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Críticas de Black Mamba
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Críticas 101
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
3
25 de julio de 2014
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘Los Andersson en Grecia’ recuerda inevitablemente a ese típico episodio de ‘Los Simpsons’, en el que la familia se va de vacaciones a algún país exótico y se lía de todas las formas posibles. Sin embargo, hay que matizar: Tiene exactamente la misma gracia que cualquiera de los episodios de las últimas temporadas de la familia amarilla, es decir, poca o ninguna.

Como iba diciendo, ‘Los Andersson…’ es la típica comedia familiar en la que el padre de familia es el hazme-reir y la decepción constante del resto de la misma. Para cambiar esta triste idea que su familia tiene de él, decide un día llevarlos de vacaciones a Grecia, pagando el viaje de su bolsillo, mientras que su esposa e hijos creen que van gracias a un viaje de empresa con todos los gastos pagados.

Hay que reconocerlo, no es la premisa más original del mundo. Hemos visto esta idea mil y una veces desarrollada de otras mil y una formas, pero hay que decirlo, también nos hemos reído muchas de esas veces. En otras palabras, no es una gran idea pero tampoco tiene necesariamente porqué ser una mala idea, siempre que esta sea expuesta y desarrollada de forma ingeniosa y con chispa, de forma que la comedia funcione. Y aquí es donde reside el problema de la película, o al menos el más gordo de ellos: No tiene gracia.

El humor de la película se basa una serie de gags que siguen un patrón común: Los distintos miembros de la familia envueltos en diversas situaciones comprometidas o haciendo chistes que no hacen gracia a nadie. Esto último me hizo especial gracia, aunque en sentido figurado. Me explico: No es que los chistes que hacen no hagan gracia a los espectadores, sino que cuando los personajes hacen los chistes delante de otra gente, nadie se ríe, produciendo más vergüenza ajena que otra cosa. Esto me hace preguntarme, ¿Qué llevó a la guionista a pensar que esos mismos chistes harían gracia al espectador? Yo personalmente no lo entiendo.

Además, la mayoría de las bromas y chistes son demasiado infantiles, repitiendo muchos gags relacionados con golpes y caídas que en su mayoría resultan muy forzados con el contexto en que tienen lugar. Lo infantil de su humor me lleva a comentar el tono de la película, el cual es en su mayor parte igualmente infantil e inofensivo, salpicado con un par de tramas más adultas (las crisis matrimoniales de las parejas protagonistas) para llegar a un espectro de público más amplio. Sin embargo, teniendo en cuenta la forma tan ridícula que tiene la película de tratar dichas tramas, podrían habérselas ahorrado perfectamente.

La trama que mejor funciona (y en realidad la única) es la del chico protagonista, que gracias a su carisma y a lo entrañable de sus pretensiones, llega a alcanzar algún que otro momento inspirado con cierta gracia. Sin embargo, conforme avanza la trama lo entrañable se convierte en ñoño y previsible, al igual que todo el conjunto a medida que llega el final.

En definitiva, ‘Los Andersson en Grecia’ es un quiero y no puedo, en el que prácticamente todo carece de interés y de gracia, al menos para un público mínimamente exigente. Por tanto, queda una comedia familiar que podrá ser disfrutada por dos clases de público: El estrictamente infantil, y el público adulto que sepa lo que va a ver, es decir, dejando el cerebro en casa.
Black Mamba
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10
21 de junio de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Unos veinticinco años antes de pasar por Omaha en ‘Salvar al soldado Ryan’, Steven Spielberg comenzó a escribir su leyenda en otra playa, la de Amity Island. Esta vez la sangre y las vísceras se las apuntaba un terrorífico tiburón blanco, que amenazaba con echar por tierra la preciada temporada de verano de este pequeño pueblo costero.

