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España España · Cáceres
Críticas de Sinhué
Críticas 1.378
Críticas ordenadas por utilidad
10
17 de febrero de 2010
7 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Michel es un joven ladrón parisino, egocéntrico y con brotes psicopáticos y Patricia una chica americana: idealista, inconformista, niña bien y que busca estímulos para espolear la libertad. Dos seres tan distintos se encuentran, callejeando los Campos Elíseos, y sienten una extraña atracción que hace tambalear sus posiciones de partida.

Obra necesaria de Godard para entender la existencia de los jóvenes urbanitas de las grandes ciudades europeas y estadounidenses de finales de los 50 y principio de los sesenta, que acabaría en París con el Mayo del 68. Su modus vivendi, sus pensamientos, sus disquisiciones, sus amores líquidos, sus lecturas y su falta de ellas, su moralidad o amoralidad, sus vidas desbocadas, la hiperventilación y la falta de oxígeno.... Y más, mucho más, contiene este romance cinematográfico, referente de la Nouvelle Vague: fotografías grises en la Ciudad de la Luz, jazz que se cuela entre los viandantes, chicas que queman sostenes, sombras de Sartre que habitan las calles, sabuesos intimidadores y soplones que acaban convertidos en directores de cine.

Película poliédrica, que devuelve en cada una de sus caras una imagen que cambia en función de quien mira. Por eso será eterna, y por eso los primeros planos de Belmondo y Seberg serán efigies juveniles esculpidas en aire, agua y fuego, materiales que dan cuerpo a sueños inalcanzables.
Sinhué
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8
21 de diciembre de 2021
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La calidad del cine danés sitúa cualquier género que toca en tema de máximo interés. Eso sucede con esta negra comedia, de trepidante acción, que podía ser considerada divertimento sin pretensiones, pero que tratada con la seriedad que requiere cualquier historia bien guionizada, deviene en un auténtico tratado sobre la fragante inestabilidad del mundo estadístico, alrededor del cual giran en nuestros días millones de decisiones, disfrazadas de científicas.
Pero no contento con esta útil reflexión, el director la envuelve en un entretenido carrusel, en el que tienen cabida, sin desdoro de lo ya expuesto: el gansterismo, la venganza, lo friki, la culpa, la soledad galopante y la amistad como único antídoto.

Markus, insensible militar, azuzado por el matemático Otto (víctima presencial), que interpreta como atentado lo que las autoridades consideran accidente; decide intervenir preparando su propia, y atípica, patrulla justiciera, para saldar cuentas con los supuestos asesinos de su mujer.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sinhué
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8
4 de marzo de 2024
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un auténtico caleidoscopio de géneros, hasta nueve etiquetas aparecen en la ficha de filmaffinity, y cada espectador podría añadir, sin esforzarse demasiado, un par de ellas más. No hay duda de que el extraño griego también ha aprendido que la taquilla será más apetitosa si incluye sexo, morbo, debate, diversidad, espectacularidad... Tremendo riesgo para alguien que ama la libertad del autor por encima de otras cuestiones. Pero he de reconocer que le funcionó en La Favorita y ha vuelto a ocurrir, para mi gusto, en Pobres criaturas. Ensambla facetas que podían chocar con violencia pero que al final forman parte de un todo; con aparente naturalidad, ayudado por la argamasa de la fantasía y la lupa del surrealismo.

En un rendido y reconocible tributo al personaje de Frankenstein y su autora ( Mary Shelley, Londres 1797-1851), el guionista Tony McNamara, que también lo fue de La favorita (2018), adapta una obra del poeta y artista escocés Alasdair Gray (1934-2019), escrita en 1992, con el título de Poor Things. Repite como fotógrafo Robbie Ryan, que también lo fue en la ya mencionada (The Favourite ), creando esa atmósfera atemporal que fluye de la imaginación, la distorsión y, en este caso el llamado "siglo de la industrialización", el mágico 1919.

Bella, producto del experimental y tragicómico laboratorio del doctor Godwin Baxter, se convertirá en la insuperable obra del aprendiz de Dios. Un ser semilibre, semisalvaje, no intoxicada por cánones patriarcales al uso, curiosa, extrañamente solidaria y ecuánime...; máxime cuando sus puntos de partida son la irracionalidad y el egocentrismo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sinhué
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8
10 de marzo de 2010
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra maravilla de retratos de un joven Polanski que ejerce de fotógrafo y cronista de una serie de personajes que aparecen, juntos y sin quererlo, en un castillo histórico y próximo al mar. Gángsters; progres desnortados, airados y asustadizos; niños malnacidos; amigos plomizos; mujeres con el ansia por rictus y mujeres maniquí.....todo ello aderezado con cacareos y revuelo de gallinas.

El tiempo transcurre porque las mareas van y vienen; y en el medio la existencia colgando de la nada. Ejercicio que habla sobre el absurdo de la mayoría de las relaciones humanas y la imposibilidad de hacernos compañía o ponernos de acuerdo cuando no hay nada que compartir, y las expectativas o tablas de salvación o son fruto de la imaginación o están podridas. Ridículas las aportaciones, según el director, de estos seres vivos que están más inmersos en el mundo animal que en una realidad social.
Sinhué
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7
23 de marzo de 2022
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos a cuatro días de los Premios Óscar y Belfast, con siete nominaciones, aspira a estatuillas importantes. Pero para nosotros, los espectadores, lo sustancial ya pasó. Hemos visto la película y las sensaciones vividas ya no nos las quita nadie, por más que los llamados académicos decidan galardonar a unos u otros en función de sabios criterios, sospechosas simpatías o intereses ocultos.

Los que por aquellos días teníamos años parecidos a los de Buddy, contamos con unos añadidos de cercanía, comprensión y nostalgia, que nos permiten convertir a sus padres y abuelos en los nuestros, a la dulce niña rubia en cristalino amor compartido, a las fechorías infantiles en divertidas pesadillas y a los problemas de los mayores en sucesos que se convertían en más o menos caricias, que se llevaban o traían los regalos; que incidían sobre todo en la luz diaria, en función de la amplitud de las sonrisas o la grisura del ceño fruncido.

Que la historia manuscrita, casi biográfica, de Kenneth Branagh, empapada en la deliciosa música de Van Morrison, transcurra en la capital de Irlanda del Norte, que fueran años de cruel violencia porque nadie supo atajar el germen del odio entre vecinos y religiones, entre unionistas y republicanos; que la imparcialidad sea desde siempre un concepto invisible, y aún así perseguido, en la sociedad irlandesa... Todo es anecdótico, aquí lo que cuenta es la infancia de Buddy, su mirada en blanco y negro a los tiempos en que la felicidad era un gas que venía envuelto con el oxigeno y era imbatible.
Ya lo dijo Rainer Maria Rilke: "La infancia es la verdadera patria"
Sinhué
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