Desazón. Admiración. Tristeza. Alegría. Melancolía. Emoción. Hacía tiempo que una película no me inspiraba tantos sentimientos, hacía mucho tiempo que un filme no me agarraba por los hombros y sacudía tan intensamente como lo ha hecho esta nueva y maravillosa versión de la eterna "Jane Eyre".
Aplaudo a Cary Fukunaga que ha sabido mantener la especial sensibilidad hacía la novela de la que parte, y a la vez dotar a la película de tal solidez y calidad que se impone por si misma.
En primer lugar, tenemos una ambientación de época espléndida; con una fotografía magnífica.
La atmósfera es la precisa que requiere la historia, una ambientación gótica logradísima donde dar rienda suelta a esta historia oscura y de intensa carga emocional. Todo el aspecto estético, de recreación y ambientación, es impresionante. Un poco de decadente belleza y de goticismo misterioso e inquietante; sutil pero a la vez opresivo.
Mia Wasikowska y Michael Fassbender nos regalan unas interpretaciones intensas y poderosas, de hecho gran parte de la impresión que me causó esta película quizá se deba al trabajo que en ella realizan estos dos actores (su fría interpretación de Alicia me hizo creer que esta chica era una mala e inexpresiva actriz). Nada de excesos ni exageración gratuita. Conducen sus personajes con la fuerza y dramatismo que estos exigen. Todo ello sin contar a esa dama, esa señora con letras mayúsculas de la interpretación llamada Judi Dench.
"Jane Eyre" es una película gótica impregnada de un salvaje romanticismo que atrapa al espectador desde su fascinante inicio con las desventuras de una institutriz inglesa, poco agraciada, que sufre lo indecible hasta enamorarse del dueño de la mansión en la que trabaja. Jane Eyre es una niña huérfana y despreciada por los parientes que la han acogido de mala gana, los cuales terminan enviándola a una pobre escuela para chicas huérfanas, en la que las condiciones de vida son precarias y que es gobernada por personas de corazón duro. Pero Jane debajo de su apariencia tranquila, esconde un carácter fuerte y una voluntad difícil de doblegar, un corazón rebelde que soporta prueba tras prueba y que sin embargo permanece incólume, a la búsqueda de una felicidad que es cualquier cosa menos probable en medio de tantas desdichas. Una vez adulta es contratada en la casa del aristócrata Edward Rochester, un hombre enigmático y misterioso. Y allí, en un ambiente en el que conviven lo austero y lo espléndido, de sombras y tenebrismo al puro estilo gótico-romántico, Jane descubrirá lo que significa ser una mujer libre, que sigue su propio destino, y por primera vez en su vida se sentirá realmente a gusto y feliz en un lugar. (sigue en spoiler).

Un bosque profundo, las hojas secas caen de los arboles. Unos enormes ojos azules de travieso brillo observan a un joven partiendo leña con un hacha. A los pocos minutos ambos corren juntos por el bosque, entre risas. Los dorados rizos de la bella joven se mueven con el viento otoñal mientras el chico la persigue. Miradas. Gestos. Movimientos lánguidos.
Ella es Valerie (Amanda Seyfried) y él Peter (Shiloh Fernandez). Ambos están enamorados a pesar de que el chico tenga poco que ofrecer y los padres de Valerie ya hayan decidido entregarla en matrimonio al adinerado Henri (Max Irons). Este día están planeando la forma de fugarse juntos cuando un fuerte sonido hace retumbar el bosque. La campana del pueblo. Uno, dos, tres ...cuatro. "El lobo". El lobo ha asesinado de nuevo.
Por años, los aldeanos han mantenido una tregua con la bestia, ofreciendole sacrificios animales cada mes. Pero ahora la criatura ha subido su apuesta, una vida humana. La vida de la hermana mayor de Valerie. Deseosa de venganza, la aldea llama al famoso cazador de hombres lobo, el Padre Solomon (Gary Oldman), para que elimine a la bestia, aunque su llegada trae consecuencias no deseadas cuando advierte que la criaatura toma forma humana cuando llega el día, pudiendo ser cualquiera de ellos. Cualquiera. Incluso un ser querido de Valerie. Y es que pronto descubre que tiene una única conexión con la bestia, que inexorablemente les une, haciendo de ella una sospecha y y a la vez un cebo. A raíz de esto, una serie de sucesos e intrigas se desatan que son el gancho con el que Hardwicke apuesta a que nos mantendrá atados por casi dos horas.
