Tercera de las películas dedicadas a los tres supermen italianos. Un reboot, donde repiten las situaciones pero los personajes ya no se llaman igual, aunque son clónicos de las entregas anteriores. Siempre son dos ladrones -uno guaperas y el gracioso mudo al estilo Harpo Marx- que cruzan sus destinos con un policía o agente secreto pringado al que siempre se lo llevan de su boda o de su luna de miel para una misión secreta. Los tres dispondrán de unos trajes con los calzoncillos por fuera y capita negra ridícula, por lo demás de un rojo intenso, estilo Superargo o Superseven, que les dota de invulnerabilidad a las balas y a objetos punzantes. Es gracioso que siempre olvidan la fuerza del impacto, que es lo que sucede con los chalecos antibalas, que salvas la vida pero te llevas un buen moratón.

En esta tercera entrega, el agente del FBI viajará por el Sudeste Asiático para rescatar a seis prisioneros de los narcotraficantes. Ynecesitará la ayuda de dos amigos suyos de oficio sus robos. Veremos combates de tortazos orientales, coreografiados por Jackie Chan, bastante bien llevados. Es una coproducción con Hong Kong y se nota. Sal Borghese, el Supermen mudo, resulta irritante con todas sus gesticulaciones, muecas, sonidos guturales y hasta el empleo de una bocina. Pero Sal era la marca de esta franquicia, ya que aparece en cuatro de las entregas. Hay mucho humor tonto, diálogos bobos, también combates graciosos, al estilo Terence Hill-Bud Spencer. Es cine italiano setentero. Y muchas localizaciones en exteriores y en los estudios chinos. Guión más bien hay poco. Es el típico filme de programa doble de cine de barrio, en butacones que chirriaban y se oían las risas de los niños y adolescentes. Te lo pasabas bien riéndote con las italianadas. Y para eso, este filme cumple su objetivo con creces.

Clavillazo fue un humorista mexicano, rival artístico de Cantinflas y no tan conocido fuera de su país. Sus filmes bebían del humor ingenuo, blanco y naïf de Abbott y Costello y Danny Kaye, explotando las gesticulaciones exageradas y los juegos de palabras absurdos. Además, sus movimientos y palabras recuerdan a Chiquito de la Calzada. Algunos de sus filmes tenían un corte fantástico, como ésta o su vuelo al espacio.

Un ejemplo. Alguien está robando cadáveres del cementerio y un personaje dice "¿Con que objeto los roban?", a lo que Clavillazo responde "Pues con una pala...".

Una historia de amor, mezclada con un mad doctor que crea los monstruos de la Universal. En un momento, Clavillazo, que se enfrentará a todos, dice "¡Sólo falta la criatura de la laguna negra!" y, de pronto, aparece. Clavillazo es un personaje torpe, pero de buen corazón. Viste un traje dos tallas más grande y un sombrero indescriptible, como el de Cantinflas. Y tiene una manera de hablar muy particular. Es un tipo de humor quizás algo obsoleto, pero tiene su encanto si lo ves con ojos nostálgicos.

Aunque tarda en arrancar, cuando ya llega al castillo de los monstruos resulta sumamente entretenida, en la línea de los mencionados Abbott y Costello. Como película de la edad de Oro del cine mexicano, está magníficamente ambientada, con bastantes decorados y, en ocasiones, con un afortunado juego con las sombras, al estilo expresionista de la Universal No obstante, hay alguna secuencia confusa, como la pelea en el laboratorio, en la que se emplea un muñeco humanoide para sustituir al actor, pero que apenas se distingue la pelea.

Quizás es flojilla, pero si te gustan las películas de aquellos humoristas de los años 50, dale una oportunidad.

¿Cómo serian estas películas sin los CGIs actuales? Ésta es una de robots, de distintos tamaños, de un metro a más de veinte. Si ésto se rodase con efectos físicos, se deberían usar maquetas para representar los más grandes y animatrónicos para el resto de tamaños, y las secuencias se plantearían de otra manera. Por ejemplo, no aparecerían tantos robots o se usarían planos cortos con partes animatrónicas de los mismos. Sin embargo con los CGIs virtuales se abusa de los mismos en planos generales y en ocasiones la acción no resulta creíble al estar mal rodada, con actores disparando al vacío. Hay una dependencia de los mismos.

