Es una película de detalles y emotividad, una composición de silencios dulces y amargos, de sabores intensos que se expresan con la mirada, de secretos, de mentiras inventadas para suavizar las asperezas y cicatrices de la vida.

Sentada en la butaca del cine, pude oler el sabor de las comidas meticulosamente preparadas, sufrir el deseo oculto de una mujer que se niega a ser infeliz, respirar hondo con la plenitud alcanzada por un funcionario de vida vacía que cree descubrir un sentimiento nuevo en su interior: ¿el amor?

Y a todo ésto, os preguntaréis: ¿Quién es Josefina?
Descubridlo vosotros mismos, os aseguro que merece la pena.

La película plasma con genialidad y acierto la habilidad humana para disfrazar la hipocresía consolidada en el capitalismo sobre las relaciones entre dinero y amor, amistad o lazos familiares. El grupo de excelentes artistas dirigidos por Gracia Querejeta interpretan a la perfección una muestra significativa de la población occidental, que se considera "normal" y "bien educada... o aprendida". La película te mueve por dentro, se introduce en los vericuetos más profundos del alma humana para mostrar el significado real de la disonancia cognitiva en la que estamos acostumbrados a vivir, o mejor dicho, a sobrevivir.

La realidad social plasmada en un solo edificio, de forma inteligente, mostrando la vulnerabilidad de los artistas (escritor en este caso), ya sean triunfadores,frustrados o "buscadores" continuos de un éxito del que probablemente ellos mismos no se consideran merecedores. El miedo a triunfar, a crear, se manifiesta en la claustrofobia de la vida interior y sorprende cuando salta los muros de la piel para introducirse en la hipocresía del entorno. La evidencia es la misma otra vez: la realidad supera la ficción, pero Manuel Martín Cuenca lo muestra de una manera espectacular en la que nos interna a cada uno de nosotros durante los 112' que dura la película. Antonio de la Torre merece un Goya, sin duda y Javier Gutiérrez también.

Recomiendo ver EL TEST.
Guion sencillo, teatral, muy bien llevado al cine, escenarios contrapuestos que acompañan las excelente actuacio-nes de Alberto San Juan, Carlos Santos y Miren Ibarguren. Cada ambiente nos sitúa en el contexto adecuado para la situación y la expectativa, el miedo o la risa, el deseo o la necesidad de escapar o al menos censurar.
¿Todos tenemos un precio?, ¿Quién vale más: los que se venden, los que creen que no se venden, o los que atribuyen un precio a cada cosa, incluyendo el amor y la soledad?
Mezclar amistad, amor o relaciones familiares con negocios es siempre una mala decisión pero esta película tiene una forma divertida de mostrarlo y nos enseña la diferencia entre las llamadas ciencias ocultas y la Psicología, así como la fuerza que tienen la educación y las expectativas sobre nuestras elecciones, desarrollo y éxito o fracaso en la vida

Película humilde y sin pretensiones que sorprende al espectador, lo implica, lo compromete, lo hace formar parte de un entorno que por un lado daña la realidad de la madre y el hijo que la protagonizan (impecables los dos actores) y por el otro ofrece alternativas agradables, ocasiones de disfrutar placeres olvidados con el transcurrir de la lucha diaria, las penas vividas, los triunfos esperados y las expectativas frustradas, modificadas por otras nuevas.
Hay un canto a la amistad, al amor, a la labor social, a los sacrificios útiles, a las renuncias temporales, en resumen: a la vida.
Recomiendo ver esta película. Felicito al Director por haber conseguido esta maravilla con tan pocos recursos.