‘Tiburón’ supuso, simple y llanamente, una nueva forma de hacer cine, mucho más realista y cercano al espectador, en la que Spielberg supo exactamente lo que este quería, estableciendo con él una conexión tan fuerte que la gente se peleaba por conseguir entradas. ‘Tiburón’ se convirtió en un auténtico fenómeno de masas, acuñando el hasta entonces inexistente término de “blockbuster” (tan sobreexplotado hoy en día).

La fórmula de su éxito puede apreciarse en dos sencillos elementos que aparecen junto a los títulos de crédito iniciales: El plano subjetivo metiéndote en la piel del tiburón y esas dos asfixiantes notas de la banda sonora de John Williams. Desde esos primeros compases, Spielberg ya te tiene totalmente ganado. Otro de los grandes méritos de ‘Tiburón’ consiste en su extraordinaria habilidad a la hora de mantener el suspense y aterrorizar al espectador, sin necesidad de mostrar al escualo hasta casi el tercer acto.
Según cuenta el propio Spielberg, comenzaron a rodar sin tiburón por falta de presupuesto y con un guion sin terminar, supliendo estas carencias con mucha improvisación y diversos recursos cinematográficos. Esta curiosa anécdota demuestra como el ingenio y el talento puede hacer funcionar casi cualquier cosa en el cine. Y es que esa cámara paseándose por el agua entre las piernas de los bañistas es mucho más efectiva de lo que podría haber sido el más horrible de los tiburones.

Un interesante tema subyacente es el de la negativa del alcalde a reconocer que hay un tiburón asesino merodeando sus playas, por miedo a que cunda el pánico entre los turistas y sus dólares acaben en otro lugar, actitud que queda perfectamente reflejada en la frase “Gritas barracuda, y todo el mundo dice: Bueno, ¿y qué? Gritas tiburón: Cunde el pánico y adiós a la temporada de verano”. Relacionado con lo anterior, es curioso observar como no llegamos a ver al tiburón hasta ese momento en que el mismo alcalde está en la playa con su familia, alentando a los demás para que se metan al agua, cuando ni siquiera el mismo se lo cree.

Le pese a quien le pese, Spielberg es un grande. Sólo hay que estar un poco atento y ver como maneja la tensión, subiendo poco a poco el voltaje en cada escena, con esas calmas antes de la tormenta: Empieza metiéndote en la cabeza de nuestro sufrido capitán Brody sentado en la playa, mientras observa al borde de la paranoia como los adolescentes hacen bromas y los niños chapotean; sigue con varios zooms al rostro de Brody, cada vez más histérico por varias anécdotas malinterpretadas; y termina con esa desgarrada y ensangrentada colchoneta amarilla volviendo a la orilla. Y a ti se te va a salir el corazón del pecho (probablemente la mejor escena de la película).

Con la llegada del tercer acto comienza otra película distinta. Tres personajes en un barco durante tres cuartos de hora a la caza del monstruo. Sabes que no vas a volver a tierra firme hasta que no acaben con él, y que no va a haber un barco más grande. Durante este lapso, hay espacio para todo: Desde el cine de aventuras más puro hasta la más burda comedia, como ese gran “momento de las cicatrices” una vez ha caído el sol (atención al monólogo de Robert Shaw, impresionante). Sin olvidar esos horripilantes momentos cuerpo a cuerpo frente al Tiburón que, a día de hoy, después de haber perdido la cuenta de los visionados, me sigue dejando el estómago al revés. Todo ello bajo un realista planteamiento visual que roza lo semi-documental, gracias a que Spielberg insistió en rodar en el mar, a pesar de las dificultades que aquello acarreaba.

Dicho rápido y mal: ‘Tiburón’ es, en mi opinión, la mejor y más influyente “monster-movie” de la historia del cine, convertida a día de hoy en todo un icono de la cultura popular, desde su póster hasta su mítica banda sonora, referenciada e imitada hasta la saciedad.

Con razón yo odiaba el mar.
Black Mamba
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8
9 de junio de 2014
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imagina que tu edad supera la veintena y, al igual que tus hermanas, no has salido de tu casa en toda tu vida. Imagina que todo lo que sabes del mundo se lo debes a lo que te han enseñado convenientemente tus padres, para protegerte de lo que hay más allá de los setos de tu jardín. Imagina que los aviones aterrizasen en tu piscina y que un coño fuese una aparatosa lámpara alargada. ¿Complicado, eh?

