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Mauricio (Isla) Mauricio (Isla) · Vheissu
Críticas de Jean Ra
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Críticas 265
Críticas ordenadas por utilidad
6
4 de agosto de 2014
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí sorpresa compruebo que, mientras miro esta nueva película de Albert Serra, la puedo ver sin irritación y con una curiosa mezcla de fascinación y tedio. Y al final incluso le encuentro cosas interesantes... hasta cierto punto.

Exceptuando "Crespià", su primera obra [semi-oficial], he ido viendo todas las películas de Serra. La primera la vi con aborrecimiento, la segunda sin ya tanta inquina y ésta hasta con cierto agrado. No sé si esa progresión se debe a que Serra ha aprendido a dominar los tiempos muertos, que yo he madurado como espectador o un poco de las dos cosas a la vez. Sea como sea, en ésta se comprueba que Serra hace esfuerzos por mostrar cualidades técnicas como se demuestra en la sutil harmonía cromática que se aprecia entre la decoración, la vestimenta y la íntima luz que se ve en la primera parte de la película o la sutil fotografía pictórica que se aprecia en los planos de naturaleza.
Y más importante: creo que los hechos de la obra están conducidos por un sentido muy específico. Sin abandonar el aire iconoclasta y desmitificador de sus anteriores obras, en esta ocasión, en vez del Quijote, toma a la figura de Casanova para utilizarlo como avatar de la decadencia. No por casualidad toma al sensualista por antonomasia y, encerrándolo en situaciones mayormente ridículas, lo muestra como un personaje casi patético. Ya no sólo se trata que sea visto alejado de la pompa de las cortes, dejándose la piel en echar un zurullo o perorando con aire pedante en las reuniones, además, cuando por fin triunfa y consigue echar un clavo, escenifica un acto alejado de cualquier tipo de erotismo. La presencia de Drácula, a caso un símbolo de la muerte, creo adivinar que Serra la utiliza para enfatizar el punto final del sensualista y del esplendor aristocrático que él representa. Es por ese motivo por el que se nombra en diversas ocasiones a la revolución de 1789.

No veo en ello algo 100% innovador. Comparte esa visión con "La noche de Varennes", de Ettore Scola y, hasta cierto punto, con el "Il Casanova di Federico Fellini", sin embargo al pasarlo por el filtro de su estética, adquiere un aire fresco, nada formulario o convencional y que justifica la obra, pues además entra en consonancia con el tono burlón que tiene el resto de su filmografía. Su toque artificioso (visible sobre todo en los diálogos, la dirección de actores y la duración de las escenas) vuelve a tomar relieve para denotar auto-consciencia, que el director se sabe creador de un artificio y que no intenta seducirte con falsas inocencias y otras frivolidades comerciales; también su fino aire desmitificador, su intención de apegarse a una estética más audiovisual que narrativa y por descontado esa intención de querer pillar al espectador a contrapié.

Es quizá por eso último que creo que nunca acabaré de encajar plenamente con su cine. No encuentro plena justificación a cosas como la duración de la película, la utilidad de muchas escenas y los puntos álgidos no los aprecio como deslumbrantes o maravillosos. Serra parece que se basta él solito adoptando ese aire de genio impostado, como si fuera un Dalí de Banyoles, que a veces exagera en sus apariciones públicas, pero yo no le encuentro demasiada gracia o que torpedee nada que yo aborrezca. No estoy en su onda, aunque ahora por fin creo que ya puedo verle algún atractivo sin por ello percibirle como un estrafalario ombliguista pedante pretencioso y un [ponga aquí un adjetivo Boyero aleatorio] con muchas ganas de tomar el pelo. Y eso ya es mucho más de lo que hubiese creído poder decir tras ver "Honor de cavalleria".
Jean Ra
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8
11 de febrero de 2006
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Superlativa, un peliculón con todas las letras. En este inicio de 2006 se han podido ver películas bastante notables, pero ha sido ésta una de las que más me han gustado y la verdad es que tiene duros competidores. Me ha llenado. Es una película que transcurre todo en unos pocos escenarios, es de bajo presupuesto pero de enorme valía, lo que viene a reafirmar el qué importa el dinero que se gasten en ella si te cuentan una buena historia.