A pesar de que me gusta el aspecto alternativamente gótico y oscuro que se intuye y palpa en toda la película, y el hecho de que se aleje tánto del aspecto infantil, la película me ha decepcionado. Supuse que salir de la saga "Crepúsculo" haría que Catherine Hardwicke recuperara ese estilo, esa poesía suya que se vio con creces en "Thirteen". Me equivoqué. "Red Riding Hood" tiene una fotografía interesante, como "Crepúsculo", pero ahí queda todo. Guion muy pobre y flojas actuaciones, y no precisamente Seyfried, que si bien no es perfecta, tampoco es mediocre como la de Irons y Fernández. Ahora, quien carga la película, y a los adultos arriesgados que decidan ir a verla los ayudará a sobrellevar la cinta, es Gary Oldman en su papel de sacerdote y wolf slayer. Otro punto negativo es que, contrario a muchos de los cuentos de hadas y en especial al que toma prestada la historia, "Red Riding Hood" no tiene una moraleja, y quizás lo que pretende es ser una versión pícara de Caperucita Roja.
Lo dicho: sin la fuerza suficiente para creerse el drama de un triángulo de símiles para con el cuento, se mostrará un lienzo de escenas estéticamente bellas que no dicen nada, cada vez más vacías.

Un hombre está sentado delante de su portatil. Observa esa pequeña linea vertical e intermitente que le indica que puede escribir. Se pasa las manos por el grasiento y greñudo pelo recogido en una coleta en su nuca. Suspira profundamente. Vuelve a mirar esa pequeña linea que parpadea sola en una hoja en blanco. Escribe tres palabras y las borra. Va al baño. Empieza a jugar golpeando una pelota contra la pared. Vuelve a fijar su vista en esa maldita linea parpadeante. Así días, semanas, meses.
Camina cabizbajo por las calles de Nueva York entre la marea de gente. Se llama Eddie Morra (Bradley Cooper) y es un fracasado. Ex-drogadicto, desempleado, intelectualmente bloqueado escritor que no ha escrito nada en su vida, y recientemente abandonado por su novia Lindy (Abbie Cornish. De pronto una voz masculina pronuncia su nombre "¿Eddie? ¿Eddie Morra?". Eddie reencuentra un viejo amigo que le da una pequeña pastilla del tamaño de una aspirina pero totalmente transparente :"NZT-48". Asegura que le permitirá alcanzar su potencial en maneras que solo puede soñar. Eddie duda pero la coge. ¿Qué puede perder?
De pronto empieza a cambiar. Eddie puede recordar todo aquello que alguna vez leyó, vio o escuchó aparte de poseer un irresistible carisma.Las manos de Eddie vuelan sobre el teclado y a la mañana siguiente le presenta un libro a su editora. Así, con ésta nueva claridad, Eddie utiliza sus nuevas habilidades para llegar a la cima del mundo financiero. Su ascenso meteórico obtiene la atención del gurú de los negocios Carl Van Loon (De Niro), pero también le pone en el punto de mira de personas que harían cualquier cosa por poner sus manos el alijo de NZT que posee. Es entonces cuando el fármaco muestra su verdadera cara: un caramelo envenenado que introduce a Eddie en una espiral de paranoia y esquizofrenia. Con su vida en peligro y los brutales efectos de la droga cobrando sus cuotas, Eddie esquiva a misteriosos acosadores, un gánster vicioso y una intensa investigación policial mientras intenta agarrarse a sus menguantes suministros lo suficiente para burlar a sus enemigos. La pregunta es: ¿Hasta cuando podrá resistir? ¿Cuando llegará a su límite físico y mental?
