Claro que en este caso se trata de Marta Nieto que nos radiografía, en cada plano, su escala de sentimientos dentro de un profundo hieratismo que abarca también el destierro absoluto de un móvil -teléfono, en este caso- que le recuerda el pasado…

Sorogoyen ha echado mano del corto, precuela de la película, en tono a un hecho perturbador, el de la ‘desaparición’ de un hijo, pero la historia que sigue se articula bastante bien en torno a la secuencia de hechos que ese infortunio provoca.

Cierto que la trama nos remite en parte a “La luna”, de Bertolucci, sin llegar a su morbo explícito, o a “El soplo en el corazón”, de Louis de Malle, mucho más cercana y contenida... Pero yo diría que reúne lo mejor de ambas en torno a la relación entre esa madre y su ‘hijo’, que nos recuerda un poco -al menos particularmente a mí- al Tadzio de “Muerte en Venecia” por su belleza, entre poética y transgresora.

(Sigue en spoiler)

Una simpática película que, sin llegar al fuste de “Mi gran familia italiana” de la misma directora, si consigue entretener a la par que nos deja un bonito epílogo con el que plantarle cara a los convencionalismos al tiempo que desmonta roles.

Su dúo femenino protagonista sabe complementarse haciendo de sus defectos virtudes a la hora de ponerse en el ámbito contrario a sus patrones vitales y eso siempre viene bien para tratar de comprender. En cuanto al joven pipiolo resulta no ser del todo tan chavalín como dicen y eso también se agradece.

En resumen, hora y media de agradable distracción y un par o tres de números musicales, incluyendo el del final en los títulos de crédito que, además de aportar ritmo con sentido del humor, reivindica de paso el valor de la amistad.

De hacer un cine de calidad con factura europea como es el caso de ésta: buen guión, buenos planos, buena interpretación... Y unos diálogos expresivos sin ser nunca excesivos y dejando a la comprensión del espectador que los complete y/o rellene. Muy bien! A veces unos ojos, como los del adolescente Gonzalo Pedrosa, pero los de todos ellos en general, ya nos informan de pleno. Y la Poza está preciosa pero el resto del reparto también.

Esperamos la próxima de este director que ya nos mostró su valía con "La flaqueza del bolchevique". Autores como él, Rodrigo Cortés, Juana Macías, Mar Coll, Judith Colell, David Pinillos, etc, dejan una buena huella y hay que seguirles la pista :)

VOY A INNOVAR (a ver si me lo aceptan en Filmaffinity, aunque me quiten la valoración anterior) pero es que he vuelto a verla, once años después de mi primer comentario en el 2011, y me sigue pareciendo hermosa, porque lo es. Hoy me ha inspirado este otro, que añado a continuación como homenaje adicional final -palabra!-... pero me atengo a lo que sea y gracias :)

“Tiene cara de fontanero…”

Dice alguien a propósito de Javier Cámara en esta película, je, je, pero lo cierto es que tiene un pedazo de personaje interpretando a un homosexual enamorado también del ajedrez -aparte de Pere Arquillué-. Pero todos se lucen aquí porque los perfiles son espléndidos: el de una trabajadora social (Nathalie Poza), su hijo (ideal Gonzalo Pedrosa) empeñado en no salir de su habitación, Leonor Watling, un estupendo Eman Xor Oña -voy a ver que se ha hecho de él-… y todos muy bien repartidos en general aunque lo más genial es el guión, del mismo director, y como va engarzando sutilmente las historias: ahí están, a la vista, pero tú tienes que colaborar también interpretándolas y comprendiéndolas. Y es un deleite el hacerlo al tiempo que aprendizaje… Como jugar muy en serio sobre un tablero de ajedrez.

Tiene una protagonista, Céleste -Sophie en la ficción- que atrae como un imán y la película es bonita, más que bonita, preciosa porque está narrada, y fotografiada, con una sensibilidad que va más allá de lo que estamos viendo en pantalla... Podría ser una película de Ken Loach pero el toque aquí es rohmeriano y nos interna en un verano especial punto y aparte para ellos, la joven pareja protagonista del relato, pase lo que pase en sus vidas en el futuro.

Sólo por él ya merece la pena el verla.Tras sus "Sí, por supuesto..." hay toda una gama de sentimientos que nos muestra en cada plano -y está en casi todos-. Tengo mis reservas con respecto a la historia, o como está filmada aquí, pero quizás en la novela gana más puntos para mí. Pero así y todo, repito, encuentro memorable la interpretación de Jensen, contenida y dolorosa, expresiva al mismo tiempo... Y en cuanto al final, es imposible olvidarlo y merecería, por sí solo, todo un apartado en spoiler -cosa que no voy a hacer-.