Aquí tenemos a Mick Jackson, director de "El guardaespaldas" ¿Se acordaban de él? Yo tampoco. Pues bien, reúne para la televisión a un reparto interesante, podríamos decir que de actores que tuvieron mejores momentos y que ahora se agarran a lo que les cae y tal vez nos acerquemos aunque sea más injusto con Emily Watson sobre todo. Y adapta un libro de corte melodramático en relación al Sindrome de Down y su paulatina transformación a lo largo de las últimas décadas (aunque no se trate tanto de documentar los avances médicos como de explotar el drama personal de sus personajes). Es una TV-Movie, eso que antes llamábamos telefilms y que tan mal resultado solían dar. Partiendo de este punto "The memory keeper's daughter" está sobre esa media, es un film previsible pero contenido y de relativo interés. Aunque continúe con ciertos tópicos del género y sobre todo en su tramo final se tira en plancha a por el sentimentalismo exagerado, hay en su conjunto una emoción apreciable. Lo del maquillaje con el paso de los años a Mulroney es un tema aparte, algo que nunca acaba de funcionar. Eso sí, para Mol no pasa el tiempo y acaba incluso más joven que al principio... Cuestiones técnicas aparte, es una TV-Movie que por lo menos no te hace sentir la sensación de estar perdiendo el tiempo.

Sabe Dios si tendremos la suerte de ver estrenada en pantallas españolas algún día este film de Bruno Dumont, verdaderamente conciso, diferente, impactante. "Flandres" pasa como un suspiro, a ritmo lento y preciso sobre la naturaleza humana con frialdad y sólo en el último momento, los últimos segundos se rompe la barrera de la incomunicación constante para dar un alarido emocional post-destructivo. "Flandres" es un retrato cinematográfico del horror de la guerra, sin dobleces, sin ningún acercamiento al entretenimiento de un film de acción, la guerra sabe a arena, a rostro inexpresivo, descompuesto, incrédulo, a violencia seca.
De la vida en la granja a la supervivencia en el desierto y el retorno a la granja, las fases de la destrucción de un alma que comete el crímen de regresar del infierno para terminar despertando al amor, o a la necesidad del amor. Dumont trae un cine de altura para cinéfilos ávidos de plasmaciones abiertas a la reflexión. No hay vida tras el infierno.

Producto dirigido integramente al sector adolescente. Nunca un tipo de película estuvo tan rendido a su público dejando a años luz el interés de todos los demás. Todo aquel que como yo no perteneciendo a esa dicha edad del pavo se adentre en las puertas del colegio inglés para niñas Abbey Mount corre el riesgo de padecer 90 minutos de espanto. Con el referente cercano de otro ataque a la integridad mental adulta como "St Trinian's" de temática similar es cierto que en esta no se desciende tanto al infierno pero queda uno muy cerca de llamar al 092 para que vengan a socorrerle. Dicho lo cual, pavadas aparte, no creo que a nadie del sector fan de esta película le importe un pimiento lo que vaya a decir yo al respecto y creo que sería mejor que la crítica la hiciera alguna niña de 14 años comparándola con otras pavadas similares de las que no tengo referencia ni falta que me hace.
Nick Moore, dedícate a editar pelis de otros y déjate de petardeces, por favor.

La película relata la juventud de Dito Montiel en un barrio conflictivo de Nueva York y al mismo tiempo el regreso ya adulto al lugar donde su padre, al que abandonó quince años atrás, está gravemente enfermo. El punto de partida no es excesivamente original, hay decenas de films que narran problemáticas adolescencias en barrios pobres con la violencia como moneda común. Hay precedentes notables como "Una historia del Bronx". El caso que nos ocupa se ve perjudicado además de por el justito guión por la poca solvencia del realizador. Para hacernos una idea le sucede como a "Romanzo criminale" comparado con "Uno de los nuestros", es decir, son films correctos que serían notables si no existieran los anteriores y realizados además sin mucha alma. El reparto eso sí es muy acertado aunque asomen antiguos actores grandes venidos a menos como Palminteri o la casi retirada Dianne Wiest. Con todo un recopilatorio bueno de canciones de por medio "A guide to recognizing your saints" no es una mala película pero tampoco es una buena pelicula. Es, eso, pasable, sin más.

Seguramente esta película le pareció demasiado estupida hasta para Jack Black, por eso "Balls of Fury" tiene a una especie de clon como protagonista, el neoyorkino Dan Fogler. Tampoco debía estar libre ni para hacer un cameo Ben Stiller, ni Owen Wilson (claro, éste convaleciente de su intento de suicidio) ni siquiera Will Ferrell. Digo todo esto porque ésta película va en la línea de esta ola de reciente comedia chusca, el referente de "Dodgeball" tal vez sea el más evidente, cambiando el balón prisionero por el ping-pong. Añadiendo eso sí, toda una trama policial aún más absurda si cabe de por medio. Ver a Christopher Walken en estos berenjenales empieza a ser también desgraciadamente habitual, una de dos, o el hombre ha ido perdiendo con los años el sentido del ridiculo o se ha vuelto un cachondo de cuidado. De cualquier modo el duelo de "espadachines" con paletas de ping pong con Fogler es sin duda el momento cómico por excelencia de la película, el más absurdo y descacharrante. Pero en conjunto es imposible pasar por alto tanta ruina fílmica, tanto sentido común vendido en pos del gag más o menos ocurrente, tanta desfachatez más allá de 4 o 5 risas. Sólo para eso no vale la pena pasar por taquilla.