Que nadie espere ver un thriller a lo John Grisham ni tampoco una película-espectáculo reaccionaria inflada con escenas o sub-tramas efectistas para adornarla más y que parezca mejor, no. Esta es una película bastante sobria, realista, directa, que se centra en la representación de como unos periodistas deciden imponerse por encima de la histeria de su época y encararse con el poder por tal de dejar constancia de la verdad. No es una película sobre el Mccarthirismo, si no sobre periodismo. Por lo tanto o estás estás interesado en lo que se te explica o en aprender de ellos o mejor poner pies en polvorosa porque bien te puede aburrido, como los que yo tenía en la fila de atrás, que al acabar la película alguno soltó alguna frase del estilo: "jo, menudo rollo!". Es una de esas películas que no solo se conforman con entretenerte si no que también se esfuerzan en aportar algo al espectador, en intentar enseñar. La verdad es que estoy encantado con Buenas noches y buena suerte. Reconozco que las películas con buena retórica me ganan fácilmente y aquí la hay para dar y vender.

La (elegante) dirección de Clooney me ha gustado bastante, pero lo que más me ha gustado de su trabajo en esta película sin duda ha sido el guión, sumamente sólido. Requiere no poco esfuerzo ponerse a reunir toda esa información y componerla para dar lugar a esta historia, que a mí por lo menos me ha resultado bastante emocionante. El dólar mejor gastado del año.

En el terreno interpretivo a mí me han parecido que todos están a la altura de lo que pretende la película pero como a muchos les sucederá quien más les habrá gustado es David Strathairn. Suyo es el personaje con más peso de esta historia y por tal que prevalezca el personaje por encima de una cara famosa se ha escogido a este actor, para mí del todo desconocido pero que no por eso no derrocha una gran solvencia y aporta credibilidad a la película. Sabe plasmar todo el savoir-faire que se le supone a un gran periodista, en las miradas, en sus narraciones. Excelente.

Muy posiblemente vendrán bastantes a decir que les ha parecido un coñazo pero para mí ha sido una entrada mejor amortizadas. Si no os la han estrenado en vuestra ciudad coged el tren, el ferry, el avión, el monopatín o lo que haga falta, pero id a verla en la pantalla grande porque realmente merece la pena. Vienen muy bien este tipo de películas de vez en cuando.
Jean Ra
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9
18 de marzo de 2024
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde luego el guion que despliega la dolorosa historia del clan Von Erich se ajusta de una forma de lo más obvia al conocido esquema del ascenso y caída, no se puede decir ahí que en ese aspecto Durkin arriesgue mucho. Sin embargo, para comprender la calidad que atesora este título, hay que fijarse con qué materiales artísticos y narrativos se llena esos espacios narrativos, que la verdad son notorios.

En el segmento del ascenso de Kevin von Erich en el circuito local de Texas se respira la atmósfera épica, Efron y sus melenas, peleando descalzo como un luchador griego unido a la prodigiosa banda sonora del canadiense Richard Reed Parry (el multi instrumentista de Arcade Fire) transmite esa sensación de exuberancia rocanrolera. Pelucas que lucen como llamas doradas y guitarras fogosas, es el festín de los dioses menores. Durkin se sostiene en la firme mano del húngaro Mátyás Erdély (responsable de la sublime fotografía de “El hijo de Saúl”) para filmar esas luchas en muy pocas tomas, con gran angular para apreciar el ambiente y moviendo musculosamente la cámara para capturar los golpes más decisivos, de forma que la espectacularidad de ese deporte es cazada al vuelo. Sólo por eso ya notamos que estamos ante una película fuera de lo común.

