Una de las comedias clásicas del cine australiano, The Castle nos muestra una familia típica australiana de los suburbios pobres, que allí denominan bogans. No son refinados ni cultos pero son buena gente, y cuando la empresa les quiere comprar la casa por una miseria, el cabeza de familia no se va a dar por vencido ni por enterado. Si bien no tiene excesiva mala leche, tiene una serie de situaciones cómicas desopilantes, tanto por las ocurrencias de los miembros de la familia como por el cuñao, un Eric Bana fondón en chandal de tactel en uno de sus primeros papeles, así como el vecino libanés o el abogado familiar.
Una película con multitud de frases para la posteridad y cuyo tema sigue estando de rabiosa actualidad, que es más disfrutable si se tiene algo de conocimiento sobre la sociedad australiana.

Es lo normal. Cuando se tiene un guión que cabe en la esquina de una servilleta, cuando no se sabe qué contar, con unos personajes que uno le importan un pimiento, una idea interesante y una buena fotografía no sirven para nada. Es muy mala. Y aburrida. Y muy mala.

Pocas películas sean tan buenas para explicar un género como Dolemite en representación del blaxploitation. No es la mejor ni de lejos, ni quizá sea tan famosa como Shaft (la original de los 70), pero esta película rezuma los tics y lugares comunes del género, con la salvedad de que no tiene una banda sonora tan buena como otras películas del estilo.
Son obvios la parquedad de medios y el amateurismo cutrescente, pero al mismo tiempo se deja ver al tener una energía particular, un qué se yo, con esos colores sobresaturados de los 70, ese argumento infantil, y esa batidora de influencias y trasfondo político que hacen que sea recomendable como curiosidad o cápsula de una época que nos queda ya bastante lejana.

Aplaudo el esfuerzo de producir esta serie documental, particularmente dado que no son comunes este tipo de producciones audiovisuales. Nunca se va a producir este tipo de serie en EEUU, tan ensimismados con sus deportes tan suyos, mientras que aunque los ingleses podrian haberse molestado, suelen ser más de mirarse al ombligo con sus gestas particulares. Así, no queda más que agradecerle a los mexicanos.
Ahora bien, aunque la temática sea la mar de interesante, en muchos casos, la realización no me ha terminado de enamorar. Muchas de las imágenes se repiten en demasía, y el metraje no presta atención a todos los mundiales de la misma manera. Me resultó particularmente flagrante en el caso del capítulo de España. En otros casos, estimo que la narración depende de cabezas parlantes contandonos unas historias que sólo les interesan a ellos. Por otro lado, el narrador deportivo que habla en cada capítulo en distintos idiomas como si estuviera narrándolo en directo me pareció bastante irritante.
En cualquier caso, muy interesante esfuerzo.

Correcto aunque convencional biopic, que aparte de acercarnos a la interesante figura de Bert Trautmann y tener la típica profesionalidad que caracteriza las producciones británicas (país responsable de parte de esta producción), es destacable por ser una de las pocas películas sobre fútbol que no dan ganas de arrancarse los ojos al espectador.
Poco más que añadir ya que, siendo la producción correcta y sin tacha, y los actores realizan bien su trabajo, tampoco es muy memorable.