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España España · morgadáns
Críticas de árbore
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
10
16 de febrero de 2012
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si el propio Béla Tarr afirma que la película nació en 1985, cuando László Krasznahorkai (responsable del guión) escribió un relato acerca de la anécdota entre Nietzsche y el caballo que abrazó después de contemplar el maltrato infligido por su cochero, negando por agotamiento el seguir andando, es lógico quedarse bloqueado a la hora de emitir un juicio mínimamente sensato tras terminar de ver The Turin Horse (¿necesitará la humanidad 20 años para entenderla?), película que intenta despejar la pregunta que planteó László en 1985; de Nietzsche sabemos que la resaca de ese episodio derivó en la pérdida del habla y la razón hasta el último de sus días, pero ¿y qué pasó con el caballo?

Y ahí empieza la película, con probablemente la secuencia más poderosa que haya visto en mi vida. todo el drama que cabe en el mundo contenido en un plano secuencia de cinco minutos sostenido por una banda sonora apocalíptica (Myhály Vig que estás en los cielos), una fotografía asoladora (Fred Kelemen santificado sea tu nombre), con las estereotipias afines a los animales vencidos por el horror (el balanceo de la cabeza, el rumiar estéril de las correas, el galope mortecino) y el viento, sí, el mismo que se lleva las palabras pero no los hechos, de ahí que azote con violencia inmisericorde durante las dos horas y media que dura la agonía de la humanidad.

A partir de ahí Béla Tarr y su mujer Ágnes Hranitzky destruyen en seis días lo que dios creó en ese mismo tiempo, y lo hacen sin azúcar y sin sal más allá del aderezo de las patatas, el recuerdo de la fertilidad de la tierra cuando la humanidad trataba con cariño el arado. Convirtiendo la cámara en un taladro que percute repetidamente las bases de la moral y la ética que deberían otorgarle a la humanidad los parámetros correctos para moverse con franqueza y honestidad por ese mundo que nos han regalado, y que, día a día, aniquilamos sin pararnos a pensar qué coño va a pasar cuando lo hayamos destruido. Y aquí recupero un texto de Nietzsche que leí ayer al meterme en cama de "Así habló Zaratustra": "si tuviéseis más fé en la vida, os abandonariais menos al momento. ¡pero no tenéis bastante valor interior para la espera ni tampoco para la pereza!". Nietzsche empatizó con un caballo porque no entendía cómo el ser humano, con todo el intelecto que se le presupone, no es capaz de entender la libertad de aquellos que le rodean, sean animales, como en este caso, o humanos como en el rudo comportamiento que el padre regala a su hija, al caballo, a los gitanos o así mismo, al fin y al cabo la violencia empleada en pelar, romper y devorar las patatas no es más que una proyección de la frustración del que se ha perdido en la ignorancia de su yo.

(sigo en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
árbore
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9
17 de febrero de 2017
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi cabeza diferencia dos tipos de cine: el de verdad y el de mentira. algo que cuesta defender o explicar, algo que entronca con la música cuando respondo "la buena" a la pregunta de qué música me gusta, sin argumento más sólido que mi experiencia. es decir, algo rematadamente subjetivo, ¿quién coño soy yo para definir qué es verdad o mentira?

Podría escarbar en esta frase del gran Manoel de Oliveira: “la realidad del cine es la ficción”. Hollywood vende ficciones como realidad y sin embargo en las pelis más libres de este año: "o ornitólogo", la trilogía de miguel gomes o en "rester vertical", por ejemplo, la realidad se convierte en ficción sin apenas andamiaje.

Un ejemplo de bata y zapatillas sería: "La la land" es cine de mentira, "Mimosas" cine de verdad. Vale, me diréis que la primera es un musical y la segunda un ¿western metafísico?, es imposible establecer una comparación medianamente justa pero en ambas triunfa (en función del público) eso que llaman la magia del cine.

¿Y qué coño es la magia del cine? La magia del cine puede ser la épica de los rohirrim cargando en el abismo de helm con todo el papel de regalo imaginable, o un combate entre un monstruo y un caballero que viste vaqueros y camisa como en "Le monde vivant" (Eugéne Green). y por ahí recurro al menos es más (dándole más valor) porque me parece más difícil contar una historia sin cohetes, pasa lo mismo al intentar convencer sin sal en la cocina.