Esta es la premisa de la que parte ‘Canino’, tan original como desconcertante. Y es que, desde la primera escena, sabes perfectamente que algo no cuadra, e intuyes que esto no puede acabar bien.

El mayor triunfo de Canino es hacer creíble algo tan abominable, construyendo una pequeña distopía perfectamente palpable entre cuatro paredes y apenas cinco personajes. Giorgos Lanthimos (director griego hasta hoy desconocido para mi) consigue todo esto y más gracias a su fría y aséptica propuesta visual y narrativa que mete de lleno al espectador en la dinámica de esa escalofriante educación, con continuos planos desencajados que “cortan” las cabezas y expresiones de los personajes, dejándolos en numerosas ocasiones fuera de plano. Poco a poco, gota a gota, va introduciendo nuevas situaciones y nuevos detalles que van desbordando el vaso conforme avanza el metraje, casi sin que te des cuenta.

Llega un punto en que crees que por fin vas a poner pie después de tanto desequilibrio, pero en seguida se te vuelve a escapar el pez de las manos. En este sentido, otro aspecto reseñable en la dirección de Lanthimos, es su habilidad para jugar con los tonos, presentando un amplísimo abanico de ellos y pasando de lo más bestia a lo más inocente en cuestión de un plano. Y para eso, amigos, hay que tener talento. Más teniendo en cuenta lo que se está contando aquí. En lo relativo al tono de ‘Canino’, juegan un papel fundamental las interpretaciones, especialmente las de los tres hijos, continuamente a la deriva entre lo ingenuo y lo deshumanizado, reflejo de cerebros mutilados que inconscientemente buscan deforma desesperada una solución, bien en el conformismo, bien en la autodestrucción. Los últimos veinte minutos son absolutamente devastadores.

Otro detalle que me ha llamado mucho la atención es la ausencia de banda sonora (salvando contados momentos de música diegética), dando paso a un silencio que predomina sobre todo y que te hace sentir como si estuvieses mirando algo que no debes. Claro ejemplo este en el que ni la mejor de las partituras podría producir un efecto tan desolador.

Pero, después de haberme deshecho en elogios, tengo un par de pegas que ponerle al planteamiento de Lanthimos: Por un lado, a veces se regodea mucho en ciertos recursos recurrentes, como lo relacionado con el incesto, que podría haberse resuelto de forma más sutil con el mismo resultado. Por otro, y esto ya es a título más personal, creo que deja algún que otro tema sin aclarar (¿Qué hay de ese otro hermano? ¿De dónde sale la chica de seguridad?).

Finalmente ‘Canino’ funciona sorprendentemente bien como una camuflada metáfora de los tiempos de desinformación estatal y sobreprotección parental que vivimos en la actualidad, en los que se trata de poner correa a todo lo salvaje. Pero al final el gato acaba inevitablemente tentado por la curiosidad, siempre.

Aviso para navegantes: Por si de todo lo anterior alguien no lo deduce, ‘Canino’ es una película difícil. No es ni mucho menos para todos los gustos ni para cualquier momento, pero si se le da una oportunidad puede descubrirse un diamante en bruto. Ahí queda.
Black Mamba
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7
2 de enero de 2014
40 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fin he visto 'American Hustle', una de las películas que con más ganas esperaba esta temporada, y, he de decir que he encontrado en ella exactamente lo que esperaba: Una película inteligente, sexy, y muy, muy divertida.

Pero vayamos por partes.

No quiero que la gente se llame a engaño, que es algo que ocurre a menudo: 'American Hustle' comparte las mismas virtudes y defectos que las anteriores películas de O. Russell. Todas están muy bien realizadas, cuentan con un gran reparto, muy buena banda sonora y, en general resultan, como mínimo, entretenidas. ¿Cuál es el problema entonces? Pues que tienen un desarrollo y desenlace previsible, y, finalmente, dejan cierta sensación dejavú por no ofrecer nada nuevo en el género.

