Esta parece la premisa que ha seguido Stephen Sommers en la realización de su última película “Van Helsing” y es que en este film hay más acción que terror, hecho que debiera haber evitado Sommers si como él decía trataba de homenajear las viejas películas de terror de la universal que a tantos de nosotros nos fascinaron.

Hay abundantes escenas en Van Helsing dignas de ser recordadas por hacernos revivir con emoción ese mundo oscuro y atrayente de las criaturas de la noche y los monstruos de Transilvania. Sin embargo, otras muchas escenas podrían haber sido resueltas más lucidamente por Stephen Sommers cambiando ciertos aspectos del guión, deviniendo así en un film más “auténtico” y terrorífico de lo que finalmente fue.

¿Es que Stephen Sommers no se dio cuenta que el Frankenstein de “Van Helsing” parece un charlatán salido de una fiesta cutre de disfraces en lugar de ser la criatura hecha con restos de seres humanos y sin apenas capacidad de razocinio que creo Mary Rally en su novela y que tan bien personificó Boris Karloff?

En Van Helsing al igual que en algunas otras películas sobre Drácula se trata de dar una explicación más o menos original al pasado histórico de Drácula y en cada una la explicación es distinta. Sommers debiera haber evitado la explicación del pasado de Drácula porque a nadie le importa el pasado de Drácula, sólo el presente y su capacidad de hacer el mal. Su pasado forma parte de la imaginación y fantasía de cada uno y de la realidad histórica que cada uno conozca bien por libros u otras películas de este personaje.

¿Es que Stepehn Sommers no se dio cuenta que estaba realizando un film de terror con efectos especiales y no una cuarta entrega sobre alien al incluir en el argumento la demencial idea de que Drácula, fruto de su apareamiento durante siglos con sus novias, tiene acumulados en su castillo miles de vástagos a los que dará vida y que se asemejan a pequeños extraterrestres de efímera existencia sólo comparables a los de las aventuras espaciales de Ridley Scott?

El cine dentro del cine es un tema recurrente en muchas películas de Hollywood y una de ellas es "Cautivos del mal".
Nunca el actor Kirk Douglas había estado tan antipático y manipulador como en esta película. De hecho de no ser por sus habituales gestos, miradas y actitudes el espectador sentiría plena aversión por el tipo sin escrúpulos que Kirk Douglas interpreta y que sin duda es un papel dramático muy alejado de los habituales en este actor. De hecho, cualquiera de los tres personajes principales del film: la chica, el guionista y el director son muchísimo más interesantes que éste.
La película está basada seguramente en la vida de un famoso productor de Hollywood que bien podría ser Irving Thalverg o David O. Selznick (más este último por lo que se puede dilucidar en muchas escenas que nos recuerdan a “Lo que el viento se llevó”)
El film muestra sin tapujos la cara oscura y desconocida de Hollywood que muchas otras películas han mostrado con menor o mayor rigor o acierto.
Las relaciones tensas entre el director que conoce bien su oficio pero no dispone de los medios humanos ni económicos para llevar a cabo su labor y el productor que sí cuenta con ellos pero carece de las habilidades necesarias para realizar una película, quedan muy de manifiesto en este film.
Por momentos, “Cautivos del mal” nos recuerda a muchas otras películas de temática similar.
El cineasta lleno de buenas ideas que con pasión desea plasmarlas en la gran pantalla recurriendo para ello a toda clase de artimañas y argucias con los productores para sacar adelante su ansiada película, puede recordarnos a “Ed Wood” de Tim Burton.
La bajada a los infiernos de Lana Turner y el refugio en soledad y en una vieja mansión cuando está a las puertas del éxito, nos trae al recuerdo a “El crepúsculo de los Dioses” y el olvido que en soledad sufría Gloria Swanson” como estrella de cine mudo acabada.

La escena final es del todo ridícula y hecha por tierra todas las escenas dramáticas que tienen que ver con Kirk Douglas y cada uno de los tres personajes con los que se relaciona. El motivo es que resulta inverosímil y absurdo ver a los tres protagonistas pegados al teléfono .Es como si estuviésemos asistiendo al final de una comedia con los 3 hermanos Marx cuando hasta ese momento todo lo que se cuenta es puro drama con algún apunte cómico.
Las colaboraciones entre Vicente Minelli y Kirk Douglas han dado películas mucho más intensas y emotivas (como la extraordinaria “El loco del pelo rojo”) y los personajes de Douglas, siendo muchas veces más peligrosos que integros o correctos, tenían siempre un aura de simpatía y carisma del que carece por completo el Jonathan Shields de “Cautivos del mal”.

