En esta película, muchas escenas de lírica de los recursos electrónicos usados en la música la hacen con una propuesta recuperable dentro del bagaje comercial, en donde la capacidad de imaginar historias se ve muy limitada, que por lo menos parecería con cierta inocencia de planteamientos que caen el la exageración, no tanto por la imposibilidad de que suceda, sino al contrario, por la ya arraigada creencia de occidente de cosas parecidas, aunque sea de manera indirecta, por la privación en forma de incapacidad de adquisición de tecnologías que sostiene la vida, así como el control de los granos por una empresa multinacional que tiene dirección y espacio en los periódicos con toda su polémica. No resulta de actualidad, más bien se centra en el melodrama, con una pletórica Sarah Brightman en medio del show.

Dentro del ya lugar común de la india para occidente de la paradoja de la vida como algo continuo e inmanente, surge una línea de ruptura, donde las conversaciónes se dan de manera transversal, después de resuelto el enigma principal de la película, que es simplemente el tallereo de una mitología asimilada en mayor o menor grado por el cine inglés de las Flores de Rabindrath Tagore. Así, en el citado cuento, un loco busca la piedra filosofal pero, la vuelve a dejar por estar obsesionado por la búsqueda....en un momento dado, los protagonistas se vuelven obsesionados de búsqueda, aunque el espectador no se dará cuenta o lo hará muy difícilmente hasta que el proceso esté muy avanzado...el lugar común resulta, resignificado y agradable al fin con el acostumbrado costumbrismo regional del director...

Con una realización que rompe reglas, sin caer en el efectismo, Burton ofrece una tremenda manifestación del instinto creativo que se quiere reprimir a menudo. Así, el drama, con cada imagen planeada, deviene en lo cómico y en la prosodia, donde conviene anotar, que al parecer se trata de la película menos taquillera en la historia del director, al mismo tono con que nos introduce en la idea de la incomprensión, de filmar para sí mismo, donde por otro lado, se recurre a una meta-actuación que da paso a una verdadera renovación. El manejo de los personajes, tanto afines como contrincantes, en cada una de las escenas del entorno de producción, en aquella época de la cual quiso hacer un autorretrato, me permite afirmar, que, desde una visión literaria, es una historia redonda, donde el espectador por un momento piensa que ve clips de “alter time” de la película que no llega, pero al final esto mismo termina por fascinar. Todos los actores se dan en una tremenda puntualidad, que parece dejar poco margen a los mismos, sin embargo las sutilezas aportan bastante.

“El niño es el padre del hombre, y yo desearía que una piedad natural uniera todos los días de mi vida"

William Wordsworth

Confianza y desconfianza. Morir de pasión o ser recogido con ternura por quien se ha construido un amor cómplicemente natural. El momento en donde se atizaba el "American Way of Life" es escenario idóneo para este rodaje que se da con ese estilo motivacional y bestselleriano estadounidense que queda hecho a un lado por la caracterización de los momentos, como cuando se presencia un largo encuentro deportivo, en donde el marcador va de un lado a otro, lo que podría rozar en lo incorrecto desde una perspectiva literaria academicista. Es predecible, pero no pretende no serlo. Como gran película de King, la circularidad del argumento encubre una tragedia detrás de un melodrama, en donde el acto de tocar, de contacto, se representa una y otra vez con una fotografía intrépida dada su sucesión y el devenir de una idealización, que cuando se ve, resulta necesaria, como los gritos de la porra desde la arena y el mantenimiento de la tensión que llega a ser tan buena que trasmite la sensación de sudor corporal en varios encuadres.

Con la fuerza y el acto de tocar pretendidamente unidos, Oxitocina y Testosterona nunca estuvieron reñidas, eso siempre va a provocar situaciones distintas a las tendenciales, aunque sean pasajeras...

Lo absurdo, como manejo instrumental se da de manera continuada en una película que, de pronto pareciera que se da a sí misma la concesión de ser un constante corto, queda demostrando a cada punto una capacidad que podría parecer evasiva de recuperar el carácter incidental de la imagen y el sonido, donde, con los recursos visuales de relativo refinamiento en su simpleza se prestan, en algunas ocasiones de manera floja a un gran ritmo de polisemia del espectador, lo cual no juego como virtud ni como defecto, quedando esto a cada quien. El viaje del protagonista, en un momento dado de la generación de clímax psicológicos, devuelve de manera violenta a lo que parecería un argumento de estructura paraca y sobria, para volver a perderse en la significación de búsqueda dada por la mujer y el niño, en el caso del arquitecto, ya que en mi opinión el personaje central no parece buscar en absoluto. Por ello se cuestiona el concepto del tiempo, la causalidad y la ubicuidad desde una amalgama con una actuación exploratoria que logra construir un nuevo lenguaje con gran constancia, con el propio director/productor vuelto actor, siendo esto un carácter procesal que habla del camino y no necesariamente del resultado, en una película No-Lineal por antonomasia.