosos. La puesta en escena es muy dinámica y original (está todo más visto que el tebeo, sugerir que algo es "original" es de lerdos, ya lo sé, pero tú me entiendes y yo me alegro). Lo que ocurre es que el argumento está amarrado por los pelos. El espectador paciente, el que mordió el anzuelo cuando vio que la cosa pintaba bien, hace un esfuerzo cojonudo por entender qué puñetas hace esa tía en el sofá y de dónde narices salieron los del sombrero, pero cuesta, cuesta más que decirle a tu parienta que la quieres. Y yo quería. Y encima cantan, y lo de ponerse a cantar por las buenas ya se sabe que es como el "todo vale" pero multiplicado por el número que te salga del rabo, así que la cosa se pone fea si verdaderamente deseas entender la trama. Es como si te meten en un coche un sábado por la tarde unos amigotes y te dicen que os vais de fiesta, pero no te cuentan dónde. Pues igual. Te diviertes, echas unas risas... pero estás incómodo porque no acabas de comprender la vaina. ¿Adónde vamos, señor Gordon? ¿Adónde me lleva usted, cojones? Y, lo que es más importante, acabada la peli: ¿valió la pena el (disparatado) viaje? Bueno, no estuvo mal.

Comparada con aquella basura de "Resucitar un amor", esta cinta es más que decente.

Con franqueza he de reconocer (reverencia y el sombrero a hacer puñetas) que es una de las mejores comedias que he visto en esta última década. Una parodia perfecta y muy rica sobre la norteamérica adolescente. Bravo. Me he reído como nunca. De vez en cuando, se agradece bastante echar unas risas; está la cosa muy tensa por ahí, con tanto tirón de bolso y eso.

Lo que pasa es que la copia que alquilé en el videoclub debía de estar chunga, porque las risas enlatadas no se oían. Igual estaba jodida la pista de sonido.

Coincido prácticamente en casi todo lo que han apuntado los demás en sus críticas. La película es excelente desde prácticamente cualquier punto de vista. Pero me gustaría añadir, también, que en este film se ha respetado el trabajo final de adaptación al español: el doblaje está hecho por profesionales, y este detalle es toda una guinda al pastel, que ya de por sí era suculento. Es un notición para los amantes de las películas dobladas, que forman un grupo muy numeroso y totalmente respetable de cinéfilos. Ya basta de intrusismo y de estropear gratuitamente producciones extranjeras y nacionales contratando a famosetes casposos y aficionados, ya basta de menospreciar el oído de los espectadores que prefieren la versión doblada. Un apunte personal, por cierto: las películas de animación no tienen "versión original". Los muñecos no hablan.

Agradezco y felicito sinceramente a los responsables de Ratatouille por haber tomado la maravillosa decisión de encargar el doblaje a actores profesionales y, de esta forma, no desmerecer un trabajo impecable. Enhorabuena.

Me importan un pito sus intenciones, señor Fesser. Dice la peña que son buenas, eso de atacar al Opus y desenmascarar sus intolerancias y tal. Dice la peña que sí, que les ha dado usted con ganas. Muy bien. Le felicito. Me importa un pito, señor Fesser, pero le felicito. Me sudan los goyas, pero le felicito.

¿Sabe usted por qué, señor Fesser? ¿Sabe usted por qué me importan un pito sus intenciones? Porque yo me siento a ver la peli con la mente en blanco, la de usted y la de cualquiera, ansioso, esperando pasar un buen rato (llorando, riendo o cagándome de miedo; lo mismo me da mientras me lo sirvan en buen plato), y resulta que, dos o tres minutos después del inicio (prometedor, ya lo creo, lo de la niña en la cama y la gente reunida y todo eso, y la madre apechugando...), dos o tres minutos después, justo con el cartelito de los "cinco meses antes"... pues se jodió. A la mierda: tres o cuatro mocosas repelentes recitando el guión de carrerilla (los niños no son actores, y esto lo voy a repetir hasta que se me pudran los dedos en el teclado, los niños no tienen ni puta idea de lo que significa el oficio, y, visto lo visto, algunos de los actores "profesionales" de su película tampoco). Una mocosa haciendo carantoñas, esos padres dialogando en ese tonillo tan teatral que da hasta risa, coño, hasta risa. ¿Qué es esto, televisión? ¿Un capítulo de mierda de alguna serie, valga la redundancia? ¿Qué me están vendiendo? ¿Qué moto? ¿Una Honda?

Mire usted, señor Fesser: váyase a paseo. Dése una vuelta ahora que viene el buen tiempo y estire las piernas. Dirección de actores, señor Fesser. Ésa es la asignatura pendiente en este país. Porque dinero hay. Dinero hay a punta pala. Y talento... Bueno, algo hay. Pero dirección de actores no. Es más, no se sabe ni qué significa. ¿De qué le sirve a usted manejar un buen argumento, señor Fesser, si la puesta en escena da risa? ¿Pero qué verga pretende usted meterme doblada si me estoy cubriendo la cara con las manos del bochorno que me produce escuchar esos diálogos? ¿Pero qué paja es ésta, oiga? ¿Que quiere usted trabajar con niños, además? Pues ahí tiene el resultado: una función de instituto, de fin de curso. Anda, qué guapa la cría, mira, qué linda, qué ojos tan bonitos, qué lista, qué bien lo hace... Váyanse a la mierda.

Lamento discrepar con la única crítica que hay hasta ahora sobre esta película. También lamentaría morderme la lengua y pillar el tifus o las paperas.

El planteamiento de la peli es muy válido. Y punto. Porque luego se va todo a hacer puñetas. Porque el guión parece estar escrito por un adolescente. Porque la historia se da un paseo forzado y gratuito por todos los conflictos posibles (no hablan de la política de Bush, creo, porque se quedaron sin metraje, y se les olvidó mencionar, mira tú por donde, el deshielo de los casquetes polares, ay, los pobres casquetes, coño...) Han querido contar demasiadas cosas y se les aflojó la mano, y las verdaderamente importantes las retrataron con tanta inocencia que acabaron perdiendo fuelle. Lástima. Prometía.

Bueno, y la secuencia en los billares... Patética no, es otra cosa. Lo de los billares es para cagarse, vamos.