"Batman Vuelve" no escapa a la temida regla del más de Hollywood, pero ahí acaba cualquier atisbo de comparación con la mayoría de segundas partes que se hacen hoy en día: el segundo acercamiento de ese genio que es Tim Burton al hombre murciélago resulta en una experiencia realmente satisfactoria, conservando los cuidados diálogos de la "Batman" sin coletilla y una dirección tanto de actores como artística para quitarse el sombrero. En lo referente a aumentos, si en la cinta de 1989 teníamos a Batman enfrentándose a un único villano (Joker), aquí se nos presentan dos némesis más del universo del héroe creado por Bob Kane: el Pingüino (un Danny DeVito algo sobreactuado en ocasiones) y la Mujer Gato, Catwoman (una Michelle Pfeiffer pletórica).

Siguiendo la creencia de Burton de que es más interesante mostrar una película de villanos que de héroes, Michael Keaton (de nuevo un correcto Bruce Wayne) no hace aparición en escena hasta bien entrada la película, pero cuando lo hace el director despliega todo un arsenal de escenas de acción rodadas a la antigua usanza, es decir, confiando más en los efectos caseros que en los especiales, lo que beneficia a la cinta, que de nuevo se desarrolla en un Gotham si cabe más sordido y siniestro.

Culpable de esto es sin duda la caracterización e interpretación de Danny DeVito, un repulsivo Pingüino que en ocasiones da a la película cierto estilo gore, y no apropiado para todos los públicos, a la que hay que reconocer aún así el mérito que tiene encarnar a un villano que no resulta para nada elegante y hacerlo empatizar con el público. Michelle Pfeiffer realiza una composición de Catwoman sencillamente asombrosa, conviritiéndose en la gran baza del filme, y, porqué no decirlo, a años luz no, lo siguiente, de la fanfarronada que hizo Halle Berry. No hay que comentar nada más en este aspecto.

La historia de "Batman Vuelve" es pues una secuela que hay que ver, que aunque no logre superar a su original, sí que tiene ciertos momentos más conseguidos que ésta. A ello ayuda la explosiva química existente entre Keaton y Pfeiffer, y las tramas de los dos oponentes del murciélago, de nuevo más desarrolladas que la del héroe, lo que prueba que se pueden tener dos villanos en un filme de superhéroes y contar ambos con historias y evoluciones que en ningún momento se pisan.

Aquí acabó por desgracia el reinado de Burton en cuanto a películas del caballero oscuro se refiere, entrando en escena para la segunda secuela un Joel Schumacher algo perdido, pero el espíritu que el prolífico director dio a estas películas las convierten en un obligado visionado para todo aquel aficionado al cine. Un binomio que consiguió sacar lo mejor de los cómics de Bob Kane, y que no vería una continuación digna hasta hace relativamente poco tiempo. Pero eso ya es otra historia.

Suele pasar que las dos mayores productoras de cine de animación en la actualidad (las dos americanas, claro), se pisan en cuanto a temática e ideas de guión se refiere. No quiero ser partidista, pero creo que Dreamworks es la que sale perdiendo claramente, y creo que es ella la que deliberadamente traslada la idea de Pixar a su entorno. Pasó con "Bichos", que encontró su equivalente en "Antz". También con "Ratatouille" y "Ratónpolis". Y con "Buscando a Nemo" no iba a ser menos: "El Espantatiburones" fue el alter-ego dreamworkiano de las aventuras del pez rojo.

Con referencias cinéfilas a "El Padrino" y otras cintas de mafias y gángsters, "El Espantatiburones" garantiza un rato de entretenimiento y diversión, y nos da la posibilidad de "ver" a los actores que la doblaron en la versión original (Will Smith, Robert de Niro, Angelina Jolie, incluso un pequeño papel para Martin Scorsese) encarnados en los peces y escualos del filme, ya que los susodichos están diseñados a imagen y semejanza de los humanos.

Al margen (ya que no tiene nada que ver con la cinta original), comentar el penoso doblaje que se hizo en España. Al querer atraer más público a las salas, colocaron en el cartel los nombres de nuestro Fernando Tejero y de varios miembros más de la serie "Aquí no hay quien viva". Sobre todo este primero, usado sólo como reclamo, redujo considerablemente la calidad de la versión española. Ojo, a mi Tejero me parece un actor más que bueno, ¡pero el problema es que no es doblador! Nadie le ha enseñado como tiene que doblar una película, por lo que la voz unida al pez queda muy forzada y a veces casi ridícula. No es su culpa, es de los productores que sólo buscan hacer caja, sin importarles ni un ápice cual sea la calidad final de la cinta.