De "Mimosas" concretamente diría que es una peli llena de fe, empezando por Oliver Laxe que tardó 6 años en materializarla, en los protagonistas que dibujan la historia, en nosotros, como espectadores, la necesitaremos porque no sucede muchas veces, pero cuando sucede es increíble. Hablo de la resaca que deja una peli que ha golpeado fuerte, del tiempo que necesitas para la digestión. si me hubieses preguntado, justo al terminar la proyección, qué me pareció, probablemente diría que ni puta idea. me quedé congelado, aturdido. tuve la suerte de verla con elo & cris, de ahí que el café post visionado nos sirviese para reconstruir lo que acabábamos de ver.

Arrancamos con reflexiones tímidas acerca de las líneas temporales, cuestionamos el espacio/tiempo, coincidimos en la importancia capital del diseño sonoro, del significado del color amarillo, de la espiritualidad, es decir, necesitamos verbalizar una película de una profundidad insondable tras leer fin.

Y para mi esa es la magia del cine, conseguir desordenar completamente mi cabeza durante tres días, masticar el último plano para entender el primero, cerrar los ojos con fuerza para no salir de un mundo de fantasía construido por metáforas y no por decorados, porque "Mimosas" es sin duda la peli más exigente del año porque es la más "pensable". Cada plano está medido al milímetro, nada es casual, todo pesa muchísimo. vale que oliver laxe hable de no interpretar demasiado la película (eso la acotaría) e invite a que cada uno la individualice y disfrute para ampliar la onda expansiva. pero me resulta del todo imposible no intentar entender absolutamente todo lo que pasa (y no pasa) en cada uno de los fotogramas, por eso caigo rendido y me pasa el tocado una vez, hundido para siempre.

No sé si este ladrillo ha conseguido hacerte cosquillas o no, el caso es que siempre nos podremos quedar con una fotografía realmente acojonante y un trabajo de sonido digno de mención, porque hasta el uso del silencio es atronador. ¡Ah! y recupera de la estantería "Advaitic songs" de Om (Drag city, 2012) porque lo vas a necesitar.
árbore
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9
20 de octubre de 2019
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer Isaura me decía que las pelis de Oliver Laxe son cuentos, he buscado en el diccionario qué significa cuento, y la primera acepción dice algo extensible a cualquier relato cinematográfico; narración breve de ficción.

¿Es o que arde un cuento? Puestos a etiquetar una narración así tiraría mas de fábula por aquello de la intención didáctica, crítica y moraleja final, aunque todas estas tildes pasen de puntillas por la hora y media que dura la peli.

Aunque metiendo el bisturí en el continente, podría hablar de documental más que de peli. si una canción debería aspirar a congelar el tiempo e inmortalizarlo, o que arde consigue congelar eso que llamamos vida rural e inmortalizar ese día a día en las aldeas que a los gallegos/as tanto nos resuena dentro.

Por momentos perdía el sentido narrativo porque estaba centrándome en todos los huevos de pascua afines a ese día a día en la vida rural gallega: el bote de Cola Cao amarillo, el interruptor de la luz, el somier metálico como cierre, el entierro, el camisón por debajo del vestido, las campanas, la C15, etc…

Hasta que entendí que todo eso necesitaba ser encapsulado y puesto al servicio del recuerdo. y por ahí la crítica pasaba a ser loa, que arda un bosque es terrible, que arda y se extinga un modo de vida es algo catastrófico, de ahí que se agradezca el cariño en el atrezzo.

En cuanto al contenido le comentaba a Marga mientras paseábamos la resaca que me sobraba el fuego aunque entendía perfectamente el peso de su protagonismo. aquí recordamos esa charla a la que asistimos hace un par de años en la que Oliver Laxe enfatizaba el éxtasis que genera la contemplación del fuego, ese ser vivo que en si mismo no puede ser culpable de nada, incluso en los contralumes se adivina el deseo sexual de dos partes que quieren fundirse en una sola unidad, el fuego susurra, el fuego respira, el fuego, como tú y yo, solo quiere vivir.

Por eso en el análisis agradezco un punto de vista expositivo, al fin y al cabo, todos deberíamos ser inocentes si se nos obliga a pedir perdón por existir: seamos un eucalipto o un pirómano puesto en libertad tras cumplir condena.

