Gus Van Sant filma una discreta y tal vez, innecesaria biopic sobre el caricaturista John Callahan, pasando por su talento como dibujante pero haciendo total hincapié en su tortuosa vida personal y su dramática adicción al alcohol.
Cuando anteriormente catalogue de innecesaria esta biopic no lo hice desmereciendo el talento de Callahan como dibujante y mucho menos de sus vivencias producidas por el alcoholismo, sino que la referencia es porque no todas las historias son interesantes cinematográficamente hablando. Igualmente el gran fallo del film es que no tiene un norte claro, es confusa y reiterativa en casi toda su duración y lo que evita su naufragio es Joaquín Phoenix en otra interpretación sobresaliente, como ya nos tiene acostumbrados.

Tras una lluvia de críticas positivas y entusiastas consolidadas con varias nominaciones en asociaciones de críticos, unas cuantas en los Óscars y el Globo de Oro de mejor película y mejor actriz en Comedia, estaba seguro que Lady Bird sería una de esas grandes películas indie que tantas veces han quedado grabadas en mi memoria. Tal vez Yo esperaba demasiado, o quizás no la supe entender pero en ningún momento vi ese gran film que tanto critica y público disfrutaron.
Lady Bird aborda la historia de Christine, una adolescente rebelde, inconformista y con aires de grandeza que se hace llamar “Lady Bird”. En el film se reflejan la rebeldía típica adolescente y el constante cambio tan característico de esa etapa de la vida, las discusiones con los padres, los nuevos amigos, el querer pertenecer, los inicios sexuales, las decepciones amorosas. Situaciones y lugares comunes en la vida de un adolescente pero que no hacen la diferencia con otros films de su género. En ningún momento la historia hace un clic o una explosión en su argumento sino que durante todo el metraje la misma se torna liosa, como si su directora Greta Gerwig hubiese querido contarnos muchas cosas pero todas quedaron a medio camino.
Lo único que si valoro y comparto opinión con la crítica es sobre la interpretación de Saoirse Ronan, estupenda como de costumbre y ya dejando de ser una promesa para convertirse en una de las mejores actrices de su generación.

Como todos los meses previos a la entrega de los premios Oscar se estrenan uno o más biopics con pretensiones de arrasar en dichos galardones. Este año no fue la excepción con el estreno de "La teoría del todo", biopic sobre el famoso astrofísico ingles Stephen Hawking.
La teoría del todo se centra en los años de juventud de Hawking, cuando aun no se había recibido, recién comenzaba su romance con Jane Wilde (su primera esposa) y la enfermedad de la neurona motora aun no afectaba su cuerpo. Conforme avanza la trama, somos testigos de cómo esta cruel enfermedad avanza en el cuerpo de Hawking, postrándolo progresivamente en una silla de ruedas e impidiéndole casi toda actividad muscular como caminar, hablar, tragar.
La base de la historia, además de su lucha diaria contra el ELA, es la bella historia de amor entre Stephen y Jane, desde su idílico comienzo y pasando por todas las dificultades sorteadas por el matrimonio contra la enfermedad de Hawking.
Las dos razones por las que este biopic sobresale claramente de las demás películas de su género son la dirección de James Marsh que sabe como aportar ternura y emotividad a una historia conservadora, y por supuesto, las interpretaciones. Felicity Jones irradia una determinación y una fuerza que la convierten en la heroína de la historia, es ella quien carga con el peso dramático del relato ya que el guion nos muestra aquellas cosas que Jane deja atrás por estar junto a su marido y cuidar de él. Lo que consigue, por su parte, Eddie Redmayne es en cierto modo inhumano. No solo ladea la cabeza, fuerza la voz y se encoge en la silla de ruedas con pasmosa credibilidad, sino que en esa posición es capaz de transmitir un sinfín de sensaciones valiéndose únicamente de su mirada.
En síntesis, La teoría del todo nos muestra la generosidad de amor y lo que es capaz de lograr una inclaudicable fuerza de voluntad, con delicada sutileza y dos personajes que crecen ante adversidad.

Klass es un enorme film que remueve violentamente las entrañas y saca lo peor de nosotros; tanto que mientras la ves deseas con todas las ganas del mundo acercarte un momentito al instituto aquel para reventar media docena de cabezas.
El sistema ya lo conocemos. Es todo un clásico en los colegios de cualquier ciudad; abuso y atropello al débil aunque siempre en bandada, no sea que al final por pegar el vacile se lleve los guantazos el gallito. Por eso mismo que nunca falten los gorilas pegados a la nuca. Pero lo más sorprendente no son los seudomatones, sino los de segunda fila, aquellos quienes miran y consideran vergonzante a quien protege. Lo llaman incluso marica.
Klass es de los mejores exponentes del tipo de cinta que popularizó en su día "Elephant". Absolutamente siempre será mucho más aconsejable la estonia que la de Van Sant. Aquí no se andan con chorradas de usos de cámara ultramoderno, ni planos intelectualoides. En esta van a saco mostrando la macabra crudeza del mundo en el que vivimos. Y te lo dicen tan clarito que asusta.
Klass me hizo sentir mala persona. Consiguio que apoye la masacre. Incluso logra que sonrías ante una carnicería en toda regla. Véanla. Si el buen cine es el que te involucra, The Class lo consigue envolviéndote por completo.

Creo que después de ver esta película comenzare a mirar de otro modo a los taxistas. ¿Serán todos como Travis? ¡¡¡Que obra maestra por Dios!!! Martin Scorsese llego al Olimpo cinematográfico con este enorme e inolvidable film de violencia urbana. La historia de Travis Bickle se convirtió en una de las más particulares de la historia y el propio Travis en uno de los personajes más inolvidables del cine.
Travis Bickle es un veterano de Vietnam que al no poder conciliar el sueño por las noches consigue empleo como taxista y toma el turno nocturno, en donde toda la escoria y la mugre de New York salen a flote hacia las calles. Ladrones, pandilleros, drogadictos y proxenetas son lo que los ojos de Travis ven todas las noches mientras se desliza en su taxi. Todo esto sumado a las injusticias sociales, la inacción política, su incapacidad de relacionarse con la gente y sobre todo, el maltrato y abuso que sufre Iris (magistral Jodie Foster), una prostituta de apenas 12 años harán que su ira contenida estalle en un espiral de violencia incontrolable.
Scorsese da una clase maestra de dirección llevando los hilos de la historia adecuadamente, superponiendo los recorridos de Travis con esa hermosa melodía de saxo de fondo, y Robert De Niro nos regala una de las mejores interpretaciones de su enorme e inmejorable carrera logrando lo que muy pocos actores pueden: darle vida propia a su personaje.
Obra maestra, film de culto, película necesaria para el cine y la sociedad. Un pecado no verla.