Todo un ejercicio de estilo. Me ha parecido muy potable. Desde su fotografía granulosa y austera, el uso de los primeros planos (el accidente), el tono de supervivencia, el devenir de los personajes, en especial los encarnados por Liam Neeson y Frank Grillo... Los lobos parecen seres sobrenaturales, con esas pupilas que alumbran la fría noche. Es verdad que se toma ciertas licencias como la escena del precipicio o en la descripción de los lobos como depredadores de hombres, pero todo ello se suple con unos diálogos existenciales y una dirección sólida y ante todo, profesional.

Un pequeño e inofensivo bodrio. Que la fotografía de John R. Leonetti es lograda. Afirmativo. Que la ambientación con niebla tipo Mario Bava resulta medianamente atmosférica. Verdad. Que las pretensiones plásticas de la película son evidentes. También. Que los muñecos resultan mal-rollistas. Cierto. Pero es que James Wan -que tiene algún trauma con los muñecos dicho sea de paso- no da pié con bola durante todo el metraje. Cutre-efectos de mercadillo, sustos fuera de tono, imagen acelerada, subidas de volumen a tutiplén, actores de derribo (el protagonista es de una ineptitud alarmante), giro final imposible...

Neil Jordan afronta el espinoso tema del IRA fusionándolo con una atípica historia de amor y ciertos toques de thriller para todos los públicos. Con "Michael Collins" volvería al tema, pero esa es otra historia. Stephen Rea, Miranda Richardson y un enigmático Faye Davidson (¿Qué fue de él?) conforman un extraño triángulo que le permite ha Jordan momentos tan sugestivos como la "transformación" de Dil, oníricas secuencias en oscuros pubs al compás de "Crying Game" o el inesperado enfrentamiento final. No es geométricamente perfecta, pero sus aristas deparan elevadas cotas de interés.

Es verdad que pretende ser más satírica de lo que realmente es, pero Jason Reitman nos ofrece un anticipo de su brillante "Up in the air". Aaron Eckhart es el hombre de negocios sin escrúpulos que vela por sus intereses y refleja la enorme hipocresía que existe entorno a este tema. Otro de los grandes hallazgos es la elección del rudo y viril Sam Elliott (sex-symbol de los 70-80 gracias a títulos como "Lifeguard", "El legado", "Máscara" o "De profesión: duro") personificando al "Marlboro Man", todo un acierto de casting. Disfrutable.

A Brad Anderson le queda muchísimo camino por recorrer, pero es innegable que despliega cierto talento en este pequeño homenaje a Hitchcock y la intriga más clásica a lo Agatha Christie. Los personajes están bien medidos (Emily Mortimer y Ben Kingsley son los más convincentes), hay atmósfera (la estepa nevada, las muñecas rusas, la hostilidad del personal del tren) y un final demasiado explicativo (sin dejar volar la imaginación del espectador). Brad Anderson prefiere centrarse en el miedo psicológico al igual que en la interesante"El Maquinista", y parece que sabe como debe plasmarlo en la pantalla. Aún no ha conseguido algo redondo, pero está en ello. Ojo a la presencia enigmática de Kate Mara ("Brokeback Mountain").