Desde un punto de visto meramente estético o cinematográfico lo que consigue Oliver Laxe a través de una cámara está al alcance de muy pocos. el sentido poético en el derrumbe es de una belleza que realmente aturde, el principio de la peli es una barbaridad; sigo sin saber muy bien como acotar una definición precisa acerca de lo que es o no es cine, pero si ese juego de luces, sonido e imágenes del principio no resuelven la duda, pocas secuencias lo harán.

Oliver Laxe maneja el lenguaje audiovisual con una soltura que realmente asusta, entiendo que puedan o no gustar sus pelis, lo que es innegable es la profundidad de la mirada, hay algo en los ojos de Luna, Amador, Benedicta, la vaca enferma o el caballo del final que no atiende a interpretaciones, es la verdad atávica de unas formas de vida que siguen sin comprender el entorno que las rodea, porque la naturaleza se rige por unas voces que difícilmente conseguimos descifrar.

Y ya me callo, mejor que hable Leonard Cohen.

[…] and you want to travel with her
and you want to travel blind
but you think maybe you’ll trust her
for she’s touched your perfect body with her mind […]
árbore
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10
30 de diciembre de 2012
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para hablar de Haneke es inevitable tirar de teoría, en concreto la relativa al ser humano y su incapacidad para ser feliz. Y puede que haya un poco de trampa ahí, ya que hablar de nuestro lado azul resulta infinitamente más fácil que hablar de la huerta y su alegría. Pero dentro de esa facilidad hay niveles, y Haneke se desenvuelve como nadie (¿tal vez Zonca?) en el ecosistema de las emociones afiladas. El ser humano mal aspectado maneja perfectamente el tempo de la desazón, miedo, melancolía, e incluso sabe medir la pegada de la violencia, sea individual o estructural, la acometa o no. En una librería encontrarás un buen puñado de libros que intentarán ayudarte a ser feliz, pero no encontrarás ninguno que te dé pistas para ser infeliz, porque el ser humano tiende al masoquismo, a la autocompasión o al victimismo, y no necesita que nadie le guíe en el abismo ya que venimos de serie con el software instalado.

Que Haneke sea un maestro en el manejo de la violencia y sus caras a mi me lo demuestra siempre por esa puesta en escena tan aséptica, tan esterilizada, podría parecer que la visión inmaculada resta pegada pero siempre provoca el efecto contrario. La bofetada de "Amour" me parece más violenta que el puñetazo en la barriga que Philippe Nahon atiza en "Seul contre tous", a Gaspar Noé le pone el borbotón a Haneke los guantes blancos. Haneke fija el ojo en las aristas, coloca la cámara siempre en el ángulo correcto y resuelve las distancias como nadie, filme palomas o humanos, para ya no meterte en la historia, más bien hacerte cómplice de lo que allí suceda.

Si en “Funny games” uno de los protagonistas se dirigía a la pantalla para hablarte a ti directamente, en “Amour” la cerradura del apartamento en el que se desarrolla la historia está forzada, es decir, hemos forzado una puerta para cotillear la intimidad de una pareja, ya no somos sólo espectadores, somos delincuentes. recurso que también utiliza Jaime Rosales en “Sueño y silencio” cuando Oriol se da la vuelta en el parque tras darse cuenta que eres tú el que le estás siguiendo.

En "Amour" sin embargo, la glaciación emocional desaparece como brújula, dejando paso a una historia de amor crepuscular, tan sencilla como luminosa. ¿Haneke hablando de amor verdadero? pues sí, esta película es una definición muy precisa de ese sentimiento total, de esa expresión vital y afectiva, inmanente en su capacidad de ser con el otro u otra como sucede con la espléndida Emmanuelle Riva. Que resulte dolorosa o retorcida, me lleva a pensar en lo poco que sabemos del amor, la realidad está ahí para el que quiera verla, el que prefiera cerrar los ojos está perdido, que se lo pregunten al papel que interpreta magistralmente Isabelle Huppert. hablemos de cosas serias como dice Jean-Louis Trintignant, hablemos de que si esto es una película dura el ser humano se ha olvidado de sentir. la angustia nace siempre de la desconexión con la realidad, si aceptamos vivir lo desagradable hasta el fondo llegaremos a la verdad.

