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Críticas de Palomitasconchoco
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Críticas 445
Críticas ordenadas por utilidad
5
1 de agosto de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dios mío ¿Qué acabo de ver?. Esa es la mejor definición que se me ocurre para una película absolutamente inclasificable, que mezcla una comedia nigérrima, con la ciencia ficción futurista en clave ‘vintage’, la sátira política, el drama hostil, el amor surrealista y el género policíaco-violento. Es en ese laberinto imposible en el que Gilliam suelta al espectador con los ojos vendados en esa escenificación de cables, calles sombrías y estrechas habitaciones y donde el desamparado ‘visionador’ no tiene más remedio que dar tumbos entre la pesadilla y el sueño, entre el asco y la risa, entre la comprensión y la abyección. Los personajes de perfil caricaturesco son movidos como marionetas por el propio guión y la inercia que marca el extraño mundo futurista que dibuja, sólo dos personajes, el protagonista y su amada, escapan a los hilos del pensamiento único marcado por esta sociedad excesivamente burocratizada. Chapó por la innovación, por arriesgar, por hacer algo completamente diferente a todo lo que se había hecho antes (bueno los paralelismos con el 1984 de Orwell son innegables), aunque en líneas generales, y esa es mi opinión la película es excesiva, cargante. La estética barroca termina siendo dañina para los ojos, todo parece desarrollarse en una atmósfera contaminada de cachivaches al estilo de los 50 con un tono futurista, el guión da mil vueltas en un vórtice sin fin, tiene escenas rocambolescas y delirantes, sin pies ni cabeza, en las que resulta difícil sacar algo en claro y en las que el director se recrea (el metraje de 131 minutos ya dice de por sí lo que se gusta Gilliam) y la crítica a todo un sistema en sus innumerables aspectos (burocratización, estado policial, pena de muerte, corrupción, excesiva presión fiscal, consumismo…) termina por resultar cargante, muy poco oxígeno para el espectador y para la vista. La película se le va de las manos al director, es excesiva pero… tiene tanto que mostrar!! Todo el mundo debería verla, eso sí, solamente una vez.

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Palomitasconchoco
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10
1 de agosto de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para dejar de ser una obra maestra y convertirse en mito, una película debe cumplir varios factores que La Naranja Mecánica cumple. Para empezar tiene que ser polémica, y las escenas de sexo y violencia que recrea (ahora pudieran parecer normales pero en 1971 era la primera vez que este tipo de escenas se veían en la gran pantalla) hicieron que la película se prohibiera durante 30 años en el Reino Unido, debe ser valiente, y La Naranja Mecánica, toma partido, desarrolla el tema y apuesta convincentemente por una opción; un mito debe ser también visualmente especial, y la versatilidad fílmica de La Naranja Mecánica nos deja una película repleta de imágenes apabullantes basadas por un lado en la técnica, donde los recursos visuales son ricos especialmente en cuanto a planos cenitales y contrapicados se refiere, en cuanto a iluminación (las largas sombras de los dragos entrando en el túnel se han convertido en todo un símbolo) y en por otro lado en la escenografía, una de las especialidades de Kubrick que en esta película brilla en todo su esplendor (cuadros y esculturas con iconos sexuales, azulejos de rombos chillones, esculturas de cristos abrazados…). Un mito debe también tener ritmo en las secuencias y en esta ocasión las imágenes al ritmo del ‘divino’ Ludwing van Beethoven ofrecen un plus, junto a las peleas ralentizadas para ver los detalles de la lucha, o deliberadamente aceleradas (para el recuerdo la escena del trío) y tanto las secuencias como la acción siguen un esquema definido que hacen que los 131 minutos de película pasen volando. Un mito no solo debe tener mensaje, sino que además debe calar y en la obra cumbre de Kubrick y la película nos habla sobre la elección del bien y el mal (nada más ni nada menos) pero ajeno a la doctrina religiosa que parece tener el monopolio de ese tema, además nos habla de la corrupción política, de la degeneración de la sociedad, de los métodos educativos, de represión y totalitarismos, del papel de la prensa en las sociedades libres, de la música… y todo ello sin adoctrinamientos ni subterfugios alegóricos, la película se muestra tal como es y, guste o no, llega al espectador de forma “cristalina como el agua, clara como el azul del cielo”. Un mito debe tener también un aire innovador, y en el caso de La Naranja Mecánica se lo da su guión futurista que permite en primer lugar la utilización de un dialecto juvenil en la película que es y ha sido totalmente irrepetible, la gestión de la violencia como sistema narrativo, además de que la propia historia ya tiene de por sí mucho peso y un aire de insolencia feroz y un mito debe también ser extremo, flirtear con la cuerda floja sin despeñarse y eso lo consigue la turbadora y dramática historia que nos cuenta Kubrick. En definitiva, La Naranja Mecánica se ha convertido en un mito de forma merecida; solo dos peros, por un lado los achaques del tiempo (ver un futuro con máquinas de escribir, tocadiscos y cintas de cassette te sacan de la historia) y las interpretaciones que quitando la buena dedicación de Malcom McDowell, nos deja un panorama de actores secundarios con gestos histriónicos y exagerados que no ayudan a la visualización del filme. Por lo demás es casi perfecta.