En cuanto a este filme, es el típico subproducto de serie Z, del estilo "Asylum", aunque algo mejor, con una trama de supervivencia de unos soldados amnésicos frente a unos robots asesinos y un militar loco, en una ciudad abandonada para las prácticas militares al estilo "Call of Duty". Existe otro filme con un guión similar y bastante más acertado, titulado "Kill command"(2016). Básicamente es el mismo guión, por lo que ésta "Robot Riot" es su versión bastarda.

En general no resulta demasiado aburrida, aunque sí deslavazada, con la presencia de personajes de comportamientos inexplicados y un escaso aprovechamiento del quintacolumnista de turno. Le falta imaginación y talento en la escritura del guión, Y la dirección está completamente sometida a los CGIs.

Emocionante. Bella. Una película de animación claramente europea, de línea clara, alejada tanto de los animes como de la industria estadounidense. Una película con personalidad propia. Y un magnífico guión, Una bella historia de amistad. Pero también es un dramón de los que te tocan. Y sobretodo, es una historia sobre seguir con tu vida. Pasar página y recordar los buenos momentos. Película en la que los personajes no hablan pero la música tiene una gran importancia, por cuanto supone la cúspide de la felicidad momentánea. El tema elegido es el "September" de Earth, Wind and Fire, un clásico de la música disco-funky setentera. Porque el filme se ambienta en la Nueva York de esos años, principios de los 80.

Berger nos obsequia con un sublime y sentido guión, llevado al clasicismo emocionante de los filmes de David Lean o de los melodramas de Douglas Sirk. Personajes profundos, sin habla pero que transmiten todo el amor, el dolor, la desesperación y la resignación con una simple mirada o un movimiento de boca.

La película juega con el recuerdo inconsciente de otras bellas historias, sean o no películas. El aspecto del robot, su ingenuidad y su relación con Perro, nos recordará al maravilloso "El gigante de hierro". Su vivencia-por llamarlo de algún modo- en la playa nos retrotrae a aquel triste relato de Oscar Wilde titulado "El príncipe feliz", sobre el amor entre una estatua y una golondrina. Y más referencias a otras películas, como a "Acero puro" (2011), en relación a la chatarrería y la relación que se establecerá entre un personaje y lo que encuentra allí, además de los evidentes "El Mago de Oz" o a los musicales de Broadway como "La Calle 42".

No sé donde se ambienta el comic en la que se basa la película. Pero Berger hace un filme orientado hacia el mercado estadounidense y a su nostalgia. Música disco, pizzas, la bebida Tab, baile con patines de ruedas, las Torres Gemelas, el béisbol, los hot dogs, Halloween, el Cuatro de Julio, MTV, el breakdance ... Berger nos sumerge en la cultura estadounidense, en todos sus tópicos. Pero habrá detallitos a nuestra propia cultura, con Naranjito o Mazinger Z. Muchos, muchos detallitos. De hecho, toda la recreación de la ciudad de aquellos años, de sus anuncios, de los locales, del metro, del bullicio de las calles, es impresionante. Uno puede recrearse en esa ambientación y no cansarse. Lo que si cansa, un poquito, es que la película se hace algo larga.

Robot dreams es una maravillosa película. De esas que recordarás siempre. Animación adulta por historia y sentimientos. Forma ya parte de un panteón de películas míticas, junto al "El gigante de hierro". ¿Quién ha dicho que los robots no tienen sentimientos?

No conocía esta utilidad de los móviles. Ya puestos, al ser de los que se abren, podían servir de grapadora o de cascanueces. O de navaja suiza.

Buena dirección de Singh, en una especie de spin-off de Matrix donde los móviles tienen filo -juegan con el significado de su nombre en inglés, algo así como "razor"(cuchilla)- y son armas arrojadizas. Y de paso sirven para hablar ¿seguro?