El dictador de la Una, Grande y Libre vería con agrado este libelo.
Aún no comprendo cómo Fernán-Gómez se prestó a participar en este rancio panfleto antidemocrático.
Con la boba excusa del invento del científico don Carlos de un compuesto químico que elimina los instintos violentos de las personas, el director nos sodomiza con un guión aburrido, unos personajes estúpidos, un ataque a toda regla a cualquier intento inteligente de las naciones por lograr la paz mundial. En aquellos años España ya había entrado a formar parte de la ONU (gracias al apoyo yanqui). Bien, pues resulta que hay una reunión en París de dicha Organización y están todos los países menos España, para que los espectadores veamos que los dirigentes de esos países son todos unos botarates redomados, claro, aquí no, Dios nos libre de la Democracia y todas esas zarandajas. Resulta humillante ver que la presencia española en la reunión es la presencia de Fernán-Gómez bajo las siglas: PLUTO.
Una verdadera mierda, sin gracia alguna. No le he puesto "muy mala" por los dos minutos del personaje que encarna José Isbert.

Reynolds, el director de la infumable "Waterworld" y de la floja "Robin Hood, príncipe de los ladrones", nos ofrece aquí un tostón de casi 5 horas en la que veremos tiros y escupitajos sin cesar, a cargo de unos actores que, excepto Kevin Costner y Tom Berenger (que están aceptables sin más), son tan mediocres como los políticos de este país.

Bill Paxton, regularcillo actor que sólo aprobó en la interesante "Un paso en falso" de Carl Franklin y en la notable "Un plan sencillo" de Sam Raimi, da vida a uno de esos estúpidos personajes creyentes en ese Dios típicamente yanqui. Ya sabéis, la Biblia y toda esa mandanga propia de ignorantes y descerebrados.
Powers Boothe saca un aprobadillo raspando mucho.
Matt Barr, da grima verle haciendo de guapito metrosexual, con los pelitos rubios cayendo sobre los ojos, como si fuera un Beckham o un Guti de finales del siglo XIX.
Jena Malone, hace de putón verbenero, y Lindsay Pulsipher (otra que en todas y cada una de las secuencias tiene que salir con los pelos sobre los ojos y la cara para hacer juego con la imagen del Matt Barr), menudas actrices pésimas que pasarán al olvido con toda rapidez.
Ronan Vibert, su personaje es vomitivo, otro que tal baila.
Qué decir del Andrew Howard, al que le dobla alguien que quería copiar la voz del Viggo Mortensen en "Alatriste", que de vez en cuando se olvida que tiene que cojear.
Mare Winningham y Sarah Parish, no es que su labor haya sido para tirar cohetes falleros, pero son los únicos (de verdad que los únicos) personajes que despiertan algo de empatía. Claro, son las esposas de los dos ggggggilipollas que desencadenaron las matanzas.
Resumiendo: Un casting muy penoso.

Dicen que el guión está basado en hechos reales. Menudos gilipollas fueron todos los integrantes de las dos familias que estuvieron matándose entre ellos durante dos generaciones.

Ni considerando la película desde el aspecto de la acción se salva, porque las secuencias de las batallas y de las batallitas son malas de juzgado de guardia.

Ustedes verán. Si quieren perder 5 horas de su vida, como yo las he perdido, libres son.
Lo que no logro comprender es cómo tiene una puntuación media de 7'3. Cualquier western clásico de tantísimos directores de los años 30 y hasta los 70 están por encima de este pestiño de los Kevin.

Pongan, pongan el NO que a mí me da la risa.