Por ello, obligado visionado en versión original, que comparada con la española, gana puntos.

La modestia es una cualidad que escasea estos días en nuestro mundo. Ya no está de moda ser modesto: cuanto más alarde y presunción, mejor. Por ello, si de entrada una cinta se jacta de ser leyenda, se tiende a pensar que va un poco sobrada.

La leyenda del título es un Will Smith en un papel a lo "Yo Robot", combinando escenas de acción espectaculares con un considerable drama interior (quizás algo superior en el caso que nos ocupa), que en ambas ocasiones se salda con interpretaciones similares. Le acompaña su perra y poca gente más: de hecho, él es el último hombre vivo sobre la faz de la tierra.

En una más que notable primera parte se nos muestra un Nueva York desolado, abandonado, por el que campan ciervos y leones a sus anchas y en el que la vegetación se abre paso, convirtiendo la jungla de asfalto en una verdadera selva. Es este el paraje donde habita Robert Neville, por el que se mueve durante el día para dejar paso durante la noche a los infectados, unas extrañas criaturas a caballo entre vampiros y zombies (con curiosas reminiscencias de la momia del filme del mismo título), los "buscadores de sombras".

Una vez que hemos visto como Neville se desenvuelve diariamente por la ciudad y conocemos por medio de flashbacks que pasó con el resto de la gente, entramos en la segunda parte de la película, y asistimos al esperado enfrentamiento con los infectados. Esperado pero no del todo logrado, pues lo que debería ser una lucha por la supervivencia se convierte en una reafirmación de fe por parte de nuestra leyenda que acaba por dañar el conjunto.

"Soy Leyenda" no termina finalmente de hacer justicia a su título, quedándose en una cinta más de apocalipsis y fines del mundo varios, que no obstante se deja ver sin mucha dificultad.

Caótica Ana... Caótico Medem como muchas críticas han resaltado ya. Caótica cinta en la que el director se arriesga por una historia lineal pero llena de desvíos y paradas en el camino. No va dirigida a un público amplio al tratarse de una historia demasiado personal.

Puntos a favor son las dos actrices Manuela Vellés y Bebe, que, sobre todo esta última, dotan a la película de una gran calidad artística, artística como los cuadros que vemos en la Academia donde estudian ambas. La música evocadora, inspiradora, pasiva, acorde con la cinta.

Medem quería rendir homenaje a su difunta hermana Ana mediante esta película. Quizás lo mejor hubiese sido guardarse para él todos esos recuerdos, todas sus vivencias, y no ponerlas al alcance de unos espectadores que no verán esta película con ojos de paloma mensajera, sino con ojos de halcón, ojos que se clavan en su presa y no la pierden de vista, listos para atacar en cualquier momento. Y es que ya se sabe que los proyectos demasiado personales sólo los comprende, como la misma palabra indica, la persona. Y no en plural.

Tres años después de que el fenómeno mediático que fue ese "El código da Vinci" llegase a las pantallas en una apresurada y fallida adaptación, llega "Ángeles y demonios", precuela en el libro y que aquí altera la cronología para suponemos intentar contentar a la Iglesia, tan atacada en la otra película.

Tom Hanks recibe la estratosférica suma de 50 millones de dólares por volver a encarnar al profesor Robert Langdon, convirtiéndose a la par en el actor mejor pagado de Hollywood y en motor de una historia mejor hilvanada que su predecesora. La película se desarrolla en una noche en la que Hanks, acompañado de la inactiva y para nada aprovechada Ayelet Zurer, deberá tratar de parar una serie de anunciados asesinatos al tiempo que intenta defender la supervivencia de la Iglesia. La acción transcurre como no podía ser de otro modo en Roma y la Ciudad del Vaticano, impresionante escenario para una no tan creíble cinta.

Parece que el director Ron Howard (presente en la pasada gala de los Oscar por su "Frost contra Nixon") ha aprendido de sus errores en la anterior aventura de Langdon, y consigue que en las más de dos horas que dura la película no haya momento para el aburrimiento. Estamos ante una carrera contrarreloj con reminiscencias a las películas de "Indiana Jones" pasadas por el filtro del thriller. Ewan McGregor interpreta con corrección un papel que otro quizá no se hubiese tomado tan en serio, y los golpes de humor presentes en la cinta ayudan a aligerar lo que no pasa de ser un entretenido producto.

No hay que buscar más donde no hay, ni querer encontrar fantasmadas y errores en una película que se disfruta durante lo que dura y se olvida con pasmosa facilidad.