Me encantan las películas que exploran la crianza y la educación de los niños. Ésta es una película que me hizo pensar mucho sobre ello. Más que nunca, se deja bien claro que para tener hijos hacen falta buenos motivos y buenos sentimientos. Desde el principio, vemos cómo el embarazo no le causa ninguna emoción positiva a la protagonista, de igual forma que el parto, y todo esto resulta en la actitud del bebé con respecto a su mamá. Sí, es verdad que la personalidad muchas veces va de una mano y el trato recibido de otra, pero ¿es tan descabellado pensar que la energía que le transmites a alguien puede desencadenar determinados comportamientos? En esta línea, la película es bastante intrigante.

Sin embargo, se queda por el camino. Para mi gusto, la ausencia de comunicación es demasiado exagerada para una película. Nos quedamos sin explicaciones de absolutamente nada. Es cierto que te mantiene con tensión hasta casi el final, pero te deja a medias porque no existe un cierre explicativo. Tampoco me pareció adecuada la elección de actores, pero supongo que eso ya es cuestión puramente personal.

Últimamente se me antoja necesario volver a aquella época en la que había que ir a ver a la gente a sus casas para hablar con ellas. Ni siquiera soy de los 80, pero qué más da. Esta película te trae aquellos años y te sumerge en una Irlanda sin adornos, sin cuentos de película y sin recursos extra. Es, simplemente, la vida.

Muy recomendable para aquellos que han perdido foco en sus vidas, porque te enseña que debes ir directamente a por aquello que te apasione. Sin embargo, debido a las críticas tan buenas que había leído, me esperaba más sentimiento. Es mucho más optimista que emocional, y eso hace que debas esforzarte sólo un poco más para comprender el trasfondo. Aún así, un mensaje muy esperanzador en un contexto realista.

Las dos estrellas de la película son, sin duda, el hermano de Conor y la BSO.

No me suelen gustar las películas que te envuelven en colores y música, y que te sumergen en una espiral de diálogos rápidos y a veces sin sentido. Sin embargo, no sé qué me pasa con Baz Luhrmann que me encanta. Me pasó hace poco con Gatsby y me pasó hace mucho con Moulin Rouge. Esta película es, exclusivamente, amor.

Y no, no es amor realista ni nada por el estilo. Es amor mágico, idealizado y elevado a su máximo exponente, con la tragedia propia de las exageraciones cinematográficas. Me encanta porque lo es todo, y así es como debe ser el amor. Te absorbe, te da todo lo bueno y también lo malo. No hay escala de grises. Es blanco y después negro.

Por supuestísimo, con los remixes que tanto le gustan a Luhrmann que convierten a la banda sonora en toda una maravilla, y con un elenco inigualable.

Mucha gente que ha visto esta película critica su abuso del sentimentalismo y de las casualidades. ¡A ver, que se titula 'Lo imposible' por algo!

Nunca olvidaré la entrevista que le hicieron a la madre (a la de la vida real) sobre el desastre y todo lo vivido, y sobre las opiniones de aquellos que tachaban la película de 'muy peliculera'. Recomiendo ver la entrevista para entender que la vida es así, la vida es peliculera, como bien dice María Belón. A veces nos pasan cosas que parecen imposibles, y este es un buen ejemplo. Es un caso real.

Me encantó la fotografía y el sentimentalismo, porque es una película que tiene que removerte y hacerte llorar. No creo para nada que se exagere más allá de lo estilístico y lo cinematográfico. Muy emotiva.

La recuerdo como ver varias películas en una. Existen diferentes escenarios, diferentes problemas a lo largo del tiempo. Con un ritmo muy adecuado, llegamos a la mitad de la película, confiados, y de pronto una escena (una pedazo de escena) en la que casi se me desencaja la mandíbula en pleno autobús. A partir de ahí, la trama se complica un poco más y todo lo que pensabas sobre cómo continuaría la película se te desmorona.

Esta película profundiza en el complejo mundo del ojo humano, de las almas y, por qué no, también del amor. Escena final muy muy impactante. Muy recomendable. No es lo que esperas.