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Críticas de Fascinoscopio
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Críticas 52
Críticas ordenadas por utilidad
6
4 de octubre de 2014
21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que la animación no engañe a padres en apuros: La mecánica del corazón es un drama musical (estrictamente, un melodrama) que, aun con un planteamiento inicial próximo al relato infantil, se asimila mejor a partir de la preadolescencia. Nos encontramos ante un interesantísimo ejercicio de animación de ese público que aún posee un sentido trágico y sublime del amor romántico.

La fábula cuenta cómo el corazón de Jack se congela al nacer, motivo por el cual recibe en sustitución un reloj de cuco. Su madre adoptiva le impone desde entonces una regla sobre todas las demás: no debe enamorarse, o su corazón mecánico quedará destrozado. ¿Se imaginan qué ocurre? Exactamente. Eso.

Como adaptación de una novela (súper ventas, cómo no) se asegura repercusión publicitaria y audiencia adicta que desea contemplar en movimiento las ilustraciones que acompañaban al texto original. En este sentido el film logra a la perfección su cometido, transmitiendo ese ambiente onírico, casi surrealista, pero también oscuro y lóbrego que algunos dibujos dejaban traslucir. Imaginativo y visualmente exquisito, este cuento triste, romántico y poco infantil también intenta convertir cada una de sus escenas en obra de culto. Este objetivo en cambio provoca que la suma de todas las partes se quede lejos de una buena película.

Cada plano de esta historia de amores imposibles está mimado al detalle, con un diseño de personajes asombrosamente elegante y un universo en sincronía perfecta con el espíritu del argumento. Cada diálogo y acción impulsa la trama paso a paso, pero en un momento indefinible se constata que el viaje no llega a ninguna parte. Los puntos de inflexión dramática tienen una distribución errónea, repleta de tiempos muertos y secuencias sin significado, dando lugar a una amorfa estructura narrativa que se finiquita en un final abrupto, casi improvisado. Un pastel de maravillosa decoración que deja un gusto muy poco agradable.

Recomendable para amantes del cine delicado, de la fábula y del romance sin esperanza que, sin embargo, no echen de menos eso de que las historias deben estar bien contadas para ser mágicas.

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6
4 de octubre de 2014
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jason Bateman es posiblemente uno de los actores cómicos que mejor labor están llevando a cabo en el cine comercial estadounidense, encasillado en el rol de persona normal sobrepasada por las circunstancias (que tanta empatía genera en el espectador). Está acompañado esta vez por una coral solvente en estas lides: Tina Fey, Adam Driver, Rose Byrne, Corey Stoll y sobre todo la veteranísima (y recauchatada) Jane Fonda en un personaje en el que se autoparodia. Los nombrados (y el resto de intérpretes) cumplen con creces las expectativas, con la cantidad justa de comicidad y almibarada ternura que puede esperarse en este tipo de películas.

A pesar de este capital humano en pantalla, Ahí os quedáis no pasará a la historia ni por originalidad ni por resultados. La historia, cien veces contada, de una reunión familiar provocada por un funeral que reaviva los sentimientos de padres, hijos, hermanos y cónyuges provoca en esta cinta algunas risas, emoción barata y gags sobre tetas. Facilona, superficial y bastante más vacua de lo que el primer acto prometía, se salva por algunos tramos realmente divertidos y un tono amable que, al menos, produce un efecto general de bienestar.

Muy apta si lo único que se pretende es un pasatiempo agradable, poco trascendente y con bastante parecido a un capítulo de comedia de situación inusualmente largo.

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5
28 de septiembre de 2014
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por favor, desperdiciar el talento de Helen Mirren debería estar penado por las leyes internacionales. Ella y el resto de los actores hacen lo que pueden por levantar una película que, más que adaptar una novela, parece la versión cinematográfica del catálogo de paquetes turísticos a Francia de una agencia de viajes.

Una familia india termina (pim, pam, pum) en un pueblecito francés y abre un restaurante en frente del que dirige el personaje interpretado por Helen Mirren. Separados por esos diez metros del título. Guerra abierta cuyo final todos conocemos antes siquiera de sentarnos en la butaca.