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4
31 de julio de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se trata de una película, sino de una sucesión de siete cortometrajes acerca de las relaciones sexuales, todas ellas disparatadas, alocadas y que presentan situaciones realmente jocosas. La maestría del genio Allen aparece en muchas frases, esas que te hacen reir al mismo tiempo que reflexionar y muchas de las cuales se te quedan grabadas. Son, sin embargo, pinceladas en una película un tanto ‘amontonada’, donde las historias nunca se llegan a desarrollar del todo y dejan mucho en el aire, donde no da tiempo en tan corto espacio a conocer a los personajes, pero lo poco que se presentan están totalmente caricaturizados, acentuando de forma obsesiva el rasgo cómico de tal manera que nunca llegan a parecer reales, las situaciones llegan a ser demasiado absurdas, sin un gancho a la verosimilitud. Al final lo que quedan son grandes carcajadas, pero muy poco de arte si es lo que buscamos en una película, de hecho está mucho más cercano al sketch televisivo que a la filmografía. La interpretación coral de los actores es difusa y se pierde en la maraña de cortometrajes y la esconografía es tópica y escasamente desarrollada. Un rato divertido y poco más.

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2
31 de julio de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tener una concepción versátil del cine y beber de todas sus fuentes puede tener de vez en cuando alguna sorpresa como es esta cinta tailandesa, a la que me llevó, más que nada, su palma de oro en el festival de Cannes. Y es que ‘Boonmee’, (la llamaré así a modo de resumen) es una cinta ininteligible, inconexa, absurda en la concepción de sus personajes, lenta hasta el sopor, y parca en los diálogos, sin una trama clarificada y sin un lugar concreto al que pueda llegar el discurrir de la historia.

La película tailandesa, es meditabunda en su concepción cinéfila, alarga los planos hasta la extenuación y también las secuencias, sin necesidad de que estas cuenten nada trascendental, de hecho casi nunca lo hacen, dejando eso sí, paso a la contemplación de una buena fotografía con paisajes de jungla, de cavernas con formas onerosas, luminiscencias de neón, en general composiciones muy logradas que merece la pena ver, pero no durante tanto tiempo.

Hay en la película un boceto de trama que nunca llega a desarrollarse muy bien, la de un hombre con una disfunción renal que espera su pronto estertor, pero sobre esta base, no hay una historia clara, solo una rara transmutación de secuencias que no se ciñen del todo al hilo original e incluso alguna fábula inconexa en mitad del relato con un presunto sentido metafórico.

Los personajes, al margen del moribundo Boonmee, los componen el fantasma de su mujer, su hijo convertido en ‘espíritu-mono’ (así de absurda puede llegar a ser) o un monje budista modernizado a los tiempos, entre otros.