Pero luego la narración regresa al núcleo familiar de los Von Erich, a esa casa que Fritz von Erich compró luchando en los sesenta, un hogar que fundó y dónde se impone un ambiente amoroso, pero también muy disciplinario, en ocasiones imponiendo temor a sus hijos, a los que Fritz instrumentaliza para materializar sus propios sueños... también para convertirlos en máquinas de hacer dinero. Ahí sin duda está el meollo narrativo de esta historia. No me gusta mucho utilizar la palabra patriarcado, no deja de ser una muletilla facilona que se emplea para cualquier cosa como también lo es "woke", pero no hay duda que Fritz von Erich encarna al patriarcado, que impone a sus vástagos la obligación de ser fuertes, mantenerse de pie a cualquier precio y reprimir sus emociones, hecho que descubriremos resultará clave para dirigir la historia hacia su valle de oscuridad.

Porque si bien el esquema lo notamos trillado, luego ves las escenas y la calidad y compromiso del plantel actoral es total y aporta mucha solidez, es el anclaje emocional necesario para perfilar a los personajes y dar relieve a los dolorosos desvíos que les depara el destino. La desmedida exigencia de conquistar grandes cimas profesionales en la lucha hace que ignoren evidentes riesgos de salud que acarrean consecuencias, la imposibilidad de expresar y recibir consuelo de las noticias más penosas trae la necesidad de desfogarse de formas peligrosas, la presión familiar para asumir las metas impuestas también mete a algún personaje en cierta situación que le queda demasiado grande y que comprendemos no habría adoptado de no ser esa exigencia. Lo mejor de todo es que notamos la presión pero no se exagera la violencia con la que se impone, a veces basta con una charla familiar durante una comida para meter esas ideas en la cabeza, de forma que cuando leamos algo acerca de la "masculinidad tóxica" podemos observar estas escenas sin pensar en excesos melodramáticos, pues se refleja con vigor y honestidad.

A ese propósito se pueden apreciar más detalles en diferentes escenas. Por ejemplo, también sabemos que Doris, el personaje de la madre, tenía ciertas aptitudes para la pintura y que tuvo que abandonar para simultáneamente tener un empleo y ejercer como ama de casa, con lo cual se dibujan muy bien los roles familiares de la época, sin por ello subrayarlo demasiado para convertirla en una víctima. En otra escena clave, vemos que Kevin acude a Doris para tratar un tema de uno de sus hermanos y ella lo rechaza diciéndole que para hablar de sus tribulaciones ya tiene a sus hermanos, no le aporta ningún respaldo emocional, con lo cual se puede apreciar tanto la represión emocional como el temor a hablar con su padre de temas importantes.

El casting está sobresaliente. Vemos a Zac Efron sobre el ring, musculoso y peludo, una verdadera fuerza de la naturaleza, que luego en la distancia se miniaturiza, observamos la fragilidad en su mirada cuando su padre está cerca o la inseguridad cuando a lo primero tiene que relacionarse en el plano íntimo con Pam, es un personaje con aristas y la actuación de Efron las refleja vistosamente, posiblemente el papel de su vida. Luego está Jeremy Allen White, que es capaz de ofrecer mucho con los silencios y las pausas. Y así, el resto del casting se completa con excelencia y aportan el contorno humano de la narración.

Todo sumado, en el gran clímax la emoción es arrolladora. Sus fortalezas les condujeron al éxito y no lo pudieron aguantar con entereza debido a sus insuficiencias emocionales. Hacía tiempo que no veía una película con tanta emoción. De niño muchos veíamos a El Último Guerrero y Hulk Hogan o los Hermanos Sacamenteca en Tele 5, en el programa "Pressing Catch". La lucha libre para el imaginario infantil de mucha agente alrededor mundo ha sido casi tan importante como "Dragon Ball". Este "Iron Claw" dibuja la escena que antecede a esos espectáculos televisivos de los noventa. Nos transmite su aire amateur, las repentinas lluvias de dinero fácil, el dolor y la gloria que acarrearon. Durkin aborda este mundo con lo que a mí me parece mucho respeto, mostrando tanto lo positivo como lo negativo. Ignoro por completo la historia real de los Von Erich, pero sin duda en esta obra el trabajo por humanizarlos es más que excelso.