Un viaje de diez metros es una lista de tópicos para perpetuar la estereotipada imagen que los estadounidenses tienen de Europa. En concreto, de Francia: típico pueblo con casas de piedra, contraventanas de madera pintadas de colores, bosques húmedos pero soleados, alegres arroyos, muchachas bellas con faldas de vuelo circulando en una bicicleta con cestita donde recogen la fruta bruñida de un mercado tradicional… Un hartazgo indigesto resultado de cómo Steven Spielberg y Oprah Winfrey, productores ejecutivos, creen poder realizar éxitos con recetas prefabricadas.

Y es que éste es el resultado cuando quieres hacer alta cocina con las maneras de la comida rápida: una comedia que, a fuerza de querer ser deliciosa, empalaga en un insípido bolo alimenticio. Un guion repleto de «deus ex machina» (esto pasa porque tiene que pasar y porque lo digo yo, que soy el guionista, faltaría más), sin justificación lógica alguna, tan previsible que no se molesta en construir una narración (para qué: si todo el mundo sabe lo que va a pasar). Sorprende que Steven Knight firme tan irrelevante guion después de haber escrito y dirigido el interesantísimo ejercicio Locke. Supongo que todos tenemos que cobrar para pagar alquiler y/o hipoteca.

Para ser vista a las cuatro de la tarde de un domingo después de comer. Aconsejable para una siesta sin problemas.

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7
10 de enero de 2015
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quédate conmigo es un drama sin extravagancias, con personajes realistas dibujados sobre una estructura clásica, rodada con la suficiente inteligencia como para no perder de vista que lo importante es la historia y concediendo protagonismo a un gran James Cromwell, quien sostiene con vigor su presencia en casi cada plano de la cinta.

La discreta carrera de Michael McGowan (director y guionista) podría hacer intuir un producto más pensado para televisión que una obra cinematográfica de peso. Sin embargo, esa discreción es lo que convierte esta película en un ejercicio de realismo y emotividad sólido y efectivo. La cercanía con la que los personajes han sido planificados, tanto en acciones como en diálogos, mantienen ese difícil equilibrio entre verosimilitud e interés, sin despegarse de los problemas cotidianos con los que cualquier espectador puede identificarse.

De esta manera el guion es capaz de preservar momentos de ternura y contrariedad que, a pesar de lo previsible, son disfrutados en cada escena. Muchas líneas de diálogo sabias, pero no por ello pedantes, dan cuerpo a las interpretaciones de una sutil Geneviève Bujold y un fabuloso James Cromwell, rodeados de unos secundarios que, gracias de nuevo a la discreción, son las herramientas perfectas para dotar de efectividad al film.

Lo mejor, sin duda, es la reivindicación de la edad. De esos días llenos de vida por muchos años que se tengan encima. De esa tranquila, paciente y sin embargo empecinada sabiduría que no confunde vivir con vivir al límite, para enseñarnos la elegancia de quien asume la vejez pero no deja que la vejez venza.

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7
13 de septiembre de 2014
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchas veces un tráiler engaña, habitualmente mejorando la película que presenta. A Betibú le pasa lo contrario: su desmañado avance no presagia un film de la calidad que ha dirigido Miguel Cohan. Eficiente, sin pretensiones, pero con las dosis justas de suspense y ritmo para atar al espectador a la butaca durante todo su metraje.

El asesinato de un millonario inicia una trama durante la cual la escritora Nurit Iscar, interpretada por una óptima Mercedes Morán, desentraña secreto tras secreto y clave tras clave en busca de la verdad. La protagonista cuenta con la ayuda de Brena (Daniel Fanego): entre ambos vislumbramos esa magia de los buenos actores metidos de lleno en su papel, la química de una pareja madura que dice mucho más con una mirada que con mil palabras de guion.

El hispano-argentino Alberto Ammann y el español Jose Coronado sirven más para enmarcar a este dúo que para darles réplica. Los cuatro juntos soportan los encontronazos, amenazas y enigmas de una conspiración criminal que, aún con una solución demasiado simple, provoca un final desasosegante y que deja al espectador con la sensación de haber encontrado un relato con el que disfrutar del misterio.

Miguel Cohan (que anteriormente también había sido director y guionista de Sin retorno) plasma en imagen un ambiente lleno de inquietud, de muchas sombras y escogidas luces, con eficiencia, que tiene como resultado un thriller correcto. Lo mejor: que es capaz de mantener la atención de la audiencia hasta el final.

Para amantes de las tramas detectivescas inquietantes.

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