Si una película está basada en una obra de Tennessee Williams uno puede hacerse una idea de lo que se mostrará en pantalla; Deseos íntimos reprimidos, frustraciones ocultas, odio contenido y todo va saliendo a relucir progresiva y violentamente, asistiendo el abrumado espectador al derrumbamiento constante de una serie de individuos marcados por un pasado demasiado presente, en una lucha psicológica sin tregua y sin límites donde cada uno saca a relucir sin contemplaciones ni piedad verdades innombrables y guardadas por muy doloroso y traumatizante que sea el sacarlas .

Marlon Brando se enfrenta a todos y a todo y termina por conmocionar al espectador con sus arrebatos de ira y sobre todo por sus gritos que se suceden de manera insistente uno tras otro llegando a ensordecer al respetable.
Vivien Leigh se desmorona poco a poco y sin apenas darnos cuenta mientras que su profunda belleza y su refinado y desmesurado comportamiento cautivan y hechizan al espectador a la vez que lo embauca con largos e inagotables comentarios que por otra parte resultan demasiado novelescos y teatrales pero que en boca de la Leigh no aburren.
Esta película de Elia Kazan se diferencia en algo de otros dramas u obras de Tennessee Williams. Posee algo que la hace distinta a otras películas con una pareja de altura en el reparto y la razón es la pareja protagonista poco corriente de este film.

Contemplando a Marlon Brando uno no está viendo sólo una soberbia actuación suya empleando el mítico método del Actor´s Studio y dejándose la piel en cada escena (o la voz) y uno no está sólo asistiendo a una nueva recreación de Scarlett O´Hara menos radiante y risueña que la dama sureña de “Lo que el viento se llevó” sino más desolada y oscura a la manera que únicamente Vivien Leigh podría mostrar, en una interpretación que rebosa tristeza y desesperanza por donde se mire.
Si algo convierte a esta obra en imperecedera es el hecho de que Brando realmente es como su personaje y el personaje es Brando. De igual manera Vivien Leigh bien podría ser la inestable Blanche. La línea que separa la ficción de la realidad es muy fina y
Marlon Brando era así de rebelde y chulesco dentro y fuera de la pantalla, incluso en el tema de los malos tratos (asunto que está muy presente a lo largo de todo el film).
A Vivien Leigh podrían atribuírsele muchas de las virtudes y defectos de sus personajes y su vida se asemejó a veces demasiado a sus personajes del cine. Sufrió de crisis nerviosas y padeció desequilibrios emocionales agravados sobre todo en su etapa final y que la condujeron a severas recaídas psiquiátricas.

Lo que más llama la atención de esta película son las espectaculares escenas en el bar gracias en gran medida a la formidable puesta en escena y al alarde de pirotecnia de que hacen gala las protagonistas y que por momentos hacen temer que el film se convierta en “llamaradas” o “el coyote en llamas”, aunque más incendiarias sin lugar a dudas son los bailes subidos de tono que se marcan las chicas.
Resulta curioso los métodos que utilizan para mantener a raya a los más osados de su antro ,“has de parecer siempre disponible pero no debes estarlo nunca” es la primera norma que la jefa hace saber a la recién llegada y toda una declaración de principios de lo que sucederá dentro de ese bar de dulce vicio y perversión. Cuantos mamporros se hubiera evitado el celoso novio de la protagonista de haberlo sabido.
El film muestra de manera efectiva la noche y los bares donde la diversión está asegurada con música de la buena, un par de copas y unas cuantas camareras fueras de serie que ponen a tono, exaltan y dominan al personal.
La comedia y el drama tienen cabida en la película cada vez que aparece John Goodman con esa hija que le preocupa y le trae en un sin vivir pues el padre se enfrenta a la edad adulta de su hija con las ventajas e inconvenientes que esto supone.
La típica historia de amor romántica e irreal, también está presente en el film pero esto no empaña la historia sino que la hace más interesante debido a las consecuencias que provoca.

Una de las novedades del último film de Tarantino son sin lugar a dudas los diálogos soeces y chabacanos que pone en boca de las guapas chicas que salen en la película. El realismo exarcebado en las conversaciones convierte los diálogos en demasiado vulgares y simples, aunque viniendo de quien vienen siempre subyace en ellos algo más de lo que a primera vista se aprecia.

Las escena más impactante de este film deja en ridículo todas las campañas de la D.G.T, ensayos con dumies e intentos semejantes de mostrar las fatales consecuencias de los accidentes de coche. Lo cierto es que Tarantino ha firmado una secuencia de accidente automovilístico impecable desde el punto de vista técnico pero que deja al espectador con un mal rollo en el cuerpo que no se lo sacará durante el resto de la película.