El gran formato con el que está rodado, el empaque de todos sus aspectos artísticos y su briosa narración nos entrega una experiencia muy inversiva, que no sólo cuenta unos hechos, también nos habla de la cultura de su tiempo, que podemos cotejar con el nuestro, posiblemente también lo harán en épocas posteriores, pues así son las grandes películas, las que honran al cine como una de las formas de arte más apasionantes jamás existidas
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jean Ra
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7
23 de octubre de 2023
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tan pronto lees la sinopsis extendida y contemplas los primeros minutos, con todos esos crímenes sangrientos expuestos con pinceladas de humor negro, te das cuenta que esta historia del declive de los Osage encaja perfecta en el territorio narrativo de Martin Scorsese. Porque lo que vemos en el fondo es otra historia dónde un grupo de gente abyecta y retorcida, motivados por la codicia, se organiza para cometer una serie de crímenes en los que se muestra un desprecio absoluto por la vida humana y cualquier asomo de valores éticos resulta accidental.

Quien espere encontrar de nuevo al Scorsese hiperventilado e histriónico es mejor que se lo piense dos veces y se mentalice que en esta ocasión la intención es narrar desde un lugar opuesto al de "El lobo de Wall Street", dónde toda esa impronta rabelesiana (hubo quien la calificó así) tuvo el efecto contrario y, en vez de exponer de una forma sarcástica el ambiente demencial en la cuna del capitalismo especulativo, lograba, hasta cierto punto considerable, hacerlo atractivo y divertido. Esta historia de los nativos Osage, por contra, cocina un clima de ambición muy soterrado, en la que los verdugos y sus víctimas conviven, recurriendo en muchas ambivalencias, en la que a veces se consuela a la víctima con el mayor de los cinismos, y en la que un grupo de lunáticos cree que la riqueza no puede estar en manos de los nativos, que debe recaer en otras manos más oportunas (las de los lunáticos). Sí que es cierto que de forma muy esquinada, en algún momento, aparece un retrato de un dragón del KKK enmarcado en la pared de un despacho, que aparecen los encapuchados marchando en un desfile, y sin embargo el racismo está muy diluido en la escena, siempre se guardan las formas en mor de la convivencia, los crímenes se orquestan en los márgenes, a veces con personajes muy secundarios, en otras no, aunque ocultándose debidamente. La fotografía en tonos apagados remarca ese clima de declive silencioso e imparable, bastante deprimente, dónde se suceden las fechorías y las tragedias, se acumula el dolor y ello es posible gracias al aislamiento de las comunidades, abandonadas a autoridades indolentes o comprometidas con el odio a los indígenas. Curiosamente la solución que se propone es una administración central e intervencionista, que es la que acaba remediando ese clima de conjura y corrupción.

En los inicios la narración tiene esos gestos de super-produción hollywoodiense, con planos de grúa, grandes sets con muchos extras, pero Scorsese es consciente que entre manos tiene una historia trágica, que corre el riesgo de espectacularizar el dolor y el exterminio de familias y un pueblo, por eso, creo yo, en esta ocasión su lenguaje se dosifica, limita los golpes de efecto, sus maneras se vuelven más refinadas y expone todo ese dolor de forma más sobria y comedida, recurriendo de forma generosa al anti-clímax para disgustar al espectador, empaparlo con esa desapacible atmósfera de negrura. Basta con fijarse en las escenas en los juicios, cuando crees que se está componiendo el clímax, se monta otra escena paralela con un personaje apenas visto y que narra de forma clara más crímenes, lo que sin duda va contra el "goce" del espectador. Indiscutible que su director opera con otras coordenadas y otra estrategia, más cercana a sus títulos de madurez como ahora "Silencio".

Otro de los gestos que extraña es por ejemplo la dirección de actores, ver a un Leonardo DiCaprio representando a un personaje tosco y manipulable con una gestualidad un tanto exagerada, casi caricaturesca, para que no se te pase por alto que, a excepción de las víctimas, las criaturas que pueblan la historia son los lunáticos, sibilinos y malvados; o si no sus peones, asnos manipulables, colaboradores imprescindibles en ese clima degenerado. Sin duda es otro resorte que busca torpedear los mecanismos de la identificación, aunque en no pocas ocasiones también crean cierta sensación de ridiculez, un gesto prosaico que no sé si en verdad cuaja muy bien con el conjunto. El que quizás aparece con una actuación más calibrada es Robert de Niro, aunque su personaje, a la larga, no deja dudas de su hechura moral.