La película es hermética e inactiva, difícil de digerir, por muchos elogios que haya recabado de la crítica internacional que la califica como una obra abierta (es decir que cualquier cosa que me invente puede tener sentido) y la tacha de ‘naif’ (ese término cuyo significado nunca he logrado averiguar del todo), pero que es un auténtico peñazo, una obra demasiado difusa, en la cual, casi se me olvida, los actores están casi igual de estáticos que la trama y apenas son capaces de hacer una gesticulación, como si estuvieran raídos por el votox.

Es decir que al margen de su belleza hipnótica, bien fotografiada y alguna sorpresilla más como la fábula del pez que se entremezcla en el relato, no merece la pena en absoluto.

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8
31 de julio de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta superproducción europea, da una vuelta de tuerca al cine bélico convencional y utiliza el western como vehículo para desarrollar la película aunque la batalla se desarrolle en la madre de todas las batallas, la de Stalingrado. Así, la película sustituye a dos pistoleros por dos francotiradores en el cruento entorno del amasijo de escombros en el que se convirtió Stalingrado durante la segunda guerra mundial y es este duelo el que mantiene en pie la acción, la intriga y la estrategia de la película, consiguiendo un efecto sorprendente que se multiplica además por no caer en el efecto maniqueista que el cine del oeste si daba a sus personajes, aquí ambos personajes son buenos y tienen razones para estar en Stalingrado, simplemente les ha tocado luchar en bandos diferentes y lo hacen lo mejor que pueden, pero incluso el personaje nazi resulta ser amable y es fácil empatizar con él.

Además de la innovadora forma de contar una guerra, ‘Enemigo a las puertas’ con una apasionante ambientación, los decorados, localizaciones y vestuario son maravillosos y consiguen recrear esa ciudad industrial horadada de metralla, polvorienta y cadavérica con una enorme precisión, aunque precisamente el rigor histórico no sea uno de los fuertes de la película.

Junto al desarrollo del duelo entre los francotiradores, la película si deja algunos apuntes históricos, como la sangría sobre el pueblo ruso en esa guerra debido a la política stalinista del ‘ni un paso atrás’ que hacía que los que retrocedieran ante las balas enemigas, fueran tiroteados por sus propios compañeros, o el efecto propagandístico en el ejercito ruso, apunte este último muy logrado, especialmente porque pese a los toques heroicos en los que la película incide demasiado, esta cinta esta basada en hechos reales, y el personaje de Vassili Zaitsev, el pastor de los Urales que cazaba lobos y se convirtió en francotirador, existió de verdad, y según la propaganda de la época abatió a todos esos oficiales alemanes hasta el punto de que el III Reich tuvo que enviar a su mejor francotirador para intentar liquidarlo. Según apunta la propia película al final, el fusil de Zaitsev aún se puede ver en el museo de historia de Moscú, el resto de los apuntos históricos sobre los que se basa la película son claramente mejorables, pero no es una pretensión del director el contarnos la verdadera batalla de Stalingrado.

La música es también un elemento importante de la cinta, junto a ella fluyen las emociones en los momentos más intensos de la película, una buena colección de puntos en los que regocijarse con el corazón encogido.

Las actuaciones de la película son también de sobresaliente, el duelo entre francotiradores es también un maravilloso duelo interpretativo entre Ed Harris y Jude Law, y Rachel Weisz borda también un papel magnífico. De aquí nace una de mis escenas favoritas del cine contemporáneo una angustiosa escena de sexo entre barracones hacinados a medio camino entre el placer y el horror que resulta ser acongojante y donde los matices que logran los actores son fantásticos.

Por el contrario, las mayores trabas de la película resultan ser su exceso de moralina anticomunista que deja en peor lugar a los soviéticos que a los nazis de una forma innecesaria en una película donde los tintes políticos nos son imprescindibles para disfrutarla, y por otro lado, el exceso de heroicidad que llevan a algunos personajes a ser algo más que hombres lo que le hace perder cierta credibilidad a la película. Pero por todo lo demás este duelo resulta interesante divertido, lleno de buenos momentos y bien vestida técnicamente.

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Palomitasconchoco
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