Para mi es de todo eso de lo que habla “Amour”, por lo tanto estoy a bastantes órbitas de considerarla una película dura, creo que no sabemos ser felices porque entendemos como un problema tener problemas y olvidamos que la existencia misma es felicidad a pesar de los picos en la gráfica de nuestra vida.
árbore
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Leviathan
Documental
Reino Unido2012
6,5
485
Documental, Intervenciones de: Declan Conneely, Johnny Gatcombe, Adrian Guillette, Brian Jannelle ...
10
2 de enero de 2014
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leviathan es probablemente (con permiso de “A torinói ló”) la experiencia sensorial más apabullante a la que me haya enfrentado nunca. Fantasmagórica, desconcertante, claustrofóbica, siniestra, pero sobre todo hipnótica. Más que un documental podría ser una película de terror. Recordemos que leviatán es una bestia marina asociada a satanás descrita en el antiguo testamento. Para mi desgracia esa bestia marina no reside en fosas abisales, habita la superficie y es visualmente reconocible incluso en tierra, hablo del actual ser humano, el mismo que recibe del mar azules, verdes o turquesas y devuelve rojos. Aunque la película no reconozca puntos de apoyo medioambientales (como sucedía por ejemplo en “Unser täglich brot”) es inevitable ponerse en la piel y ojos de las maravillosas criaturas que respiran debajo del agua. Es más inquietante el todo cuando reparas en la única diferencia que nos separa de los animales no humanos: ellos y ellas se guían por voces que nosotros no alcanzaremos a escuchar jamás. Por eso esconder el desierto emocional que cubre a la mayor parte de población mundial apoyándose en que están muy ricos, en vez de intentar aprender de ellos, nos resulte a algunos del todo desalentador.

Pero volviendo al por qué, alejado del discurso green is the new red, habría que señalar la idea inicial. Ésta pasaba por filmar la actividad pesquera de un puerto en Massachusetts. Se llegaron a filmar 50 horas en tierra antes de embarcar, y fue justo en ese momento cuando Lucien Castaing-Taylor y Véréna Paravel se dieron cuenta de la potencia audiovisual en alta mar, de ahí que ignorasen el trabajo en tierra y repartiesen por el barco un puñado de go pros para capturar la rutina de la vida a bordo. Destaca por encima de todo la ausencia de protagonismo de los realizadores, pasando de puntillas por la realidad a excepción de contados planos, en especial los contrapicados responsables de empequeñecer el prisma humano ante el desfile de imágenes que buscan (y no encuentran) aire en el cielo capturando estampas de una belleza inusual, o en la quietud de los últimos planos centrados en la vida en cubierta. La tensión narrativa en Leviathan pasa por desafiarte a la inmersión, coger aire en los pocos planos que lo permiten y dejarte llevar por una orquesta mecánica salpicada (nunca mejor dicho) de arreglos orgánicos (gaviotas, agua, viento) en un baile que despista la percepción humana de realidad.

Es cierto que obviar esquemas narrativos reconocibles, dejarte sin un hilo argumental al uso pueda llevarte a un callejón sin salida, pero es ahí donde debería estar la gracia de todo esto. Creo que el término cine experimental está mal definido, hay más experimento en otorgarle un guión a un puñado de imágenes que encontrar en un puñado de imágenes un guión. Es en el material filmado y en el montaje dónde fluye la historia, por eso me parece del todo razonable argumentar que algo positivo, muy positivo surge de esta pulsión negativa o atracción por la (aparentemente) nada. Pero también es cierto que no tenemos el mismo entreno en el sentido de la vista que, por ejemplo, en el oído. la vista demanda inmediatez para satisfacer estímulos que permitan focalizar la atención, es decir, es más fácil encontrarle ritmo a un centrifugado escuchando una lavadora antes que viéndola. Espero que si estás leyendo esto no te espante la (supuesta) abstracción, yo recordaré leviathan por reconocer (y agradecer) la dificultad que supone posicionarme como espectador en un entorno que en teoría reconozco, pero no he sentido así jamás, e intentar por el camino retratar al personaje más indescifrable de todos, el mar, partiendo del más difícil y sencillo de los supuestos, el pasaba por allí.
árbore
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