Anti-épica y anti-climática, una producción cara y arriesgada que evita complacer los paladares más pedestres, más bien generar una sensación de disgusto, que perdure más allá de lo que dura la traca de pirotecnia. Sin duda estamos ante una obra más madura, que busca la trascendencia por cauces muy distintos, con un estilo más calculado y menos complaciente, una visión crítica de la Historia que podría alinearse con el "There will be blood" the Paul Thomas Anderson, en la que el racismo, la avaricia y la brutalidad se encajan en un panorama dónde a veces la violencia se presenta a sí misma con una sonrisa amable y las víctimas perecen en las sombras sin explicaciones claras, creando así ese panorama de ambigüedad y desidia. Sin duda, aunque también provoca cierto desgaste mental, "Killers of the Flower Moon" es de esas cintas que perduran allá de su duración, que más crecen conforme más vueltas les das y comprendes la raíz de muchas de las elecciones de su autor.
Jean Ra
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7
15 de marzo de 2007
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una sorpresa de lo más agradable. Aunque no me deslumbró, creo que se trata de una obra estimable por la fluidez con la que se narra, la originalidad de su marco (la comunidad china en Estados Unidos), su falta de pretensiones y la coherencia con la que se llevan las situaciones (a pesar de para dejar una sensación más plena al final se recurran a ciertas soluciones algo rimbombantes).

Si fuese la enésima historia sobre neoyorkinos, si fuese la enésima historia de problemas familiares, de los mismos problemas generacionales, estaríamos ante otro medianía, pero esta, sirviéndose de unos personajes muy verosímiles y unas situaciones la mar de peculiares (sin pasarse de excéntricas), consigue abarcar con más acierto el problema de la comprensión, del choque de culturas que surge dentro de una misma familia a raíz de la inmigración. En esta película los personajes no son capaces de entenderse entre ellos: la madre (Ma) no entiende que está haciendo lo mismo que su padre le está haciendo a ella misma y fuerza así a que su hija se reprima y no comprende que debería tratarla de la misma manera que a ella le gustaría que su padre le tratara. Wil no entiende a su amante, no entiende que ha de ir a la suya y olvidarse de que los demás opinen sobre ella. La película trata su homosexualidad con la mayor de las naturalidades, sin reivindicaciones cansinas, ya tan sabidas para cualquier persona con dos dedos de frente. Soy capaz de creerme lo que sucede en esta película y por lo tanto cumple con su función entretener y hacerse comprender. En ella también hallamos otra utilidad, pues sirve como una mirada interior hacia una comunidad que hasta ahora nos aparecieran esbozadas de una manera esquemática: la de los emigrantes chinos en EEUU. Sí, parece ser que aparte de tener bazares y vender fruta a precio de oro también tienen vida propia. El final pretende hacerse bonito y lo cierto que no me acabó de cuadrar, pero me parece perdonable pues no alcanzar a resultar estridente ni molesto, sencillamente algo edulcorado.

Entrando en consonancia con el resto del conjunto, tanto en las interpretaciones como en la dirección vi un nivel notable que se aleja de ese pretencionismo que se no obsequia en ciertas películas de corte independiente con aires de trascendencia (I heart Huckabees, ejem). Aquí cada uno realiza su trabajo y sabe hacerte llegar lo que pretende transmitir: ríes en sus escenas ridículas, te molesta la intransigencia que algunos muestran y la confección de los planos por parte de la directora no intenta imponerse al relato, si no que se complementa a él y le queda una estupenda, inteligentemente y humilde historia sobre el mundo actual.

En próximos revisionados quizá le suba la puntuación, tiene potencial para ello. Muy recomendable.
Jean Ra
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