Sin embargo, a mi esos defectos me importan bastante poco cuando una película te engancha del modo en que lo hace 'American Hustle', gracias en muy buena medida a su dinámico montaje, que casa perfectamente con un guión muy bien escrito y al saber hacer de O. Russell tras la cámara.
No obstante, si esta película es lo que es, se lo debe todo a su reparto, dirigido por un director que sabe exprimir actores como pocos. Cuando ese guión (bién escrito, sí) cobra vida en manos de estos monstruos de la interpretación, todos en la cima de sus carreras, no cabe duda de que lo que se está viendo es puro arte. Es una gozada cada vez que cualquiera de sus protagonistas comparten plano, lo elevan todo a otra dimensión. Eso sí, imprescindible versión original.
Mención especial para Jennifer Lawrence; es increíble el talento que tiene esta chica, que con apenas 23 años, tiene muchas papeletas para conseguir su segundo Oscar.

Finalmente, y enlazando con lo que decía al principio, 'American Hustle' es exactamente lo que se espera que sea, ni más, ni menos. Los "haters" de David O. Russell la odiarán como si no hubiera mañana, mientras que el resto podremos disfrutar de una entretenidísima película de estafadores y estafados con uno de los mejores repartos de los últimos años.

"La gente cree lo que quiere creer", y yo quiero y tengo que creerme a estos maravillosos personajes, aunque sepa que en el fondo es solo un truco. Es solo cine.
Black Mamba
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3
11 de noviembre de 2013
11 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que es la vida y lo que es el cine. Ayer mismo reflexionaba con un amigo sobre cómo puede la gente pagar una señora entrada de cine (que de 6-7 € no baja) para luego quedarse dormido o salirse de la sala a mitad de la peli. Bueno, pues hoy 'Stray Dogs' me ha estampado la respuesta en toda la cara.

Yo ya iba al cine con el chip puesto, consciente de que el cine oriental suele pecar de falto de ritmo y de larguísimas duraciones, pero tras ver la primera escena, sabía que no estaba preparado para esto: Un plano estático de una mujer cepillándose el pelo lentamente durante cuatro o cinco minutos.

Bueno, pues en eso consiste la película. Básicamente, es una sucesión de planos estáticos o semiestáticos de larga duración en los que, en el mejor de los casos, puede estar sucediendo algo relativamente interesante. Esto, ya espeso de por sí, se ve aún más lastrado por una desconexión absoluta con la historia o personajes subyacentes. Desde que comienza la película, cada plano sienta como una losa (cada vez más pesada) sobre el espectador, que acaba demasiado cansado y maltratado como para ponerse a atar cabos o interesarse por lo que intenta contar.

Y como dirían en la teletienda, ¡Esto no es todo! de regalo tenemos una duración de dos horas casi y media, y encima con poquísimo diálogo y sin música. El clavo final con el que se auto-sepulta la cinta es un plano de unos diez-doce minutos, en el que no ocurre absolutamente nada. Creo que no exagero cuando digo que es el momento más aburrido e irritante que recuerdo haber vivido en un cine.

Para ir terminando, voy a recoger las pocas cualidades que le veo: Los planos en sí son una obra de arte. Eso sí, lo son durante los primeros 30-45 segundos, después empiezas a preguntarte cada vez más porque no te has ido ya del cine. También me quedo con el momento madre-hija en la casa con las paredes agrietadas, un oasis en medio del desierto.

Yo, al igual que todos los paisanos que había en la sala, apenas he pagado por verla (por suerte) por tratarse de una sesión del festival de cine de Sevilla, pero si alguien decide verla en condiciones normales, tiene toda mi comprensión y apoyo si aprovecha para dormir la mona o pirarse del cine si los primeros cinco minutos no le motivan.
Black Mamba
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