Se dice que solo usamos el 10% de nuestro cerebro, pero ¿quien no se ha preguntado alguna vez de qué seríamos capaces si pudieramos utilizar el 90% restante? Esto es lo que nos ofrece “Limitless”, una película basada en un libro escrito por Alan Glynn que dirige notablemente Neil Burger ("El Ilusionista"). Con escenas visualmente potentes Burger crea una cinta llena de suspenso, acción y paranoia inteligentemente rodada que nos introduce en la mente del protagonista de una forma cautivadora, llevándonos por los laberintos de una mente infectada tanto por un fármaco como por la sed de poder.

Misterios. Secretos ocultos. Todo lo que desconocemos nos da miedo y nos atrae a la vez, su nivel hipnótico agudiza nuestra sed de curiosidad y nos empuja a buscar respuestas, aunque estas nos lleven al mismo umbral de la destrucción personal. Después de todo, un misterio puede fácilmente transformarse en obsesión para quien desea resolverlo, y eso es justamente lo que le sucede al protagonista de "Cold Weather".
Tras echar por tierra su vida en Chicago, Doug (Cris Lankenau), un ex-estudiante de ciencia forense y ávido lector de ficción de detectives, regresa a su Portland natal a vivir con su hermana Gail (Trieste Kelly). Mientras trata de adaptarse a un ritmo de vida más lento consigue un trabajo sin salida en una fábrica de hielo. Todo parece normal hasta que su ex-novia Raquel (Robyn Rikoon) desaparece subitamente sin ninguna explicación, es entonces cuando Doug se vé envuelto en un sorprendente misterio juntoa su hermana Gail y su nuevo amigo Carlos.
"Cold Weather" empieza como una descripción más o menos naturalista de varios jóvenes normales (Doug, su hermana, su amigo Carlos) y continúa como una divertida aunque improbable historia detectivesca con algunas dosis de intriga y personajes entrañables. "Cold Weather" es una película interesante, amable y cálida a pesar del título, que cuenta con pocos recursos pero con un delicioso vaivén de estrategias narrativas. Tiene buen ritmo y apuesta por el minimalismo y la lírica, con una mirada limpia muy alejada del cine comercial.

Seamos sinceros: el cine destinado a los jóvenes –y más aún el llamado horror teen– va de estadísticas, y no de originalidad. Menciono esto último porque el concepto de "The Roommate" se dirige al mismo sector demográfico al que pertenecen sus protagonistas. Hablamos del público que, por edad e inquietud, suele llenar los multicines. Con ello, diga lo que diga la crítica, queda asegurado un cierto beneficio en la taquilla. He aquí el último ejemplo: "The Roommate", una película de suspenso que costó 8 millones de dolares, recibió la desaprobación unánime de la crítica y en cambio fue número uno en la taquilla norteamericana con una recaudación de 15 millones. A buen entendedor...
En esta cinta se cuenta la historia de Sara Matthews (Minka Kelly), una joven estudiante recién llegada a la (ficticia) Universidad de Los Ángeles, seguramente el lugar más apropiado de la tierra para descubrir el significado de palabras como libertad, juerga o romance. Lo que comienza como una visión de la juventud actual, con visos de comedia romántica, cambia de signo gracias a Rebecca (Leighton Meester), la compañera de cuarto de Sara. La nueva compañera de cuarto con una apariencia bastante normal, divertida pero un poco intensa parece ser una buena amiga hasta que esa amistad que ambas entablan va enrareciéndose por la obsesión de Rebecca, empeñada en manipular y controlar. Una vez que Sara capta que Rebecca podría ser un poco celosa, posesiva y asfixiante, es demasiado tarde.
Metan en una cocktelera una cucharada de "Escalofrío en la noche", una pizca de "Atracción fatal" y una buena cantidad de "Mujer blanca soltera busca", y les saldrá un batido insipido y poco original llamado "The Roommate". En casos como éste –Christian E. Christiansen lo sabe–, la fórmula impone que los desórdenes de la personalidad vayan en aumento, como si los celos y la obsesión de "la otra" fuesen el único elemento necesario para que el drama alcance su ebullición. Carente de emoción y encanto las situaciones son las más repetidas y memorables de las películas a las que pretende emular, pero incluso aquí la película se queda corta, ya que no hay suficiente sangre. Por el contrario esta cargadísima de contenido sexual que hará las delicias de algunos...*